Nuestra Fe | Victoria Isabel Cardiel C.
El silencio en la Iglesia sobre el diablo «es muy
peligroso»
El
filme El exorcista del Papa vuelve a poner en el foco la
cuestión del demonio, que, según un exorcista, «se menciona solo de pasada en
los seminarios», cuando «forma parte de la realidad»
Gabriel
Amorth, fallecido en 2016, fue un sacerdote entregado a una tarea peligrosa,
prudente y alejada del espectáculo: los exorcismos. En 91 años practicó más de
700.000. El actor Russell Crowe se pone su sotana en la película El exorcista del Papa, que ha provocado una ola de
críticas. La Asociación Internacional de Exorcistas, que él mismo fundó en 1994
y la única de esta índole aprobada por el Vaticano, critica que la narración
«distorsiona y falsea lo que se vive y experimenta durante el exorcismo de
verdaderos poseídos que los exorcistas católicos realizamos según las
directrices dadas por la Iglesia».
Más allá de
tergiversar la realidad, lo que más preocupa a los expertos es la tendencia a
convertir estos rituales de sanación, con un estricto protocolo actualizado en
1998, en un espectáculo. «El gran peligro es el del sensacionalismo. El padre
Amorth es presentado como un luchador, un caballero que combate solo contra el
diablo. Hay cosas positivas, como la insistencia en la oración, pero prevalece
el lado artificioso y efectista», asegura el exorcista François Dermine, que la
semana que viene impartirá en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum un curso
sobre este tema para sacerdotes y religiosos de todo el mundo. «Hablar del
demonio en el cine es una acción valiente, pero, definitivamente, no es la
manera de hacerlo; se ha convertido en un medio para atraer espectadores. Si no
hubiera efectos especiales, no irían a ver la película», lamenta.
Con todo,
asegura que el verdadero peligro es ignorar la presencia del maligno: «Este
clima de silencio en la Iglesia, de miedo a nombrarlo para no parecer
oscurantistas o medievales, es muy peligroso, porque el diablo forma parte de
la realidad». Así, afirma que hay un problema con la formación de los
exorcistas. «Se menciona solo de pasada en los seminarios», apunta. Fray
Benigno Palilla, consejero de la Asociación Internacional de Exorcistas,
subraya en este sentido que la insistencia del Papa en hablar del demonio, «en
un momento en el que hay quienes en la Iglesia lo niegan», es muy útil: «La
difusión del ocultismo y del satanismo ofrece desgraciadamente al mundo de hoy
puertas y ventanas abiertas a la acción extraordinaria del demonio». Pero
constata que no en todas las diócesis hay un sacerdote encargado de esta
materia. «No es que la formación sea escasa, sino que es casi nula», añade.
Hasta él acuden cada año unas 1.600 personas, pero solo el 1,05 % tiene
trastornos de naturaleza diabólica. Gran parte de su trabajo es descartar
problemas mentales, aunque la psiquiatría no debe usurpar su papel: «Las
posesiones existen, y si se diagnosticaran como patologías psiquiátricas y se
tratasen con fármacos, las víctimas nunca se curarían».
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