Testigos de la Fe | Juan José Tamayo
El pensamiento
vivo de Ignacio Ellacuría
"Un
simposio para reparar la amnesia, un reconocimiento al uno de los pensadores
más brillantes de nuestro tiempo"
La madrugada
del 16 de noviembre de 1989 fue asesinado en San
Salvador el rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
(UCA) Ignacio Ellacuría, junto con sus compañeros jesuitas
Juan Manuel Moreno, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Amando López, Joaquín
López y López, la trabajadora doméstica Julia Elba Ramos y su hija Celina, de
16 años.
Tamaño
asesinato, que conmocionó al mundo, fue llevado a cabo por el
sanguinario Batallón Atlacatl del Ejército salvadoreño con el
conocimiento ¿y la aprobación? del presidente de El Salvador, Alfredo
Cristiani. Imanol Uribe ha dirigido la excelente película “Llegaron de noche”
sobre los asesinatos, que fue estrenada en marzo de este año y recomiendo
verla.
Ignacio
Ellacuría fue filósofo, teólogo de la liberación y politólogo español (Portugalete, Bilbao, 1930),
nacionalizado salvadoreño, que ejerció una gran influencia política, cultural y
religiosa no solo en El Salvador sino en toda América Latina. Es, sin duda, uno
de los más brillantes pensadores de nuestro tiempo que, treinta y tres
años después de su asesinato, sigue iluminando la oscuridad del presente con
sus obras y sus propuestas revolucionarias como estas: “revertir la historia,
subvertirla y lanzarla en otra dirección”, “sanar la civilización enferma”,
“superar la civilización del capital”, “evitar un desenlace fatídico y fatal”.
Ignacio
Ellacuría: "Si la revolución no pasa por la universidad, en el sentido de
que no es ella su motor principal, la universidad debe pasar por la revolución,
porque revolución y razón no tienen por qué estar en contradicción; más bien,
en las cuestiones históricas se reclaman y se exigen mutuamente"
Sin embargo, y
por contradictorio que parezca, en España, donde nació y ejerció
una importante influencia en el terreno religioso, es hoy poco conocido
y menos reconocido, creo, en el ámbito intelectual, filosófico, teológico y
académico. A las personas que nos dedicamos a su estudio y al análisis de su
pensamiento nos resulta difícil, e incluso doloroso entender a qué puede
deberse tamaño olvido. Precisamente para reparar dicha amnesia y
hacerle justicia celebramos un Simposio Internacional sobre “El pensamiento
vivo de Ignacio Ellacuría” los días 19,20 y 21 de octubre en la
librería Metalibrería de Madrid y en la Universidad de Alcalá.
En
Metalibrería presentamos tres libros recientes en torno a la
relevancia de su figura y a la actualidad de su filosofía, teología y teoría y
práctica políticas. Marcela Brito de Butter, catedrática de
filosofía de la UCA, de San Salvador, ha publicado una excelente monografía
Ignacio Ellacuría. Fraternidad solidaria (Herder, 2022), en la
que da a conocer su figura fascinante tanto en su vida como en su muerte
martirial y analiza su filosofía de la realidad histórica y su compromiso
radical con las mayorías populares empobrecidas. Fue la propia autora quien lo
presentó.
Javier López
de Goicoechea Zabala, profesor de
la Facultad de Derecho y del Instituto de Ciencias de las Religiones de la
Universidad Complutense, presentó su libro Hacerse cargo de la
realidad. Sobre la teología-política de Ignacio Ellacuría (Comares, Granada,
2021), donde elabora un lúcido perfil intelectual de Ellacuría a través de un
amplio y riguroso recorrido por los años de su formación y madurez y ofrece una
sólida reconstrucción de la filosofía, teología y teoría política de Ellacuría
en su carácter unitario y orientación emancipatoria.
Yo hice la
presentación de la obra colectiva Ignacio Ellacuría. 30 años después (Tirant,
Valencia, 2021), editada por Héctor Samour -fallecido en febrero de 2022-, uno
de los más importantes especialistas mundiales en Ellacuría, y por mí. La obra
recoge las 40 conferencias pronunciadas por especialistas ellacurianos de
Centroamérica, México, Colombia y España en el Coloquio Internacional sobre
Ignacio Ellacuría celebrado en San Salvador en noviembre de 2019 con motivo del
30 aniversario de su asesinato.
Las
reflexiones giran en torno a sus aportaciones en los campos filosófico,
teológico, político, derechos humanos, ciencias sociales y en el análisis del
“mal común” y del bien común como respuesta. Dichas aportaciones son
reconocidas por intelectuales y personalidades académicas mundiales de
prestigio de las últimas décadas. Estamos, creo, ante una de las obras
más completas sobre el pensamiento del rector mártir de la UCA.
En la Facultad
de Filosofía de la Universidad de Alcalá de Henares celebramos la segunda
parte del Simposio Internacional centrada en “El pensamiento vivo de Ignacio
Ellacuría”. Participamos personas estudiosas de Ellacuría en
diferentes campos. Diego Gracia, presidente de la Fundación Zubiri, habló del
realismo de Zubiri y Ellacuría frente al idealismo y el materialismo. Marcela
Brito, catedrática de Filosofía de la UCA, centró su reflexión en la
radicalidad del bien en el pensamiento de Ellacuría.
Javier López
de Goicoechea Zabala, profesor de Derecho en la Universidad complutense de
Madrid, analizó la aportación de Ellacuría al pensamiento político
contemporáneo. Juan Antonio de Nicolás, catedrático de Filosofía de la
Universidad de Granada, se refirió a la impresión asimétrica de la realidad en
Zubiri y Ellacuría.
Yo centré la
atención en la contribución ellacuriana al pensamiento decolonial. Antonio
González, director académico de la Fundación Zubiri, habló de Ellacuría y
la dialéctica. Fernando Monedero, doctorando de la Universidad Complutense de
Madrid, reflexionó sobre la idea de “estructura” en la obra de Ellacuría, tema
central de la filosofía ellacuriana sobre el que está trabajando con rigor y
competencia en su tesis doctoral. José Manuel Romero, profesor de Filosofía en
la Universidad de Alcalá, analizó la actualidad de la filosofía de la realidad
histórica y de la praxis en Ellacuría.
Juan Antonio
Nicolás informó
sobre la situación en que se encuentra la edición de la obra completa de
Ellacuría, que está programada en 25 volúmenes de quinientas páginas cada
volumen, será publicada por la editorial Comares y dirigirá él mismo. Es, sin
duda, el proyecto más ambicioso que hará justicia a uno de los pensadores más
promitentes del siglo XX.
Los numerosos
estudios sobre Ellacuría tras su asesinato, el Simposio que acabamos de
celebrar y la próxima publicación de su Obra Completa por la editorial Comares
son la prueba más fehaciente de su vigencia y actualidad, en otras palabras, de
que estamos ante su “pensamiento vivo” capaz de dialogar con
las corrientes contemporáneas filosóficas teológicas, políticas y sociales.
En el
artículo “Mi caminar con Ignacio Ellacuría”, con el que se cierra
el libro Ignacio Ellacuría. 30 años después, su compañero, amigo y colega el
teólogo Jon Sobrino lo define como “antorcha” por su clarividencia, lucidez y
precisión y por su capacidad para iluminar y arder, así como para “para mover
el corazón y eliminar lo que impide ver”. Ellacuría, sigue diciendo,
“desentrampó la verdad entrampada por múltiples intereses dispuestos a que la
verdad no salga a la luz.
Termino con un texto del propio Ellacuría especialmente luminoso en torno al necesario carácter revolucionario de la universidad y a la compatibilidad entre razón y revolución: “Si la revolución no pasa por la universidad, en el sentido de que no es ella su motor principal, la universidad debe pasar por la revolución, porque revolución y razón no tienen por qué estar en contradicción; más bien, en las cuestiones históricas se reclaman y se exigen mutuamente”.
Hasta el
presenteno se ha cumplido el condicional de Ellacuría ni el deber ser: ni la revolución
ha pasado por universidad, ni la universidad ha pasado por la revolución, ni
tampoco se ha producido la complicidad entre razón y revolución. Todo lo
contrario, cada vez han ido alejándose más universidad, razón y
revolución. Pero estamos a tiempo de revertir el proceso hasta
llegar a la triple alianza. De nosotros depende.
"Su
compañero, amigo y colega el teólogo Jon Sobrino lo define como 'antorcha' por
su clarividencia, lucidez y precisión y por su capacidad para iluminar y arder,
así como para “para mover el corazón y eliminar lo que impide ver"
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