Actualidad Nacional | Melania Emeterio R./ADH
Pensiones
y jubilaciones cuestionadas
Un dicho popular dice que “A
cualquiera se le va una”. Esta frase es una salida o excusa para alguien que
haya cometido una falta, un error. Este rodeo va en referencia a las pensiones,
jubilaciones y obsequios que, a una parte de los artistas y otras personas de
la farándula, han entregado varios gobiernos dominicanos, incluido el
presidente Abinader, quien no quiso ser la excepción. Lo de que “A cualquiera
se le va una” no deberÃa aplicar cuando del presidente se trata, pues no es una
persona cualquiera, sino el administrador de los recursos públicos, y mejor
conocedor de las necesidades y prioridades del paÃs. Por esta razón esos “actos
de generosidad” han provocado irritación en la ciudadanÃa.
El pasado año se vio cómo se les
entregaron 100 millones de pesos a músicos, dueños de orquestas. SerÃa oportuno
investigar si algunos de estos merengueros no estaban recibiendo ya, una
pensión del Estado. ¿Es que el paÃs vive la gran bonanza, y no el festival de
préstamos con que nos estamos endeudando? El obsequio se hizo en el entendido
de que, por la pandemia sus recursos habÃan mermado. Hay que preguntarse ¿a
quién, salvo las farmacéuticas y a los bancos, les ha ido bien, y sin mermas en
sus recursos por causa de dicha pandemia? Bajo tales criterios, un
obsequio de 100 millones de pesos debe implicar un análisis previo de la
realidad en otros sectores sociales, lo que llevarÃa el asunto a un escenario
de equidad y de justicia. Ese obsequio selectivo retrata al paÃs como a una
sociedad donde, gracias a las relaciones primarias a nivel de las alturas,
afloran los privilegios.
Un segmento social que el gobierno
deberÃa mirar e incentivar es el de las escritoras y los escritores, aunque no
hagan lobby o cabildeo sobre su situación. Son gente que se las pasa investigando
y escribiendo para publicar sus libros, pero al hacerlo no encuentran
dónde colocarlos, pues muchas librerÃas han desaparecido. Es de
conocimiento general que el libro tiene escasÃsima venta, pues no es un
producto considerado de primera necesidad. Una persona puede tomar prestado
para comprar la entrada a una fiesta, pero no hace lo mismo para comprar un
libro. Con estos factores adversos, sin incentivo social ni estÃmulo oficial, escritoras
y escritores siguen dando a la luz aportes imperecederos a la cultura, al
pensamiento y a las ciencias sociales en general.
Poco antes del regalo de los 100
millones a los artistas, el presidente Danilo Medina, luego de la muerte de un
cantautor que falleció por el COVID 19, otorgó a su viuda, mediante decreto,
una lujosa pensión de R.D$ 96, 000 pesos. HabÃa que ver el tiempo que tenÃa ese
artista laborando como asesor cultural para que dicha pensión sea de ese monto,
mas cuando las personas del común, habiendo trabajado por décadas
tienen que luchar y esperar mucho para lograr una pensión de miseria. En la
actualidad hay maestras y maestros cuya jubilación está en los R.D$15, 000
pesos, o menos, y ahà sà es verdad que ha habido heroÃsmo y entrega anónima por
años, para luego merecer tan poco.
Retrocediendo un poco en el tiempo,
en el gobierno de Leonel Fernández se hizo lo mismo, pero sorprende no solo el
tamaño del listado sino los nombres de las personas beneficiarias de pensiones
y jubilaciones a: vocalistas, merengueras, merengueros, y productores de
televisión. Haciendo un pequeño rastreo en las informaciones por internet
recogida de los periódicos, no solo sorprende que el listado sea tan grande,
sino que estas personas beneficiarias sean quizá en el 97%, no necesitadas.
Falta saber si es cierto que a una merenguera se le otorgó una pensión de RD$150,
000 pesos. Muchas de estas y de estos artistas tienen, probablemente, cuentas
en dólares producto de sus trabajos a nivel internacional por diferentes
paÃses. Alguien entendido en esta materia deberÃa explicar los fundamentos
sociales y legales de esta práctica reprochable.
Ahora, no superado aun el abuso de
los 100 millones de pesos regalados, en este mes de diciembre se prosigue
alegremente con pensiones y jubilaciones de entre RD$70 y 75, 000. Aquà se
incluye a una merenguera, y a la viuda de un acaudalado merenguero fallecido
recientemente, pero que supo trabajar e invertir, por lo que su viuda no
necesita esa pensión. En este listado, incluso se coló allÃ, ojalá haya sido un
error humano, un acaudalado periodista. En medio de la precariedad del paÃs, y
de tantas personas seriamente empobrecidas, esta determinación no puede caer
graciosa, más bien es como un insulto, un abuso. Es cierto que el paÃs tiene
muchos problemas a enfrentar, pero decisiones como estas que tocan el dinero
público, necesitan ser mejor evaluadas, no puede manejarse esto a discreción,
privilegiando a un grupo determinado, y mirando para otro lado frente a
personas y sectores que verdaderamente necesitan y merecen.
La palabra de Dios establece que hay
que dar hasta que nos duela, pero eso se refiere a los recursos propios, no a
los ajenos. Los y las artistas, merengueros y merengueras no son empleados del
gobierno, no tocan fiestas sin cobrar, y en sus negocios establecen libremente
sus tarifas, y si se presentan gratis es por el patrocinio del gobierno, o de
una firma comercial o empresarial. Les tenemos cariño y respeto a la clase
artÃstica dominicana, pero estas pensiones y jubilaciones son inmerecidas,
causan repulsión. Ellos y ellas deben saberlo e incluso negarse a recibirlas.
El de los artistas es un ámbito que
ha podido ahorrar e invertir para la posteridad, y si no lo ha hecho, es
responsabilidad personal, no del gobierno. Y es que todo parce indicar
que saben montar su lobby, quizá vÃa el Ministerio de Cultura, y no
todo el mundo dispone de esa facilidad. Alguien con experiencia en el análisis
de las leyes, y decretos deberÃa ayudar en la comprensión del caso en cuestión,
y de la vulnerabilidad del dinero público. Esto asà porque se está siguiendo un
patrón recurrente en todos los gobiernos. En estos momentos en que se está
cuestionando el uso de los recursos del Estado, estas jubilaciones y pensiones deben
ser objeto de exhaustiva evaluación.
Le tenemos cariño y respeto a la
clase artÃstica dominicana, pero no podemos celebrar que, siendo este paÃs tan
pobre, se privilegie a un grupo de no necesitados, habiendo tantos sectores y
personas empobrecidas desde antes y durante la crisis pandémica. Son gente que
nunca han podido ahorrar para la posteridad. Entonces es deplorable que esos
artistas disfruten, sin más ni más, de pensiones que humillan a los del montón.
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