Papa Francisco | Zenit
Cambiar no significa seguir las modas del momento, dice el
Papa a comunicadores
Papa
Francisco marca cuatro objetivos para la comunicación católica.
En
ocasión del XXV aniversario de la fundación de la Coordinación de Asociaciones
para la Comunicación (COPERCOM), el Papa recibió a miembros de dicha
institución en audiencia privada la mañana del lunes 31 de octubre. En su
discurso el Papa puso cuatro objetivos para la comunicación católica. Ofrecemos
el discurso en español con negritas, encabezado y traducción de ZENIT.
Les
doy la bienvenida y agradezco al Presidente de la Coordinadora de Asociaciones
de Comunicación sus amables palabras. Me complace compartir este momento de
celebración –aplazado dos años debido a la pandemia– por el 25º aniversario de
la fundación de la Coordinadora, junto con todas las asociaciones que
actualmente pertenecen a ella. Es un aniversario que nos invita a dar las
gracias por la feliz intuición de crear, con el apoyo de la SecretarÃa General
de la Conferencia Episcopal Italiana, una organización que pusiera en red a
varias asociaciones nacionales que trabajan en el ámbito de la comunicación. Al
mismo tiempo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre la misión que
debe cumplir una organización como la suya hoy en dÃa: de hecho, los procesos
de comunicación cambian continuamente y con rapidez, lo que requiere un «más»
de planificación y visión. Por ello, aprovecho esta oportunidad para
reflexionar con ustedes sobre algunos objetivos.
Primer
objetivo: el institucional de la coordinación
La
primera es, por asà decirlo, institucional: la coordinación. Es un objetivo
noble reunir varias realidades para lograr un objetivo muy concreto. Coordinar
es un verbo que nos resulta familiar. ¿Pero para quién? ¿Para qué? Estas son
las preguntas que ayudan a definir mejor el compromiso diario con la buena
comunicación. Coordinar no es una tarea fácil, requiere paciencia, visión,
unidad de propósito y, sobre todo, la valorización de las identidades
asociativas individuales, que deben ponerse al servicio del conjunto. Hay que
hacer fructificar los talentos y las capacidades en beneficio de todos, al
servicio de la Iglesia en Italia. Os animo a empezar desde aquà y a mirar al
futuro con confianza, dispuestos también a tomar caminos diferentes e
innovadores. El camino recorrido en estos veinticinco años le ofrece ya un buen
caudal de experiencia para seguir mejorando el trabajo de coordinación.
Segundo
objetivo: el cambio
Un
segundo objetivo es el cambio. Hemos observado repetidamente que «lo que
estamos viviendo no es simplemente una era de cambio, sino un cambio de época.
Estamos, por tanto, en uno de esos momentos en los que los cambios ya no son
lineales, sino epocales; constituyen opciones que transforman rápidamente el
modo de vivir, de relacionarse, de comunicar y procesar el pensamiento, de
relacionarse entre las generaciones humanas y de entender y vivir la fe y la
ciencia» (Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2019).
Por
lo tanto, no hay que tener miedo a dejarse desafiar por los retos y las
oportunidades que propone el momento actual. En esto deberÃan ser expertos:
¡expertos en el cambio! De hecho, al estar a cargo de la comunicación, sabe muy
bien cómo las innovaciones tecnológicas están acelerando los procesos y las
transiciones generacionales. El cambio, para ser abordado y gestionado de forma
fructÃfera, requiere una buena formación y capacitación. Les invito a mirar, en
particular, a las nuevas generaciones y a identificar las vÃas más adecuadas
para establecer contactos significativos con ellas. Y cuidado, porque cambiar
no significa seguir las modas del momento, sino convertir la forma de ser y de
pensar, partiendo de la actitud de asombro ante lo que no cambia y, sin
embargo, ¡siempre es nuevo! Asombro que es el antÃdoto contra la costumbre
repetitiva y la autorreferencialidad. El asombro te hace avanzar, te hace
cambiar, te hace caminar. El hábito es repetitivo, y la autorreferencialidad
hace que te mires, asÃ, en el espejo.
Tercer
objetivo: conocer, escuchar y hablar
El
tercer objetivo es un trÃptico: conocer, escuchar y hablar. Es una especie de
«a-b-c» del buen comunicador, porque es la dinámica que sustenta toda buena
comunicación.
En
primer lugar, el encuentro con el otro: significa abrir el corazón, sin
pretensiones, a la persona que tenemos delante. El encuentro es el requisito
previo al conocimiento. Si no hay encuentro, no hay comunicación. Pero para que
haya encuentro debe haber sinceridad. Pretender reunirse es no reunirse, y eso
es malo.
Luego
viene la escucha. Muy a menudo nos acercamos a los demás con nuestras
convicciones, hechas de ideas preconcebidas, y corremos el riesgo de permanecer
impermeables a la realidad de quien tenemos delante. En cambio, se trata de
aprender a callar, en primer lugar, dentro de uno mismo, y a respetar al otro:
respetarlo no formalmente, sino, de hecho, escuchándolo, porque cada persona es
un misterio. Escuchar es el ingrediente indispensable para que haya un
verdadero diálogo. Sólo después de escuchar llega la palabra. San Juan escribe:
«Lo que hemos visto y oÃdo, os lo anunciamos también a vosotros, para que
también tengáis comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con
su Hijo, Jesucristo» (1 Juan 1,3). La palabra, saliendo del silencio y la
escucha, puede convertirse en anuncio, y entonces la comunicación se abre a la
comunión. Reunirse, escuchar y luego hablar. Deja que tu trabajo se guÃe
siempre por estas acciones, centrándose siempre en los sustantivos, es decir,
en las personas, y no en los adjetivos que distraen. Estamos en una cultura que
ha caÃdo en el adjetivismo, todo es adjetivo, y cuando se adjetiva se pierde la
sustancialidad de la cosa. Esta misma dinámica también puede marcar un punto de
inflexión para los diversos conflictos que parecen querer engullir este tiempo.
Cuarto
objetivo: sinodalidad
Y
finalmente, un último elemento: el camino sinodal, del que todos han oÃdo
hablar. La Iglesia, incluso en Italia, está haciendo un camino, un proceso que
forma parte del iniciado el año pasado a nivel universal, y que continuará
hasta 2024. Más allá de la exploración temporal, caminar de manera sinodal
significa vivir la eclesialidad en plenitud. Tal como enseñó el Concilio
Vaticano II, que daba sus primeros pasos hace sesenta años. Os exhorto, pues, a
aportar vuestra contribución especÃfica a este camino de la Iglesia en Italia.
Como asociaciones nacionales, sois lugares donde se miden los conceptos y las
teorÃas de cada dÃa con el cansancio y la esperanza de las mujeres y los
hombres. Esta fraternidad de vida puede abrir una ventana importante en un
momento de gran conflicto. Que seáis, en vuestro compromiso diario, testigos y
tejedores de comunión.
Os
encomiendo a San Francisco de Sales, patrón de los periodistas y comunicadores,
y al Beato Carlos Acutis, que nos muestra lo importante que es ser creativo,
ser ingenioso en el mundo de la comunicación digital, no repetitivo. Te bendigo
y rezo por ti. Y tú, por favor, reza por mÃ. Gracias.
Publicado
por Zenit
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