Evangelización | P. Ciprián Hilario, msc
Quien elige a Dios como su riqueza mayor, encuentra la paz y
la alegría que perdura
Homilía
para el domingo XXV, tiempo ordinario, 21 de septiembre 2025
Basándonos
en las lecturas de Amós 8,4-7, Salmo 112,1-2.4-6.7-8, 1 Timoteo 2,1-8 y Lucas
16,1-13, reflexionemos sobre el mensaje central: elegir a Dios como nuestra
mayor riqueza nos lleva a una paz y alegría duraderas. Estas lecturas nos
invitan a examinar nuestras prioridades, nuestra relación con las riquezas
materiales y nuestra fidelidad a Dios. A continuación, se presentan 9 elementos
prácticos para aplicar este mensaje en la vida cotidiana de hoy:
1.
Practicar la justicia en nuestras relaciones
Amós
8,4-7:
El profeta condena a quienes explotan a los pobres por ganancias materiales. La
verdadera riqueza está en tratar a los demás con justicia y compasión.
Aplicación: Reflexiona
sobre tus interacciones en el trabajo, la familia o la comunidad. ¿Estás siendo
justo? Apoya a los necesitados con pequeños actos de generosidad.
2.
Ser coherente en la fe y las acciones
Amós
8,4-7:
Dios no olvida las obras de los injustos. Nuestra fe debe reflejarse en una
vida íntegra, evitando la hipocresía.
Aplicación: Evalúa si
tus acciones reflejan tus valores cristianos. Por ejemplo, ¿eres honesto en
tu trabajo o en tus tratos comerciales?
3.
Confiar en la providencia divina
Salmo
112,7-8:
«No temerá las malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor».
Quien confía en Dios encuentra paz, incluso en tiempos de incertidumbre
económica o personal.
Aplicación: Enfrenta las
preocupaciones diarias (finanzas, salud, trabajo) con la certeza de que Dios
provee. Reza con confianza el Padrenuestro: «Danos hoy nuestro pan de cada
día».
4.
Cultivar un corazón generoso
Salmo
112,5:
«Al hombre bueno, que se compadece y presta, le irá bien en sus asuntos». La
generosidad refleja el amor de Dios y trae alegría profunda.
Aplicación: Comparte tu
tiempo, talentos o recursos con alguien que lo necesite, como ayudar a un
vecino o participar en una obra social de tu parroquia
5.
Orar por todos, especialmente por los líderes
1
Timoteo 2,1-8: Pablo nos exhorta a orar por todos, incluidos los
gobernantes, para que vivamos en paz. La oración nos conecta con Dios y nos da
perspectiva para buscar el bien común.
Aplicación: Incluye en
tus oraciones diarias a tus líderes comunitarios, nacionales y eclesiales,
pidiendo sabiduría para que actúen con justicia.
6.
Buscar la paz interior a través de la fe
1
Timoteo 2,5-6: Cristo es el único mediador que nos reconcilia con Dios.
Esta verdad nos libera de la ansiedad de buscar seguridad en cosas pasajeras.
Aplicación: Cuando
sientas inquietud, acude a la confesión o a la Eucaristía para renovar tu
relación con Cristo, fuente de paz.
7.
Poner a Dios en el centro de nuestras decisiones
Lucas
16,13:
«No pueden servir a Dios y al dinero». En un mundo donde el éxito a menudo se
mide por la acumulación de bienes, debemos preguntarnos: ¿qué guía mis
decisiones? Elegir a Dios como prioridad implica alinear nuestras acciones
con sus enseñanzas, buscando su voluntad en todo momento.
Aplicación: Dedica tiempo
diario a la oración para discernir cómo Dios quiere que vivas tus
responsabilidades.
8.
Administrar los bienes con responsabilidad
Lucas
16,1-13:
La parábola del administrador astuto nos enseña a usar los recursos materiales
con inteligencia, no para acumular, sino para construir relaciones y ayudar a
otros.
Aplicación: Haz un
presupuesto consciente, priorizando necesidades sobre deseos y destinando una
parte de tus ingresos a obras de caridad.
9.
Vivir con desapego material
Lucas
16,10-11:
Ser fiel en lo poco (los bienes materiales) nos prepara para recibir las
verdaderas riquezas (la vida eterna). El desapego no significa rechazar el
dinero, sino usarlo sin que nos domine.
Aplicación: Examina tus
apegos. ¿Qué cosas materiales te generan ansiedad? Simplifica tu vida, donando
lo que no necesitas.
Conclusión.
Las
lecturas de hoy nos desafían a vivir con un corazón orientado hacia Dios,
usando los bienes materiales como herramientas para el bien, no como fines en
sí mismos. Al elegir a Dios como nuestra mayor riqueza, encontramos una paz y
alegría que el mundo no puede ofrecer. Que estas 10 prácticas nos ayuden a
vivir como administradores fieles, confiando en que Dios nos sostiene y nos
guía hacia la verdadera felicidad.
Oración
final.
Señor, ayúdanos a ponerte en el centro de nuestras vidas, a usar tus dones con
generosidad y a confiar en tu amor para encontrar la paz y la alegría que
perduran. Amén.
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