Fe y Vida | Carlos Osoro Sierra/A&O
Acoge a Dios y no vivas de espaldas a Él
Es
muy probable que alguien diga que el título de mi carta es de propaganda de mis
convicciones. Es verdad que es la convicción más profunda de mi vida, pero no
es ninguna propaganda, sino que es una oferta de quien desea amar de verdad a
todos los hombres. Es manifestación de un gran cariño por todo ser humano, pues
cuando uno recurre a la historia de la humanidad encuentra razones para poder
decir que no podemos vivir de espaldas a Dios. Os lo aseguro: las destrucciones
morales, las destrucciones de la dignidad del hombre se dan con mayor facilidad
cuando vivimos de espaldas a Dios. ¿Cómo eliminar estas ruinas de la humanidad
que destruyen las relaciones y los fundamentos de la persona?
Me
vais a permitir un atrevimiento: solamente eliminaremos las ruinas que asolan
nuestra historia humana si tenemos la valentía de volver a Dios, si somos
capaces de reconocer la centralidad de Dios, porque, sin Dios, el hombre y el
mundo no se explican. Con más claridad: las cuentas sobre el hombre (mírate a
ti mismo) no cuadran sin Dios y, si te cuadran, dímelo que lo escucharé con
interés. Lo mismo pasa con las cuentas sobre el mundo y sobre todo el universo,
tampoco cuadran sin Dios.
Os
invito a todos a tener la osadía de superar el miedo a Dios; os animo a
situarlo en vuestra vida, en vuestra cercanía. Jesucristo nos ha revelado a un
Dios que es Bondad y Amor, que tiene un rostro que no nos deja indiferentes,
que no quiere que caminemos a tientas, sino que elimina la oscuridad y nos
envuelve en su claridad. En Jesucristo se nos ha mostrado el rostro de un Dios
que quiso y se permitió hacerse pequeño para decirnos: «El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre» (Jn 14, 9). Un Dios que asumió el rostro humano, que
mostró tal amor a los hombres que se dejó clavar por nosotros en la cruz para
así llevar hasta el corazón de Dios a todos. ¡Qué hondura alcanza la vida
humana con un Dios que nos salva y elimina de nosotros los miedos y hace que
desaparezcan los vacíos que llegan a nuestra existencia!
Te
pido por unos momentos que no intentes silenciar a Dios o vivir en su
indiferencia, pues encontrarás que el silencio o la indiferencia siempre acaban
traicionando al hombre mismo. Hoy no nos sucede como a los primeros cristianos,
que al ir al mundo conocido de entonces se encontraron con múltiples altares
dedicados al culto de dioses diversos. Así le sucedió a san Pablo en Atenas.
Sin embargo, ahora, para algunos de nuestros contemporáneos, Dios se convierte
en un desconocido. Y al mismo tiempo se da una necesidad imperiosa de dar
sentido a la vida y también de llenar vacíos tremendos que se dan y se
manifiestan en tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Me
vais a permitir que insista en que no tengáis miedo a abrir la vida a Dios.
Abridla a Él, sin miedos; escuchad su Palabra. Os lo aseguro: Dios no es
ninguna amenaza a libertad del hombre, sino todo lo contrario; es garantía de
libertad.
Publicado
por Alfa & Omega
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