Papa Francisco | Sebastián Sansón Ferrari/VN
Francisco: Realicemos acciones ordinarias de modo
extraordinario
El
Papa impartió su 19º catequesis en el marco de su serie dedicada a la pasión
por la evangelización y reflexionó sobre santa Catalina Tekakwitha, la primera
indÃgena norteamericana en ser canonizada.
En
la vÃspera de su 43º viaje apostólico internacional a la República de Mongolia,
este miércoles 30 de agosto el Santo Padre presidió la Audiencia General en el
Aula Pablo VI. En esta ocasión, el PontÃfice invitó a mirar el testimonio de
santa Catalina Tekakwitha, la primera mujer indÃgena de Norteamérica que fue
canonizada.
En
su 19ª catequesis del ciclo dedicado a la pasión por la evangelización (el celo
apostólico del creyente), Francisco trazó una semblanza de la santa. Nacida
hacia el año 1656 en un pueblo del norte del Estado de Nueva York, era hija de
un jefe mohawk no bautizado y de una madre algonquina cristiana, que enseñó a
Catalina a rezar y a cantar himnos a Dios.
La
fe en la familia
El
Obispo de Roma puntualizó que muchos de nosotros también fuimos presentados al
Señor por primera vez en el ámbito de nuestras familias, sobre todo por
nuestras madres y abuelas.
"AsÃ
comienza la evangelización y, en efecto, no olvidemos esto, que la fe se
transmite siempre en dialecto, por las madres, por las abuelas. La fe hay que
transmitirla en dialecto y nosotros la recibimos en este dialecto de las madres
y de las abuelas", agregó.
El
Sucesor de Pedro subrayó que la evangelización comienza a menudo asÃ: con
gestos sencillos, pequeños, como los padres que ayudan a sus hijos a aprender a
hablar con Dios en la oración y les hablan a ellos de su amor grande y
misericordioso. “Las bases de la fe de Catalina, y a menudo también para
nosotros, se pusieron de este modo”, añadió. "Ella la habÃa recibido de la
madre en dialecto, el dialecto de la fe".
El
Papa explicó que, cuando Catalina tenÃa cuatro años, una grave epidemia de
viruela azotó a su pueblo. Tanto sus padres como su hermano menor murieron y la
misma Catalina quedó con cicatrices en su rostro y problemas de visión.
Soportar
las cruces cotidianas con paciencia
A
partir de ese momento Catalina tuvo que enfrentarse a muchas dificultades:
ciertamente las fÃsicas debidas a los efectos de la viruela, pero también las
incomprensiones, las persecuciones e incluso las amenazas de muerte que sufrió
tras su bautismo el domingo de Pascua del 1676.
Como
bien observó Bergoglio, todo esto hizo que Catalina sintiera un gran amor por
la cruz, signo definitivo del amor de Cristo, que se entregó hasta el final por
nosotros. En efecto, el testimonio del Evangelio no consiste sólo en lo que es
agradable; también debemos saber llevar nuestras cruces cotidianas con
paciencia, con confianza y esperanza.
Apartándose
del texto escrito, manifestó:
"La
paciencia, frente a las dificultades, a las cruces: la paciencia es una gran
virtud cristiana. Quien no tiene paciencia no es un buen cristiano. La
paciencia de tolerar: tolerar las dificultades y también tolerar a los demás,
que a veces son tediosos o te ponen en dificultades".
Es
propio de la santidad atraer
El
Papa acotó que la vida de la santa nos muestra que todo desafÃo puede superarse
si abrimos nuestro corazón a Jesús, que nos concede la gracia necesaria:
paciencia y corazón abierto a Jesús, esta es la receta para vivir bien".
El
Santo Padre prosiguió diciendo que tras ser bautizada, Catalina tuvo que
refugiarse entre los mohawks en la misión jesuita cercana a la ciudad de
Montreal. Allà asistÃa a misa todas las mañanas, dedicaba tiempo a la adoración
ante el SantÃsimo Sacramento, rezaba el Rosario y llevaba una vida de
penitencia.
Estas
prácticas espirituales suyas impresionaban a todos en la Misión; reconocÃan en
Catalina una santidad que atraÃa porque nacÃa de su profundo amor a Dios.
"Es propio de la santidad atraer. Dios nos llama por atracción, nos llama
con ese deseo de estar cerca de ella porque Dios atrae y ella sintió esa gracia
de la atracción divina", afirmó.
Al
mismo tiempo, enseñaba a rezar a los niños de la Misión y, mediante el
cumplimiento constante de sus responsabilidades, incluido el cuidado de los
enfermos y de los ancianos, ofreció un ejemplo de servicio humilde y amoroso a
Dios y al prójimo.
"Siempre
la fe se expresa en el servicio. La fe no es para maquillarse a sà mismos, el
alma, no; es para servir", sostuvo.
Aunque
la animaron a casarse, Catalina, en cambio, querÃa dedicar su vida por completo
a Cristo. Imposibilitada a entrar en la vida consagrada, hizo voto de
virginidad perpetua el 25 de marzo de 1679, solemnidad de la Anunciación.
Todo
cristiano está llamado a comprometerse diariamente con corazón indiviso
"Su
elección, continuó Francisco, revela otro aspecto del celo apostólico: la
entrega total al Señor. Por supuesto, no todos están llamados a hacer el mismo
voto de Catalina; sin embargo, todo cristiano está llamado a comprometerse
diariamente con corazón indiviso en la vocación y en la misión que Dios le ha
confiado, sirviendo a Él y al prójimo con espÃritu de caridad".
Para
el Papa, la vida de Catalina es un testimonio más de que el celo apostólico
implica tanto una unión vital con Jesús, alimentada por la oración y por los
sacramentos, como el deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano a
través de la fidelidad a la propia vocación particular.
Al
concluir su mensaje, el PontÃfice recordó las últimas palabras de Kateri, que
definió como "bellÃsimas": "Jesús, te amo".
Y
enfatizó:
"Por
tanto, también nosotros, tomando fuerza del Señor, como hizo santa Catalina
Tekakwitha, aprendemos a realizar acciones ordinarias de modo extraordinario y
asà a crecer cada dÃa en la fe, en la caridad y en el testimonio fervoroso de
Cristo. No nos olvidemos: cada uno de nosotros está llamado a la santidad, a la
santidad de todos los dÃas, a la santidad de la vida cristiana común. Cada uno
de nosotros tiene esta llamada: sigamos adelante en este camino. El Señor no
nos fallará".
Publicado
por Vatican News
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