Opinión | Matilde Santos*
El impacto de la
tecnología en el hogar
La inteligencia artificial (IA) ha entrado en nuestras
casas. Es innegable que ofrece muchos beneficios, y eso ha hecho que nos
apresuremos a tener un hogar digitalizado, pensando que nos va a hacer más
fácil vivir y nos va a permitir disfrutar del bien más preciado y escaso hoy en
día, el tiempo. Pero una vez dentro del túnel de la digitalización, en el think tank internacional Home Renaissance
Foundation nos preguntamos si nos hemos precipitado al hacer de
nuestro hogar una smart house.
El hogar digital puede poner en riesgo algunos de sus valores
intrínsecos fundamentales como son la privacidad, la seguridad, la estabilidad,
el confort o el cuidado. Y esto sería un contrasentido. Nos veríamos dueños y
usuarios de un edificio con un alto nivel de robotización, pero donde lo que
hace hogar no existiese. El comportamiento humano, con sus fallos, despistes,
olvidos, o las relaciones entre familiares se están viendo impactados por esos
avances tecnológicos que se han diseñado para servirnos. Las preguntas serían:
¿es un hogar empoderado por la IA realmente
un dulce hogar, o simplemente una casa inteligente? ¿El impacto está resultando
positivo o negativo?
Los desarrollos conducidos por las tecnologías inteligentes se pueden
aplicar y usar en el hogar, indudablemente. Sería tonto no hacerlo. Ya existen
robots que son una buena ayuda en la gestión del hogar, que realizan algunas de
esas tareas necesarias, mecánicas e inevitables: aspiradora, plancha, cocina,
cortacésped, alimentador de mascotas, y un largo etcétera. Estos dispositivos
inteligentes han demostrado ser eficientes, ahorran tiempo y energía, no
requieren esfuerzo, son silenciosos, funcionan las 24 horas del día, los siete
días de la semana, sin pausas para el café. Incluso algunas aplicaciones de IA
pueden ayudar a enriquecer nuestro conocimiento y ampliar nuestra visión. No
podemos imaginarnos el futuro sin la IA, y no imaginamos una IA real y aplicada
si no está en el futuro.
Pero lo que deberíamos plantearnos es si, a la vez que somos capaces de
valorar las ventajas que la tecnología nos ha traído, también podemos ver los
cambios que se están produciendo en nuestra forma de relacionarnos, de
trabajar, de comunicarnos –especialmente en nuestros hogares–, y si eso es lo
que queremos. Si esos cambios nos hacen mejores, incluso más felices o no. Las
familias se encuentran muchas veces perdidas y ante la disyuntiva de controlar
las pantallas y el tiempo que sus hijos pasan con ellas o no saber muy bien qué
efectos tendrán en ellos si no lo hacen. El último informe de la
fundación, El impacto de la tecnología en el hogar, recoge esa
sensación que viven los padres, pero también lo que opinan los expertos,
psiquiatras e incluso los desarrolladores de IA. La conclusión es compleja,
porque la tecnología no es algo sencillo ni tampoco inocuo. Tenerlo en cuenta y
ser conscientes es, en definitiva, lo importante para prepararse y tomar
medidas.
Muchos de estos dispositivos que ya tenemos en nuestras casas pueden
significar enriquecimiento, pero también contribuyen, de una u otra manera, a
nuestro empobrecimiento, incluso al aislamiento pese a parecer que están hechos
para lo contrario. Otros riesgos son, por ejemplo, el sesgo de contenido y la
pérdida de privacidad, que se está convirtiendo en un gran problema en la
actualidad. La gran mayoría de estos dispositivos son espías domésticos, ya que
para poder cumplir su papel necesitan aprenden todo sobre nuestros hábitos,
horarios, gustos, preferencias… Esto nos hace muy vulnerables, sobre todo si no
somos conscientes de que estamos expuestos. ¿Estamos seguros de que queremos
dejar la puerta abierta de nuestra casa, ese lugar que desde épocas remotas es
nuestro lugar seguro, a algo que desconocemos o que al menos no somos capaces
de controlar?
Desde Home Renaissance Foundation proponemos pararnos a pensar en lo que
la IA ha hecho por nuestros hogares hasta ahora y lo que podría hacer en un
futuro. La era digital del hogar ya está aquí. Podemos fomentar aquellos
beneficios que nos trae, pero cambiar lo que, tras una profunda evaluación, no
nos parezca apropiado. Hay que tener en cuenta que hoy en día los cambios van
más rápido que nuestra reacción a ellos, pero en esto nos jugamos mucho. Vale
la pena tomarse un momento para reflexionar hacia dónde nos lleva la IA, y si
queremos llegar ahí. De nosotros depende estar preparados y preparar a las
futuras generaciones para que ese impacto de la tecnología sea positivo y
tengamos las herramientas suficientes para enfrentarnos a los riesgos que van a
surgir.
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