Convivencia | Rafael Salomón/VN
¡Cuánto daño hacen a los creyentes!
¡Cuánto
daño hacen a los creyentes! Las personas que por diferentes razones deciden ejercer
el sacerdocio a pesar de no contar con la autorización eclesiástica, están en
muchos lugares y abundan, se hacen presentes en celebraciones, cementerios,
hospitales y cualquier lugar donde haya una reunión de personas que deseen
santificar algún acto.
Es
muy triste darnos cuenta que son muchos y que por una cuota o un pago están
ahí. Aparentando, figurando y ganándose la vida de manera deshonesta, jugando
con la fe de las personas que creen y que esperan el sacramento.
Las
personas aceptan al sacerdote por falta de conocimiento, no
cuestionan su autoridad; si bien es cierto, van vestidos como lo haría
cualquier presbítero y su amabilidad es única, de manera que no se cuestiona su
presencia, nadie pedirá cartas credenciales, ni hará una llamada para confirmar
la veracidad del sacerdote.
Los
encontramos en ese momento especial y simplemente le pides que
bendiga, celebre o realice el sacramento solicitado.
Existen
los falsos curas, es una realidad y esta actividad les retribuye para
ganar un buen salario y vivir de la mentira. Aunque nuestra Iglesia Católica
ofrece algunos recursos para poderlos identificar, por la naturaleza de su
actividad, es difícil confirmar si es o no un sacerdote real, muchos de ellos
no sólo realizan el ritual de manera cuestionable, sino que comparten en las
redes sociales sus actos, sin temor de Dios y sin el debido respeto que merecen
los verdaderos sacerdotes.
No
pertenecen a la Iglesia Católica
Las
causas por las que se dedican a esta actividad son muchas, pero la principal
es: La ganancia económica, no existen cifras ni estadísticas en este tema, pero
debe ser tan redituable para que lo hagan frecuentemente; además, las
leyes no se aplican a esta suplantación de identidad.
Aquí
algunos aspectos a considerar para identificar a los falsos sacerdotes: No
tienen ni parroquia ni territorio designado porque no pertenecen a la
Iglesia Católica, por lo tanto, no se encuentran en los registros de las
diócesis. Salen a “ofrecer sus servicios” (misas, sacramentos) y es común que
regalen tarjetas de presentación para que puedan contactarlos.
Suelen
actuar en lugares lejanos a la parroquia de la ciudad como en pequeñas
comunidades donde no hay sacerdotes. Es necesario saber que los sacerdotes
católicos tienen prohibido casar, bautizar y en general, oficiar misas fuera de
la parroquia o en un templo público reconocido. Crean lazos de amistad con los
feligreses e imparten “sacramentos” sin tener en cuenta los impedimentos.
Cobran dinero al final de la “Misa” que celebran “solicitando una contribución
económica”.
Piden
donativos para alguna casa hogar, orfanato o asilo que no existe. En algunos
casos hasta ofrecen sus servicios a los propios sacerdotes para ayudarlos en la
fiesta parroquial o en Semana Santa.
¿Qué
cuentas le darán a Dios?
Un
gran porcentaje de ellos son personas que estudiaron en el seminario, pero
por diversas razones fueron expulsados, otros sirvieron en alguna parroquia
como sacristanes o simplemente encontraron una forma de estafar a los fieles y
hasta los mismos presbíteros porque conocen las celebraciones litúrgicas. Mucho
más allá de estas indicaciones para identificarlos, me queda la profunda duda
¿Qué cuentas le darán a Dios estos falsos sacerdotes?
Engañar
al necesitado, estafar la buena voluntad de las personas, aprovecharse de
la fe, son sin duda, actos que tendrán consecuencias eternas.
“Para
que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia
las artimañas del error”. Efesios 4, 11–14.
Si
eres un falso sacerdote y has leído esto, quiero decirte que elevo
mis sinceras oraciones para que dejes de engañar a nuestros hermanos, te pido
con humildad que ganes dinero honradamente y dejes de aprovecharte de Dios.
Publicado
por Vida Nueva
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