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¿Y si oculto un pecado grave en confesión? Dos sacerdotes
youtubers contestan
Dijeron
que a pesar de que un mal haga sentir vergüenza o incomodidad por haberlo
cometido, la confesión y debe ser sincera.
Por
vergüenza o temor, para muchas personas es difícil confesar algunos pecados
durante el sacramento de la Reconciliación. Sin embargo, rara vez se es
consciente de las consecuencias que involucra ocultar deliberada y a conciencia
un pecado grave durante la confesión.
Desde
hace años, los sacerdotes franciscanos Leonard Bielecki y Franciszek
Chodkowski, animan desde Polonia el canal de YouTube bEZ sLOGANU (Sin eslogan),
en el que debaten importantes temas de espiritualidad. En el último episodio,
abordaron la cuestión de los pecados que algunos silencian en el confesionario.
Se
invalida la confesión
Se
preguntan los sacerdotes si, ¿ocultar un pecado de forma deliberada invalida la
confesión? «Cuando acudimos al confesionario tendemos a no alardear de nuestros
pecados. Saber que algo estuvo mal nos hace sentir vergüenza. Pero, aunque nos
incomode, poco o mucho, llega el momento de la confesión y debe ser sincera. Si
vengo al confesionario y oculto un pecado, no quiero decirlo y se trata de un
pecado grave, la confesión no es válida», advierte el fraile Leonard Bielecki.
Y
su hermano OFM Franciszek Chodkowski complementa: «Estamos obligados a confesar
los pecados graves en la confesión (CDC n°s 987 y 988). Hay que confesarlos.
Los pecados leves a veces se nos escapan. Nuestra vida es imperfecta y cada día
nos suceden pequeños pecados. En cuanto al sacramento de la Confesión, es allí
donde deben confesarse los pecados mortales».
La
Iglesia enseña que solo mediante la confesión sacramental se pueden perdonar
los pecados graves. Y todo lo confesado está bajo el resguardo del sacramento
al que se obligan los sacerdotes confesores. «El secreto de confesión, que
amordaza al sacerdote de forma absoluta (CDC n°s 983 y 984), está precisamente
ahí para darte el consuelo de la confesión. La tercera cosa que es bastante
importante aquí se refiere al hecho de que el sacerdote que te confiesa ya ha
escuchado decenas, miles, cientos de miles de confesiones, y realmente para el
sacerdote, si alguien viene con un pecado, la absolución es más importante que
la vergüenza», explica el hermano Leonard Bieleck y añade que si de forma
deliberada se ocultan pecados: «Una confesión así no es válida y las confesiones
posteriores tampoco lo son porque se ha ocultado el pecado grave».
Ser
sinceros ante Dios
Es
vital –subraya el franciscano Franciszek Chodkowski– tener presente que en el
Sacramento de la Reconciliación tenemos el privilegio de ser sinceros ante
Dios, de situarnos desde la verdad.
«Que
yo oculte ante el sacerdote mi pecado mortal no significa que Dios no lo sepa.
Él lo sabe. Y yo, al acercarme al sacramento de la reconciliación, me confronto
con la inmensidad de la misericordia de Dios y quiero hacer uso de este don.
¿Le pido perdón y al mismo tiempo le miento? No confesar un pecado es un
intento de ocultar a Dios la verdad sobre mí mismo», alerta el hermano
Franciszek.
Prepárate,
abre tu corazón y alaba a Dios por su perdón
Al
ir a confesarte…
Haz
examen de conciencia para confesar todas tus faltas.
Se
consciente de la tristeza que en Jesús provocan tus pecados. Permítete sentir
el dolor por tus pecados.
Ten
propósito de enmienda.
Di
todos tus pecados al confesor desde la última confesión bien hecha (si alguna
vez ocultaste algún pecado… dilo al sacerdote confesor y abre tu corazón,
confiesa ese pecado que ocultaste).
Cumple
la penitencia.
Publicado
por Zenit.org
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