Vida Humana | Ángel Morillo/ADN Celam
El desalojo en El Seibo: Katiana, la niña dominicana que
denunció a los Herodes de las azucareras
Desde
1920 la paz en El Seibo, una provincia al este de República Dominicana, se
resquebrajó. Los sueños de desarrollo y futuro quedaron en una especie de
limbo.
Un
canto de la tradición popular describe así: “¡La tierra del Este / es una gran
finca sembrada de caña /con muchos potreros y empalizadas! / ¡Hay muchos
carriles para tirar caña/ pero no hay caminos para la esperanza!”.
Es
el relato del sacerdote Miguel Ángel Gullón, de la comunidad de los Dominicos y
del equipo de Radio Seibo, quien comienza ubicando el origen del despojo de
tierras a las comunidades campesinas de esta región.
Cuenta
que “más del 70 % de la tierra de la provincia está ocupada por el Central
Romana (CR), ya sea con caña de azúcar o potreros para las vacas que han sido
creadas genéticamente en sus laboratorios para resistir el acarreo de la caña y
la producción de carne. El CR ha venido mancillando la dignidad de muchas
familias robándoles su tierra de la forma más irrespetuosa que se pueda
conocer”.
El
padre ha presentado este caso en diversos espacios incluido el Alto Comisionado
de los derechos humanos de la ONU en Ginebra.
También
la Comisión de Ecología integral del Consejo Episcopal Latinoamericano y
Caribeño (Celam) ha tomado nota del caso para hacer acompañamiento.
Intimidación
y violencia
El
padre Gullón explica que esta situación ha generado “angustia, desesperación,
zozobra; no hay palabras para definir la realidad que están viviendo las
familias que viven en Los Solares, un pequeño espacio de tierra en el centro de
la ciudad de Santa Cruz de El Seibo”.
“Desde
el día 9 de julio de 2020, que fue el primer desalojo, hasta el 26 de enero de
2022 en que el Central Romana se apareció en la madrugada, todo se ha vuelto
una incertidumbre preñada de miedo, rabia e impotencia. En verdad se estaba
viviendo una rutina de hacer vigilias durante las noches en la capilla
ecuménica con el fin de no ser sorprendidos por más desalojos”, detalla.
Las
132 familias que forman la Asociación “Seibanos por un solar” se organizaron
para que siempre hubiera personas que dieran la alerta en caso de movimientos
extraños, porque funcionarios de la CR llegaban a las comunidades a
intimidarlos.
Para
ello presentaban “supuestos títulos que demostraban su propiedad y, a
continuación, llevaban presos a integrantes de las familias. Ante esta
situación de ausencia de dignidad, de falta de tierra y que tiene como
consecuencia la falta de oportunidades de trabajo y de poder construir una
vivienda, muchas personas han emigrado a las ciudades en búsqueda de mejores
condiciones de vida”.
Víctimas
de la barbarie
Pero
lo que rompió esta rutina – señala Gullón – fueron las palabras de Katiana, una
niña de 10 años, que en una de las intervenciones en los micrófonos de Radio
Seibo dijo: «Los del Central Romana vienen a matarnos». Se hizo un silencio
sepulcral que nos hizo comprender la gravedad de la situación.
En
efecto, “la indolente Compañía Central Romana apuntó con sus escopetas, dedo en
el gatillo, a las niñas y niños helándoles su bella sonrisa e infundiendo el
terror más cruel que les ha quedado grabado en sus corazones y ahora dibujan en
la escuela con colores tristes”.
Ese
26 de enero de 2022, a las 3 de la madrugada, mercenarios de la central
azucarera irrumpieron para desalojar a 60 familias, especialmente a mujeres y
niños, que tenían habitando esos terrenos desde hace dos años.
Yeidi
Sierra, una niña de cinco años, dormía con su mamá en la casa 10. Piso de
arena, techo de paja y sin servicios. En el tumulto del desalojo agarró una de
sus sandalias negras y huyó bajo la lluvia. Perdió la otra y junto con esta, la
esperanza.
Para
el presbítero se tratan de tierras que sólo “le pertenecen a Dios y en unos
segundos la cobardía del Central Romana rompió el silencio de la noche
provocando los llantos de las niñas y niños que se quedaron cobijados bajo el
frío manto de las estrellas y destemplados por la fría agua de la lluvia del
cielo que lloró de impotencia”.
Además,
agrega que “estas humildes moradas fueron construidas con el sudor de las
mujeres lavando y planchando ropa y de los hombres echando días en el campo y
en la construcción. A la luz del día denunciamos la cobardía de la noche”-
La
Iglesia acompaña
Desde
entonces, la lucha arreció si cabe con más fuerza, por ende, “como sociedad no
podemos permitir que nuestros niños y niñas, además de heredar un
empobrecimiento severo, carguen con el trauma del miedo a la barbarie desde su
santa inocencia”.
De
esta forma organizaciones como “la Familia Dominica, Acción Verapaz, la Escuela
El Rosario, ALER, UDECA y Radio Seibo junto a tantas personas e instituciones
de buena voluntad denunciamos a la luz del día la cobardía de aquella noche”.
“Queremos
ser eco del grito que lanzó hace 500 años Fray Antonio de Montesinos el cual
resuena aún en nuestros días: «Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y
morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. ¿Estos
no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como
a vosotros mismos?»”.
Publicado
por ADN Celam
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