Fe y Vida | Miguel A. Munárriz/FA
Padre, Palabra y Viento
Jn
16, 12-15
«Cuando
venga Él, el EspÃritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa»
En
Nicea, un grupo de teólogos presuntuosos creyó poder meterse en la esencia de
Dios y proclamó el dogma de la SantÃsima Trinidad. Abandonaron el estilo de
Jesús, pensaron que con la razón podÃan acceder a la intimidad de Dios y se
equivocaron de plano; porque de Dios solo conocemos lo que Él nos ha dicho de
sà mismo.
Pero
es que además el misterio de la SantÃsima Trinidad resulta hoy muy poco
interesante, y la razón es doble; por una parte, que tanta erudición nos
desborda, y por otra, que no nos ayuda a vivir. No obstante, si trascendemos su
formulación dogmática podremos descubrir la raÃz evangélica que en él subyace,
ya que en Jesús hemos descubierto que Dios es para nosotros Padre, Palabra y
Viento.
El
punto de partida es siempre Jesús, porque el quicio fundamental de quienes nos
llamamos cristianos es creer en Jesús visibilidad de Dios sin poner en duda su
humanidad. Dios se nos da a conocer en Jesús y se comunica con nosotros a
través de Jesús y, por tanto, creer en él es creer que, no solo sus dichos,
sino toda su vida, es “Palabra de Dios”
Pero
hay más, porque cuando le escuchamos hablar de Dios —es decir, cuando Dios nos
habla de sà mismo a través de Jesús— nos quedamos asombrados, porque no
menciona ninguna de las cualidades maravillosas que siempre le habÃamos
atribuido, sino que nos habla de Abbá; “El Padre” que sale cada atardecer a
esperar a su hijo perdido.
Y
cuando le vemos dedicar su vida a enseñar y curar sin descanso, o le vemos
rodeado de multitudes que le siguen fascinadas, o escuchamos sus criterios
poderosos de vida, o le vemos capaz de llegar hasta las últimas consecuencias
por fidelidad a su misión… creemos que en Jesús sopla un viento irresistible,
el “Viento de Dios”; el EspÃritu de Dios que impulsa a la humanidad y actúa en
cada uno de nosotros.
Mirando
a Jesús vemos pues que Dios es el Padre con quien podemos contar, la Palabra
que nos guÃa por la vida y el Viento que nos ayuda a caminar; Padre, Palabra y
Viento. Dios se comunica con nosotros —Palabra—, actúa en nosotros —EspÃritu— y
es nuestro Padre —Abbá—. Y esto significa que Dios no es un ser misterioso e
insondable, sino un sembrador que esparce la semilla de la Palabra
continuamente y nos alienta en nuestro caminar por la vida.
Y
esto es magnÃfico, porque ese dogma incomprensible y aparentemente estéril que
pensábamos que no nos interesaba nada, se convierte en algo importante para
nosotros, porque este conocimiento de Dios orienta nuestra vida, nos permite
caminar correctamente por ella y, en consecuencia, es fuente de seguridad y
estÃmulo.
Publicado
por Feadulta.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...