Reflexión | Antonio Moreno Ruiz/VN
Amor por la oración
Evangelio: Lucas
6,12-19
En
aquel tiempo subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los
nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano,
Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado
el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó
del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y
de pueblo procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de
Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados
por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque
salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Comentario
«¿Cuánto
es lo que debes hacer por salvar tu alma cuando Jesucristo pasa toda la noche
orando por ti?», se preguntaba san Ambrosio. Los largos y frecuentes períodos
de oración de Jesús que narran los evangelios son un estímulo para imitarle,
para reservarnos tiempo para estar a solas con el Padre, para contarle nuestras
preocupaciones, para pedirle la luz que necesitamos, para entender su voluntad
y coger fuerzas para cumplirla. Y es que, cuando se quiere a alguien, lo que
más se desea es estar junto a él, perder el tiempo juntos. Danos, Señor, amor
por la oración, confianza en que tú escuchas y atiendes nuestros ruegos y
sabiduría para entender que siempre, siempre, es tiempo ganado.
Publicado
por Vida Nueva
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