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    jueves, 25 de mayo de 2023

    El ruido ensordece el corazón


    Para Vivir Mejor | Dra. Miguelina Justo

     


    El ruido ensordece el corazón

     

    Motocicletas, carros y camiones van y vienen, movidos por la prisa.  El ruido de sus bocinas se intercala con el estruendo de sus motores. La gente camina, no es posible distinguir el sonido de sus pasos, la voz de un hombre se impone, parece que canta, otros también intentan hacerlo. Alguien anuncia que compra artículos viejos, camas, lavadoras y abanicos; otro vende plátanos y guineos.  Esta es la ciudad, una orquesta desafinada que interpreta una sinfonía estridente e irritante.  No hay espacio para el silencio. ¿Cómo pensar en un lugar como este? ¿Cómo leer? ¿Cómo escuchar? ¿Cómo crear? Parecería que todo este bullicio es un reflejo del ruido interior, o bien lo crea y lo alimenta. 

     

    El ruido enferma, no es una exageración.  La exposición prolongada[1] al ruido ambiental puede tener consecuencias graves para la salud, como trastornos del sueño, problemas cardiovasculares y depresión.

     

    Es necesario proteger a la población del ruido, ya eliminándolo o reduciéndolo. Nuevas soluciones técnicas y tecnológicas pueden ser exploradas, como el desarrollo de dispositivos que generen menos ruido[2]. Sin embargo, toda estrategia que pretenda ser exitosa debe considerar la intervención en el comportamiento de las personas.  Con frecuencia, la experiencia subjetiva ha convertido, erróneamente, al ruido en un sonido deseable y, por lo tanto, su propagación es indetenible.

     

    El diccionario de la Real Academia Española define al ruido como un “sonido inarticulado, por lo general desagradable”.  Debido a que aquello que se considera o se percibe “inarticulado” y “desagradable” puede variar de persona a persona, es lógico, entonces, presuponer que aquello que se considere ruido también varíe. Por supuesto, la sensibilidad al sonido influirá en esta categorización, así como los rasgos de personalidad[3]. La psicología explica, en parte, estas diferencias. Las personas con un alto nivel de apertura a la experiencia, aventureras y creativas pueden exhibir una mayor tolerancia al ruido, por ejemplo. Quienes tienden a la introversión, es decir, son reservados y circunspectos, parecen mostrar dificultad para concentrarse y mayores niveles de cansancio en presencia del ruido. Otros elementos se suman a variabilidad de la experiencia, como la edad, la ocupación, las preferencias y necesidades, así como los hábitos[4]. Ante la subjetividad de la percepción es necesario, pues, recurrir al daño como criterio objetivo a integrar a la definición de ruido.  Aquel sonido que pueda afectar la salud será considerado ruido, aunque sea apreciado como deseable por el joven que invierte tiempo y dinero en la instalación de unas gigantes bocinas para su auto. 

     

    Es necesario promover comportamientos que protejan a la población del ruido, tal como sucede con enfermedades prevenibles gracias a la vacunación. De lo contrario, se estará permitiendo que las ciudades se vuelvan inhabitables, al dejar la puerta abierta para un aliado de la ansiedad y un enemigo del sano desarrollo de los más pequeños[5].

     

    Para cambiar esta realidad es imprescindible la participación de todos los sectores, la familia, la comunidad, la iglesia, la escuela y las autoridades. La educación y la concientización deben unirse a la implementación de medidas que sean reforzadas y defendidas. 


    Debemos proteger el silencio, devolverle su valor y su importancia. Nos conviene recuperar el disfrute sonido alegre de la risa de los niños, del canto de las aves y de las abuelas, quizás entonces, podremos escuchar la voz de quien sufre, esa que queda opacada por el ruido de una ciudad sorda.

     



    [1] Wothge, J., & Niemann, H. (2020). Adverse health effects due to environmental noise exposure in urban areas. Bundesgesundheitsblatt-Gesundheitsforschung-Gesundheitsschutz, 63, 987-996

    [2] Magiera, A. (2021). Environmental noise, its types and effects on health. Roczniki Państwowego Zakładu Higieny, 72(1).

    [3] Moghadam, S. M. K., Alimohammadi, I., Taheri, E., Rahimi, J., Bostanpira, F., Rahmani, N., & Ebrahimi, H. (2021). Modeling effect of five big personality traits on noise sensitivity and annoyance. Applied Acoustics, 172, 107655.

    [4] Liu, F., Jiang, S., Kang, J., Wu, Y., Yang, D., Meng, Q., & Wang, C. (2022). On the definition of noise. Humanities and Social Sciences Communications, 9(1), 1-17.

    [5] Murphy, E., & King, E. A. (2022). Environmental noise pollution: Noise mapping, public health, and policy. Elsevier.


    ADH 878 









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