Actualidad | Melania Emeterio R.
A propósito
del 25 de noviembre
El costo
social de la violencia de género e intrafamiliar
El mes de noviembre es uno de los más
emblemáticos que tiene el calendario dominicano. Para la iglesia católica es el
mes de la familia, pero para la sociedad civil, el Ministerio de la mujer, la
Procuraduría General de la República, la Fiscalía, y otros colectivos numerosos,
es el mes de la lucha contra la violencia hacia la mujer, lo cual tiene
una historia y una razón poderosa de ser. Hay en ambas iniciativas una
similitud de propósito, pero marcada por diferencias ideológicas. Es
importante unificar criterios y asumir el mismo lenguaje, pues en esto se
precisa cada vez más de una alianza nacional que entendiendo la naturaleza y
raíz del problema, quiera comprometerse con la erradicación de las causas.
“Cuando se habla de violencia
familiar o violencia intrafamiliar nos referimos a todas las formas de abusos
de poder que se desarrollan en el contexto de las relaciones familiares y que
ocasionan diversos niveles de daños a sus víctimas de esos abusos” (Jorge
Corsi, Maltrato y abuso en el ámbito doméstico, pág. 18) Esta definición es muy
clara, solo que ya a la altura del problema no se necesitan más
definiciones, están sobresabidas. Ahora hay que insistir
mucho más en lo que aún permanece rígido: la mentalidad, esa que impide un
avance mayor en esta lucha. Muchos han sido los eventos nacionales e
internacionales, la ejecución de grandes presupuestos para investigar las
causas y los efectos de la violencia hacia la mujer. Se han hecho los análisis
derivados, y escuchado los discursos de buena voluntad que se hacen muy sonoros
tanto en marzo como en noviembre.
El gran problema a enfrentar sigue
siendo el asunto ideológico que tiene ancladas las mentalidades, y está ahí
subyacente, induciendo las actitudes, por lo que las campañas como “EL AMOR NO
MATA”, “NI UNA MUERTA MÁS”, entre otras, pasan sin pena ni gloria. La milenaria
y misógina ideología patriarcal se renueva, se disfraza de mil maneras, pero
siempre es la misma. El asunto exige mayor profundidad, y revisión de
compromisos. Ver qué tan sistemáticas han sido las acciones de los
involucrados en la prevención, y si ha habido coherencia entre los sectores
oficiales y privados involucrados en el cumplimiento de la Ley 24- 97. Hay que ver qué tan lejos se ha llegado en la
educación desde el seno familiar y la escuela como espacios esenciales para
trabajar en un cambio de mentalidad en la construcción sociocultural de lo
que es ser hombre, y ser mujer.
Un ejemplo de una mentalidad anclada
es que, a más de 20 años de promulgada la Ley 24- 97 Contra la Violencia
Intrafamiliar, se la sigue responsabilizando de la violencia hacia la mujer. Lo
que aquí de da es una negación a la comprensión del origen cultural de esa
violencia, y mejor se cuestiona a la ley porque vino a obstaculizar el espacio
de confort masculino, y a cuestionar la práctica abusiva basada en los
cimientos socioculturales que justifican la violencia hacia la mujer dentro y
fuera del espacio familiar, una práctica ejecutada no solo por el hombre
del común, sino por los de todas las clases sociales y nivel académico. El
rechazo a la normativa ha sido un bloqueo mental que ha impedido que los
hombres asimilen el contenido humanista de la citada ley.
Otro ejemplo de no aceptación de la
normativa, puede apreciarse en el psicólogo que dirige el movimiento “Familias
disfuncionales: clave para reducir los feminicidios”. Al referirse a
la Ley 24-97, él aseguró que “después de que entró en vigencia la Ley
24-97, sobre Violencia Intrafamiliar la tasa de feminicidio ha aumentado en una
suerte de caso que la cura ha sido peor que la enfermedad” ¡Valla perla!
(P. HOY, 25- 2- 2020) Para este profesional de la conducta la maldad está en la
ley, no en la opresión y el milenario abuso de poder de los hombres, y
subvaloración de la condición femenina. La no aceptación de las motivaciones de
esta ley, lo precipita a una gran distorsión sobre el asunto.
Y para que se sepa que es la misma
especie, la misma resistencia, véase la coherencia con lo que recientemente
planteó, sin tapujos, un congresista en relación al para qué, según él, un
hombre y una mujer se casan. No le fue bien con lo que dijo, pero lo dijo,
pues “de la abundancia del corazón, habla la lengua”. Tales
episodios ocurren en virtud de que pesa mucho el fardo cultural e ideológico, y
la reacción es de desafío, rebeldía, y de aferrarse a lo viejo confort.
Hay que insistir en lo ideológico
para desmontar ese esquema, esa mentalidad que permanece tan arraigada. Ella es
responsable de la ocurrencia de los feminicidios que son resultados de un modo masculino
de pensar y de actuar con sentido posesivo, y de pertenencia. La mayor parte,
por no decir todas, de las mujeres asesinadas por sus esposos, amantes, o
exmaridos, han ocurrido por ellas negarse a continuar con una relación que
ya no desean. Las estadísticas policiales más recientes indican que del año
2018 hasta los primeros seis meses del año 2021, se han producido 265
feminicidios de los cuales 162 se materializaron en mujeres con edades
oscilantes entre los 20 y 34 años de edad.
Conviene retomar, como quien
parte de cero, la “Convención para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la violencia Contra la Mujer” (Convención de Belem Do Pará)
asumirla en su justa dimensión, no dejando cabos sin atar. La “Belem Do Para”
en su Art. 8, letra “b” dice que “se deben modificar los patrones
socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo el diseño de
programas de educación formales y no formales apropiados a todos los niveles
del proceso educativo para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo tipo de
prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de
cualquiera de los géneros”. Bajo el marco de esta Convención caben todas las
acciones preventivas, y de un seguimiento que hasta ahora no se ha ejecutado
con rigor. Porque las mujeres siguen siendo asesinadas, hay que revisar el
proceso, y ver qué ha pasado con:
- La planificación docente a todos los
niveles sobre prevención de violencia de género y violencia intrafamiliar, y si
del tema habla el profesorado partiendo de todas las asignaturas, no de una en
particular.
- Si las universidades públicas y
privadas, los colegios, y los profesionales de distintas áreas,
sindicatos, partidos políticos, asociaciones de profesionales, iglesias de
todas las denominaciones, militares y policías están trabajando en la
prevención.
- ¿Si a nivel publicitario, y programa
de televisión siguen proyectando contenidos sexistas donde se usa el cuerpo de
la mujer (y ella permitiéndolo) como una mercancía más?
- También la producción del humor debe
corresponderse con los fines de prevención de la violencia de género. ¿Se le
está dando seguimiento a estos libretos para ver el trato a la mujer, y la
presencia de la mentalidad sexista y subvalorativa de la condición femenina?
¿Por cuál cedazo están pasando las letras de muchas composiciones que empobrecen
la condición femenina? ¿Qué tan involucrada con la Ley 24- 97 está la COMISION
NACIONAL DE ESPECTACULOS PUBLICOS Y RADIOFONIA? Este es uno de los eslabones
sueltos que hay que amarrar al compromiso.
- Ver si aún se sigue permitiendo que
en casi todos los canales de televisión se estén pasando y promoviendo
telenovelas. En estas telenovelas la cotidianidad está marcada por la violencia
en diferentes órdenes, incluida la intrafamiliar, celos patológicos, el sexo,
la infidelidad, el engaño, el crimen, el sufrimiento.
- Obsérvese que la cocina, o arte
culinario está motivado a muchos hombres a entrar en él con mucho entusiasmo, y
buna valoración, ¿se estará aprovechando esto para que el hombre sea asociado a
la cocina no solo orientado hacia los restaurantes, sino como una obligación en
la tarea del hogar alternada con la mujer, y que esto comience a verse como
algo natural? Esto se llama trabajar para el cambio de mentalidad.
- ¿Estarán las juntas de vecinos y
otras organizaciones comunitarias denunciando la violencia intrafamiliar, y
trabajando a nivel de la prevención?
Los feminicidios siguen en ascenso, y
esto es más que suficiente para gritar a voz en cuello que la estructura del
pensamiento machista de que la mujer es una propiedad del hombre, que el cuerpo
de ella solo le pertenece a él, está intacto, sin ninguna modificación. Hay que
trabajar mucho en esa dirección. Reiterar desde los primeros años de
escolaridad el concepto del respeto mutuo, el no uso de la fuerza para acceder
al cuerpo de la niña y del niño. Ver el cuerpo ajeno como un territorio de
privacidad. De no dar estos pasos radicales estaremos por tiempo indefinido
repitiendo los mismos discursos, las mismas estadísticas y los mismos
estudios donde hace tiempo nada es nuevo bajo el sol.
La violencia de género e
intrafamiliar, lleva implícita una situación de emergencia nacional, y si
la ley 24- 97 es una política pública del Estado dominicano, nadie puede estar
fuera de ella y mucho menos si se trata de prevenir un asunto de vida o muerte,
y traumas familiares y sociales. Cuando se tomen acciones drásticas, que
nunca se han tomado, sobre todos estos patrones de reproducción e
incentivo a la violencia de género y violencia intrafamiliar, sabremos que el
Estado está poniendo las reglas del juego, y sabiendo que eso es lo que se
espera de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...