Reflexión | José Antonio Pagola
"¿Podemos
amar al enemigo?… El que llega a perdonar se vuelve a sentir mejor"
El mensaje de
Jesús es claro y rotundo: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
odian». ¿Es posible vivir en esta actitud? ¿Qué se nos está pidiendo? ¿Podemos
amar al enemigo? Tal vez hemos de comenzar por conocer mejor lo que
significa «perdonar».
Es importante,
en primer lugar, entender y aceptar los sentimientos de ira, rebelión o
agresividad que nacen en nosotros. Es normal. Estamos heridos. Para no hacernos
todavía más daño necesitamos recuperar en lo posible la paz interior que nos
ayude a reaccionar de manera sana.
El mensaje de
Jesús es claro y rotundo: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los
que os odian"
La primera
decisión del que perdona es no vengarse. No es fácil. La venganza es la respuesta casi
instintiva que nos nace de dentro cuando nos han herido o humillado. Buscamos
compensar nuestro sufrimiento haciendo sufrir al que nos ha hecho daño. Para
perdonar es importante no gastar energías en imaginar nuestra revancha.
Es decisivo
sobre todo no alimentar el resentimiento. No permitir que el odio se instale en
nuestro corazón. Tenemos derecho a que se nos haga justicia; el que perdona no
renuncia a sus derechos. Pero lo importante es irnos curando del daño que nos
han hecho.
"El que
llega a perdonar se vuelve a sentir mejor"
Perdonar puede
exigir tiempo. El perdón no consiste en un acto de la voluntad, que lo
arregla rápidamente todo. Por lo general, el perdón es el final de un proceso
en el que intervienen también la sensibilidad, la comprensión, la lucidez y, en
el caso del creyente, la fe en un Dios de cuyo perdón vivimos todos.
Para perdonar
es necesario a veces compartir con alguien nuestros sentimientos. Perdonar no
quiere decir olvidar el daño que nos han hecho, pero sí recordarlo de la manera
menos dañosa para el ofensor y para uno mismo. El que llega a perdonar se
vuelve a sentir mejor.
Quien va
entendiendo así el perdón comprende que el mensaje de Jesús, lejos
de ser algo imposible e irritante, es el camino acertado para ir
curando las relaciones humanas, siempre amenazadas por nuestras injusticias y
conflictos.
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