Diálogo Interreligioso | Renato Martinez
El Papa: La comunión
entre los creyentes es una cuestión de caridad fraterna
Este 30 de junio, el Santo Padre
recibió en audiencia a los miembros de la Delegación del Patriarcado Ecuménico
de Constantinopla, que llegaron a Roma para participar en la solemnidad de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo. A ellos, el Pontífice les señala en el discurso
que entregó y que no pronunció que, “la comunión entre los creyentes no es
cuestión de ceder y transigir, sino de caridad fraterna”.
“Pido al Señor que, por
intercesión de los santos Pedro y Pablo y de san Andrés, hermano de Pedro,
nuestro encuentro sea un paso más en el camino hacia la unidad visible en la fe
y en el amor”, lo escribe el Papa Francisco en el discurso que
entregó y no pronunció a los miembros de la Delegación del
Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que llegaron a Roma para participar en
la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y a quienes recibió en
audiencia la mañana de este viernes, 30 de junio, en el Palacio Apostólico del
Vaticano.
El
tradicional intercambio de Delegaciones
Al saludar a los miembros de
esta Delegación – que llegó a Roma el pasado 27 de junio, encabezada por el Metropolita
de Pisidia Job, copresidente de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo
Teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa y acompañado por el
obispo de Nacianzo Athenagoras y el diácono patriarcal Kallinikos Chasapis, en
el marco del tradicional intercambio de Delegaciones para las respectivas
fiestas de los Santos Patronos – el Santo Padre les agradece por su presencia y
aprovecha la ocasión para enviar sus saludos al “querido Hermano Bartolomé y a
todos los Obispos del Patriarcado Ecuménico”. “Ayer – informó la
Oficina de Prensa de la Santa Sede – la Delegación del
Patriarcado Ecuménico asistió a la solemne celebración Eucarística presidida
por el Santo Padre y se reunió con el Dicasterio para la Promoción de la Unidad
de los Cristianos para las habituales conversaciones”.
Superar los
argumentos polémicos del pasado
En el discurso entregado, el
Papa Francisco expresa su alegría por el éxito de la XV sesión plenaria de la
Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia
católica y la Iglesia ortodoxa, que tuvo lugar recientemente en Alejandría,
Egipto, por generosa invitación de Su Beatitud Teodoro II, Papa y Patriarca
greco-ortodoxo de Alejandría y de toda África.
“Era
importante haber realizado una lectura común del modo en que se ha desarrollado
la relación entre sinodalidad y primacía en Oriente y Occidente en el segundo
milenio: esto puede ayudar a superar los argumentos polémicos utilizados por
ambas partes, argumentos que pueden parecer útiles para reforzar sus
respectivas identidades, pero que en realidad acaban centrándose sólo en sí
mismos y en el pasado”.
Una
relación inseparable entre primado y sinodalidad
En este sentido, el Santo Padre
invita en el texto a tener en cuenta las enseñanzas de la historia, y ver que
estamos llamados a buscar juntos un modo de ejercer el primado que, en el
contexto de la sinodalidad, esté al servicio de la comunión de la Iglesia a
nivel universal.
“A este
respecto, conviene hacer una aclaración: no es posible pensar que las mismas
prerrogativas que el Obispo de Roma tiene respecto a su diócesis y a la
comunidad católica se extiendan a las comunidades ortodoxas; cuando, con la
ayuda de Dios, estemos plenamente unidos en la fe y en el amor, la forma en que
el Obispo de Roma ejercerá su servicio de comunión en la Iglesia a nivel
universal deberá resultar de una relación inseparable entre primado y
sinodalidad”.
La unidad
plena es un don del Espíritu Santo
Por tanto, el Papa Francisco
exhorta a no olvidar nunca que la unidad plena será un don del Espíritu Santo y
que en el Espíritu debe buscarse, porque la comunión entre los creyentes no es
cuestión de ceder y transigir, sino de caridad fraterna, de hermanos que se
reconocen hijos predilectos del Padre y, llenos del Espíritu de Cristo, saben
situar sus diferencias en un contexto más amplio.
“Esta es la
perspectiva del Espíritu Santo, que armoniza las diferencias sin homogeneizar
las realidades. Estamos llamados a tener su mirada y, por tanto, a pedirla
insistentemente como don. Oremos al Espíritu sin cansarnos, invoquémosle los
unos por los otros. Y compartamos fraternalmente lo que llevamos en el corazón:
penas y alegrías, trabajos y esperanzas”.
La
preocupación común por la paz
Y en este clima fraterno, el
Obispo de Roma indica que, este encuentro nos lleva también a compartir
preocupaciones; una, sobre todo, la de la paz, especialmente en la atormentada
Ucrania. Es una guerra que, tocándonos más de cerca, nos muestra cómo en
realidad todas las guerras son sólo catástrofes, catástrofes totales: para los
pueblos y las familias, para los niños y los ancianos, para las personas
obligadas a abandonar su país, para las ciudades y los pueblos, y para la
creación.
“Como
discípulos de Cristo, no podemos resignarnos a la guerra, sino que tenemos el
deber de trabajar juntos por la paz. La trágica realidad de esta guerra que
parece no tener fin exige de todos, un esfuerzo creativo común para imaginar y
realizar caminos de paz, hacia una paz justa y estable. Ciertamente, la paz no
es una realidad que podamos alcanzar solos, sino que es ante todo un don del
Señor. Sin embargo, es un don que exige una actitud correspondiente por parte
del ser humano, y especialmente del creyente, que debe participar en la obra
pacificadora de Dios”.
La paz
brota del corazón humano
En este sentido, el Papa
Francisco escribe que, el Evangelio nos muestra que la paz no nace de la mera
ausencia de guerra, sino que brota del corazón humano. En efecto, lo que la
obstaculiza es la raíz maligna que llevamos dentro: la posesión, el deseo de
perseguir egoístamente nuestros propios intereses a nivel personal,
comunitario, nacional e incluso religioso.
“Es un amor
gratuito y universal, que no se limita al propio grupo: si nuestra vida no
proclama la novedad de este amor, ¿cómo podremos dar testimonio de Jesús al
mundo? La cerrazón y el egoísmo deben oponerse al estilo de Dios que, como
Cristo nos enseñó con el ejemplo, es el servicio y la abnegación. Podemos estar
seguros de que, encarnándolo, los cristianos crecerán en comunión mutua y
ayudarán al mundo, marcado por las divisiones y la discordia”.
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