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    viernes, 19 de septiembre de 2025

    Quien elige a Dios como su riqueza mayor, encuentra la paz y la alegría que perdura


    Evangelización | P. Ciprián Hilario, msc

     


    Quien elige a Dios como su riqueza mayor, encuentra la paz y la alegría que perdura

    Homilía para el domingo XXV, tiempo ordinario, 21 de septiembre 2025

     

    Basándonos en las lecturas de Amós 8,4-7, Salmo 112,1-2.4-6.7-8, 1 Timoteo 2,1-8 y Lucas 16,1-13, reflexionemos sobre el mensaje central: elegir a Dios como nuestra mayor riqueza nos lleva a una paz y alegría duraderas. Estas lecturas nos invitan a examinar nuestras prioridades, nuestra relación con las riquezas materiales y nuestra fidelidad a Dios. A continuación, se presentan 9 elementos prácticos para aplicar este mensaje en la vida cotidiana de hoy:

     

    1. Practicar la justicia en nuestras relaciones

    Amós 8,4-7: El profeta condena a quienes explotan a los pobres por ganancias materiales. La verdadera riqueza está en tratar a los demás con justicia y compasión.

     

    Aplicación: Reflexiona sobre tus interacciones en el trabajo, la familia o la comunidad. ¿Estás siendo justo? Apoya a los necesitados con pequeños actos de generosidad.

     

    2. Ser coherente en la fe y las acciones

    Amós 8,4-7: Dios no olvida las obras de los injustos. Nuestra fe debe reflejarse en una vida íntegra, evitando la hipocresía.

     

    Aplicación: Evalúa si tus acciones reflejan tus valores cristianos. Por ejemplo, ¿eres honesto en tu trabajo o en tus tratos comerciales?

     

    3. Confiar en la providencia divina

    Salmo 112,7-8: «No temerá las malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor». Quien confía en Dios encuentra paz, incluso en tiempos de incertidumbre económica o personal.

     

    Aplicación: Enfrenta las preocupaciones diarias (finanzas, salud, trabajo) con la certeza de que Dios provee. Reza con confianza el Padrenuestro: «Danos hoy nuestro pan de cada día».

     

    4. Cultivar un corazón generoso

    Salmo 112,5: «Al hombre bueno, que se compadece y presta, le irá bien en sus asuntos». La generosidad refleja el amor de Dios y trae alegría profunda.

     

    Aplicación: Comparte tu tiempo, talentos o recursos con alguien que lo necesite, como ayudar a un vecino o participar en una obra social de tu parroquia

     

    5. Orar por todos, especialmente por los líderes

    1 Timoteo 2,1-8: Pablo nos exhorta a orar por todos, incluidos los gobernantes, para que vivamos en paz. La oración nos conecta con Dios y nos da perspectiva para buscar el bien común.

     

    Aplicación: Incluye en tus oraciones diarias a tus líderes comunitarios, nacionales y eclesiales, pidiendo sabiduría para que actúen con justicia.

     

    6. Buscar la paz interior a través de la fe

    1 Timoteo 2,5-6: Cristo es el único mediador que nos reconcilia con Dios. Esta verdad nos libera de la ansiedad de buscar seguridad en cosas pasajeras.

     

    Aplicación: Cuando sientas inquietud, acude a la confesión o a la Eucaristía para renovar tu relación con Cristo, fuente de paz.

     

    7. Poner a Dios en el centro de nuestras decisiones

    Lucas 16,13: «No pueden servir a Dios y al dinero». En un mundo donde el éxito a menudo se mide por la acumulación de bienes, debemos preguntarnos: ¿qué guía mis decisiones? Elegir a Dios como prioridad implica alinear nuestras acciones con sus enseñanzas, buscando su voluntad en todo momento.

     

    Aplicación: Dedica tiempo diario a la oración para discernir cómo Dios quiere que vivas tus responsabilidades.

     

    8. Administrar los bienes con responsabilidad

    Lucas 16,1-13: La parábola del administrador astuto nos enseña a usar los recursos materiales con inteligencia, no para acumular, sino para construir relaciones y ayudar a otros.

     

    Aplicación: Haz un presupuesto consciente, priorizando necesidades sobre deseos y destinando una parte de tus ingresos a obras de caridad.

     

    9. Vivir con desapego material

    Lucas 16,10-11: Ser fiel en lo poco (los bienes materiales) nos prepara para recibir las verdaderas riquezas (la vida eterna). El desapego no significa rechazar el dinero, sino usarlo sin que nos domine.

     

    Aplicación: Examina tus apegos. ¿Qué cosas materiales te generan ansiedad? Simplifica tu vida, donando lo que no necesitas.

     

    Conclusión. Las lecturas de hoy nos desafían a vivir con un corazón orientado hacia Dios, usando los bienes materiales como herramientas para el bien, no como fines en sí mismos. Al elegir a Dios como nuestra mayor riqueza, encontramos una paz y alegría que el mundo no puede ofrecer. Que estas 10 prácticas nos ayuden a vivir como administradores fieles, confiando en que Dios nos sostiene y nos guía hacia la verdadera felicidad.

     

    Oración final. Señor, ayúdanos a ponerte en el centro de nuestras vidas, a usar tus dones con generosidad y a confiar en tu amor para encontrar la paz y la alegría que perduran. Amén.






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