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    martes, 28 de diciembre de 2021

    Pensiones y jubilaciones cuestionadas


    Actualidad Nacional | Melania Emeterio R./ADH

     


    Pensiones y jubilaciones cuestionadas

     

    Un dicho popular dice que “A cualquiera se le va una”. Esta frase es una salida o excusa para alguien que haya cometido una falta, un error. Este rodeo va en referencia a las pensiones, jubilaciones y obsequios que, a una parte de los artistas y otras personas de la farándula, han entregado varios gobiernos dominicanos, incluido el presidente Abinader, quien no quiso ser la excepción. Lo de que “A cualquiera se le va una” no debería aplicar cuando del presidente se trata, pues no es una persona cualquiera, sino el administrador de los recursos públicos, y mejor conocedor de las necesidades y prioridades del país. Por esta razón esos “actos de generosidad” han provocado irritación en la ciudadanía.

     

    El pasado año se vio cómo se les entregaron 100 millones de pesos a músicos, dueños de orquestas. Sería oportuno investigar si algunos de estos merengueros no estaban recibiendo ya, una pensión del Estado. ¿Es que el país vive la gran bonanza, y no el festival de préstamos con que nos estamos endeudando? El obsequio se hizo en el entendido de que, por la pandemia sus recursos habían mermado. Hay que preguntarse ¿a quién, salvo las farmacéuticas y a los bancos, les ha ido bien, y sin mermas en sus recursos por causa de dicha pandemia? Bajo tales criterios, un obsequio de 100 millones de pesos debe implicar un análisis previo de la realidad en otros sectores sociales, lo que llevaría el asunto a un escenario de equidad y de justicia. Ese obsequio selectivo retrata al país como a una sociedad donde, gracias a las relaciones primarias a nivel de las alturas, afloran los privilegios.

     

    Un segmento social que el gobierno debería mirar e incentivar es el de las escritoras y los escritores, aunque no hagan lobby o cabildeo sobre su situación. Son gente que se las pasa investigando y escribiendo para publicar sus libros, pero al hacerlo no encuentran dónde colocarlos, pues muchas librerías han desaparecido. Es de conocimiento general que el libro tiene escasísima venta, pues no es un producto considerado de primera necesidad. Una persona puede tomar prestado para comprar la entrada a una fiesta, pero no hace lo mismo para comprar un libro. Con estos factores adversos, sin incentivo social ni estímulo oficial, escritoras y escritores siguen dando a la luz aportes imperecederos a la cultura, al pensamiento y a las ciencias sociales en general.

     

    Poco antes del regalo de los 100 millones a los artistas, el presidente Danilo Medina, luego de la muerte de un cantautor que falleció por el COVID 19, otorgó a su viuda, mediante decreto, una lujosa pensión de R.D$ 96, 000 pesos. Había que ver el tiempo que tenía ese artista laborando como asesor cultural para que dicha pensión sea de ese monto, mas   cuando las personas del común, habiendo trabajado por décadas tienen que luchar y esperar mucho para lograr una pensión de miseria. En la actualidad hay maestras y maestros cuya jubilación está en los R.D$15, 000 pesos, o menos, y ahí sí es verdad que ha habido heroísmo y entrega anónima por años, para luego merecer tan poco.

     

    Retrocediendo un poco en el tiempo, en el gobierno de Leonel Fernández se hizo lo mismo, pero sorprende no solo el tamaño del listado sino los nombres de las personas beneficiarias de pensiones y jubilaciones a: vocalistas, merengueras, merengueros, y productores de televisión. Haciendo un pequeño rastreo en las informaciones por internet recogida de los periódicos, no solo sorprende que el listado sea tan grande, sino que estas personas beneficiarias sean quizá en el 97%, no necesitadas. Falta saber si es cierto que a una merenguera se le otorgó una pensión de RD$150, 000 pesos. Muchas de estas y de estos artistas tienen, probablemente, cuentas en dólares producto de sus trabajos a nivel internacional por diferentes países. Alguien entendido en esta materia debería explicar los fundamentos sociales y legales de esta práctica reprochable.

     

    Ahora, no superado aun el abuso de los 100 millones de pesos regalados, en este mes de diciembre se prosigue alegremente con pensiones y jubilaciones de entre RD$70 y 75, 000. Aquí se incluye a una merenguera, y a la viuda de un acaudalado merenguero fallecido recientemente, pero que supo trabajar e invertir, por lo que su viuda no necesita esa pensión. En este listado, incluso se coló allí, ojalá haya sido un error humano, un acaudalado periodista. En medio de la precariedad del país, y de tantas personas seriamente empobrecidas, esta determinación no puede caer graciosa, más bien es como un insulto, un abuso. Es cierto que el país tiene muchos problemas a enfrentar, pero decisiones como estas que tocan el dinero público, necesitan ser mejor evaluadas, no puede manejarse esto a discreción, privilegiando a un grupo determinado, y mirando para otro lado frente a personas y sectores que verdaderamente necesitan y merecen. 

     

    La palabra de Dios establece que hay que dar hasta que nos duela, pero eso se refiere a los recursos propios, no a los ajenos. Los y las artistas, merengueros y merengueras no son empleados del gobierno, no tocan fiestas sin cobrar, y en sus negocios establecen libremente sus tarifas, y si se presentan gratis es por el patrocinio del gobierno, o de una firma comercial o empresarial. Les tenemos cariño y respeto a la clase artística dominicana, pero estas pensiones y jubilaciones son inmerecidas, causan repulsión. Ellos y ellas deben saberlo e incluso negarse a recibirlas.

     

    El de los artistas es un ámbito que ha podido ahorrar e invertir para la posteridad, y si no lo ha hecho, es responsabilidad personal, no del gobierno. Y es que todo parce indicar que   saben montar su lobby, quizá vía el Ministerio de Cultura, y no todo el mundo dispone de esa facilidad. Alguien con experiencia en el análisis de las leyes, y decretos debería ayudar en la comprensión del caso en cuestión, y de la vulnerabilidad del dinero público. Esto así porque se está siguiendo un patrón recurrente en todos los gobiernos. En estos momentos en que se está cuestionando el uso de los recursos del Estado, estas jubilaciones y pensiones deben ser objeto de exhaustiva evaluación.

     

    Le tenemos cariño y respeto a la clase artística dominicana, pero no podemos celebrar que, siendo este país tan pobre, se privilegie a un grupo de no necesitados, habiendo tantos sectores y personas empobrecidas desde antes y durante la crisis pandémica. Son gente que nunca han podido ahorrar para la posteridad. Entonces es deplorable que esos artistas disfruten, sin más ni más, de pensiones que humillan a los del montón.

     



     

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