Nuestra Fe | Leonor Asilis
Seamos
Sabios como los Reyes
Se acerca la
fiesta de la EpifanÃa, conocida popularmente como la de los Reyes Magos. En
verdad, no se sabe a ciencia cierta si eran magos, en lo personal prefiero
llamarles los Reyes o Sabios de Oriente.
Y es que, esta
fiesta como indica su nombre EpifanÃa lo que significa es la manifestación del
Señor.
A mis ojos, el
encuentro de la soberbia humana (representada por estos Reyes, figuras máximas
del poder y materialismo), con la humildad divina, (todo un Dios, el único, el
excelso, el Supremo, manifestado en la fragilidad de un ser humano, mortal en
su fase más desvalida, un simple bebe), y como si fuese poco, en la más extrema
pobreza desde una cueva perdida de Belén, acompañado de sus padres ante la
mirada absorta de los humildes pastores y animales que estaban cercanos a la
misma.
Vale destacar
como señala San AgustÃn en un lindo comentario a este pasaje bÃblico un detalle
interesante enmarcado en un paralelismo, donde señala que los pastores fueron
avisados por ángeles y los Reyes por una estrella. Prefiero ceder al mismo
Doctor de la Iglesia que nos haga el comentario.
A continuación,
sus palabras, no sin antes desearles como a mà misma quien les escribe, que una
vez encontrado a Jesucristo continuemos nuestro trayecto con Él por otra vÃa,
la que Él nos indique.
Leamos a San
AgustÃn:
«Aquellos
magos fueron los primeros gentiles en conocer a Cristo el Señor. Sin verse
sacudidos por su palabra, siguieron la estrella que se les manifestó y, cual
lengua del cielo, les hablaba de manera visible que los gentiles reconocieran
con ánimo agradecido el dÃa de la salvación de quienes fueron sus primicias y lo
dedicaran con obsequiosa solemnidad y acción de gracias a Cristo, el Señor. A
su vez, fueron primicias de los judÃos en orden a la fe y revelación de Cristo
los pastores que, desde las cercanÃas, llegaron a verlo el mismo dÃa que nació.
A aquéllos se les anunció una estrella; a éstos, los ángeles. A éstos se les
dijo: Gloria a Dios en lo alto; en aquéllos se hizo realidad el salmo: Los
cielos proclaman la gloria de Dios.»
Concluyamos
esta reflexión reconociendo que estos sabios de Oriente representan a las
naciones del mundo, entendiendo asà la universalidad de esta fiesta, aquÃ
vemos como Dios deja de manifestarse sólo a una raza, a un pueblo privilegiado,
y se da a conocer a todo el mundo.
La buena
noticia de la salvación es comunicada a todos los hombres, ya que el amor de
Dios nos abraza a todos. Volvamos a permitir seguir ahondando estos
misterios de nuevo con San AgustÃn haciéndonos eco de un fragmento del Sermón
222.
Leamos:
“El cambio de
ruta es el cambio de vida. También para nosotros proclamaron los cielos la
gloria de Dios; también a nosotros nos condujo a adorar a Cristo, cual una
estrella, la luz resplandeciente de la verdad; también nosotros hemos escuchado
con oÃdo fiel la profecÃa proclamada en el pueblo judÃo, cual sentencia contra ellos
mismos que no nos acompañaron; también nosotros hemos honrado a Cristo rey,
sacerdote y muerto por nosotros, cual si le hubiésemos ofrecido oro, incienso y
mirra; sólo queda que para anunciarle a Él tomemos la nueva ruta y no
regresemos por donde vinimos” (Sermón 202, San AgustÃn).
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