Mundo | Zenit
El impacto chino en la política, la religión o la economía:
determinante informe del Observatorio Cardenal Van Thuân
El
Observatorio Cardenal Van Thuân publicó el XIII Informe sobre la Doctrina
social de la Iglesia en el mundo que este año está dedicado al “modelo chino”,
un modelo de capital-socialismo de control social construido en China pero que
se está exportando a todo el mundo.
En
muchos aspectos, el modelo chino ya está aquí, en Occidente: el nuevo
socialismo financiero, el Gran Reseteo de Davos, los ataques a la propiedad
privada, el control de los movimientos con la excusa de la salud, la
congelación de la democracia, la superación de las religiones en una única
religión.
También
este año el Informe del Observatorio da en el blanco: el modelo chino es un
tema de actualidad y parece atraer a muchos. Los países africanos lo importan
con la ilusión de reducir la pobreza; los gobiernos para proceder hacia una
democracia de la vigilancia; los empresarios occidentales porque necesitan el
mercado chino que parece funcionar tan bien sin democracia; el Vaticano no hace
alusión alguna al problema de los derechos humanos en China para no molestar;
los gobiernos socialistas latinoamericanos venden barato a China posiciones
clave en el campo energético y en el ámbito de la investigación.
Si
China ha construido una gran base de datos para el control de los fieles de las
distintas religiones, en Francia y Dinamarca las homilías están controladas por
el gobierno y en Italia la liturgia la decide el ministerio del Interior.
El
modelo chino quiere ser una convivencia entre capitalismo y socialismo,
centralismo y autonomía, orden y libertad, ateísmo y tradiciones religiosas. La
economía no es estatalista, pero es igualmente centralista. El control de los
movimientos y de la vida misma de los ciudadanos es total. El orden está
considerado el fin que justifica la suspensión de los derechos humanos y las
libertades individuales. Las religiones tradicionales son toleradas, pero solo
si aceptan la “sinización” atea.
China
dice ser comunista, pero hace negocios por todos los medios en los mercados
económicos y financieros. Dice que es atea, pero firma acuerdos secretos con el
Vaticano. Puede controlar en público y fingir que tolera en privado. Puede
decir que es revolucionaria y conservadora al mismo tiempo: continuar la revolución
cultural y detener cualquier manifestación en la calle.
El
Informe, que incluye una intervención del cardenal Zen, obispo emérito de Hong
Kong, contiene ocho ensayos sobre el modelo chino y ocho crónicas de los cinco
continentes que informan sobre su exhortación fuera de China.
El
Informe documenta que China ya es una gran potencia militar (Gianandrea
Gaiani), que su presencia en los vértices de los organismos internacionales es
total (Luca Pingani), que está llevando a cabo una verdadera ocupación del
continente africano, que ha transformado Hong-Kong de isla de la libertad en
provincia de la China comunista (Stefano Magni). Documenta también que el
modelo chino tiene puntos débiles o incluso estaría a punto de colapsar, como
dice en su ensayo en el Informe Steven Mosher, el periodista estadounidense que
en los años 80 del siglo pasado fue el primer en informar a Occidente de la
aberración que suponía la política del hijo único. Gianfranco Battisti, en su
ensayo, incluso llega a prefigurar los próximos desarrollos geoestratégicos.
Pero, sobre todo, muestra la extraña atracción que el modelo chino tiene en el
mundo y, en especial, en los países occidentales. Daniel Martins lo documenta
en América Latina, Silvio Brachetta en las democracias europeas, Paolo Gulisano
en las políticas antipandemia, Anna Bono en África, Andrea Mariotto en Italia.
China
quiere ser el mundo, el modelo chino es “la ruta de la seda”, como escriben los
editores Riccardo Cascioli y Stefano Fontana en la síntesis introductoria del
Informe. El modelo chino es un artificio político que China utiliza para
exportarse a sí misma sin declararlo. Nadie, fuera de China, quiere que China
sea el mundo; y, sin embargo, muchos quieren imitar en su país el modelo chino,
que es la ruta para que China sea el mundo.
El
modelo chino es comunismo, ateísmo, materialismo, ideología férrea… pero lo
hace con inteligencia y esto explica cómo puede penetrar en la cultura
occidental y europea, cuya democracia está pasando por una grave crisis de
identidad y en la que las actitudes políticas del modelo chino ya están en
marcha.
La
periodista de la RAI Giovanna Botteri, que no le dejaba pasar una a Trump, no
dice nada sobre los laogai ahora que es corresponsal en Pekín, ni las
manifestaciones masivas de los habitantes de Hong Kong han tenido repercusión
en Occidente y tampoco en el Vaticano; pero cuando la ciudad de Fiume en
Croacia bloqueó el control chino del puerto se armó un revuelo porque es la
única que lo ha hecho, a pesar de que se sabe que hay un plan chino de
ocupación de los puertos.
El
Informe anterior -el XII- del Observatorio Cardenal Van Thuân estaba dedicado
al ecologismo y el globalismo y tuvo una gran difusión. Este, el XIII, está
dedicado al modelo chino y merece una gran atención porque en el fondo se trata
del principal argumento político global del mundo actual.
Publicado
por Zenit
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...