Generaciones | Tiziana Campisi
Cardenal Bo: Un camino entre
generaciones para un mundo justo
En la Misa celebrada esta mañana en la BasÃlica
Vaticana, antes del inicio de la 16ª Congregación General de la asamblea
sinodal, el cardenal arzobispo de Rangún dijo que la preocupación de la
asamblea es el legado que se dejará a los jóvenes: en medio de las guerras y de
la industria armamentÃstica que amasa grandes riquezas sobre la piel de
millones de personas, debemos creer en un Dios que desea un camino de esperanza
y de curación
Lo que la Iglesia ha puesto en marcha es un recorrido
sinodal intergeneracional "que inaugura una larga marcha de esperanza para
toda la humanidad, incluso en medio de la agitación global, como atestiguan los
recientes acontecimientos en Asia Occidental y en otras regiones del
mundo".
En su homilÃa de la Misa presidida esta mañana en el
Altar de la Cátedra de la BasÃlica de San Pedro, previa al inicio de la XVI
Congregación General del SÃnodo sobre la Sinodalidad, el cardenal Charles Bo,
arzobispo de Rangún, Myanmar, y presidente de la Federación de Conferencias
Episcopales de Asia (FABC), ofreció una clara descripción de lo que es el SÃnodo
sobre la sinodalidad, no un itinerario definido, no "odisea espacial
preprogramada con ecuaciones matemáticas fijas".
Un camino
sinodal de fe
Al igual que "cuando emprendemos diferentes
caminos en la vida y en la fe" y "a menudo no estamos seguros de
nuestro destino", pero guiados por la fe, "estamos llamados a
aventurarnos en lo desconocido" y Dios "se convierte en nuestro guÃa,
nuestro mapa de carreteras y nuestro compañero de viaje", asà "la
Iglesia está llamada a ser justa, a encarnar un camino sinodal de fe con la
certeza de que Dios nunca defrauda", dijo el cardenal.
De hecho, la fe, explicó, "ilumina el camino a
través de los momentos más oscuros y tumultuosos de la vida, permitiéndonos ver
la gracia de Dios penetrando en las sombras". Y si surgen dudas y
angustias, uno puede inspirarse "en figuras como Moisés" y
"aunque no lleguemos al destino previsto, participar en el viaje será en
sà mismo una bendición".
La industria
armamentÃstica amasa riqueza a costa de millones de personas
En su homilÃa, el arzobispo de Rangún ofreció también
una reflexión sobre el Evangelio de hoy, en el que "Jesús narra la
parábola de un terrateniente codicioso cuyos deseos lo llevan a la
autodestrucción", una página que muestra cómo "la insaciable codicia
que habita en el corazón humano" conduce al "egoÃsmo
egocéntrico".
Es "el pecado original que está en la raÃz de
muchos sufrimientos y conflictos humanos", prosiguió el presidente de la
FABC, añadiendo que "la parábola del rico terrateniente con sus depósitos
excesivos es una metáfora del mundo actual, donde las guerras y la industria
armamentÃstica acumulan grandes riquezas a costa del sufrimiento de millones de
personas".
¿Qué hacer ante todo esto? San Pablo nos da una
sugerencia, dijo el cardenal: Creer “en un Dios que desea un camino humano de
esperanza y curación” y alinear nuestros sueños con el plan de Dios. Dios, de
hecho, tiene un plan para cada uno de nosotros y para nuestra Iglesia, y
nuestros caminos y proyectos deben alinearse con su voluntad", señaló el
cardenal Bo.
Mirar a las
generaciones futuras
Mirando al mundo de hoy, el arzobispo de Rangún señaló
que la codicia humana ya ha infligido profundas heridas a nuestro planeta y ha
privado a millones de personas de su dignidad. Asà lo subrayó el Papa Francisco
en sus documentos Evangelii gaudium, Laudato si' y Fratelli
tutti, que hacen un llamamiento respectivamente a la reconciliación con
Dios, con la naturaleza y entre nosotros, mientras que "nuestro camino
sinodal consiste en sanar y reconciliar el mundo en la justicia y la paz".
“La única manera de salvar a la humanidad y crear un
mundo de esperanza, paz y justicia es la sinodalidad global de todas las
personas”
Teniendo esto en cuenta, la preocupación de este
SÃnodo "es el legado que dejaremos a la próxima generación", confió
el cardenal Bo, recordando la invitación del Papa Francisco a considerar el
"concepto de justicia intergeneracional" y centrando su reflexión en
el calentamiento global que "ha devastado las comunidades y los medios de
vida de millones de personas, amenazando con eludir a la próxima
generación".
La realidad
asiática
“Como obispos de Asia, somos muy conscientes de los
daños medioambientales infligidos a nuestra región por los desastres provocados
por el clima”
El arzobispo de Rangún prosiguió diciendo:
“Contamos con una importante población de comunidades
cristianas indÃgenas, sobre todo en el Mar de China Meridional, el centro de la
India, Vietnam y Myanmar”
Se trata de comunidades que "han protegido la
naturaleza, pero también han sufrido las ideologÃas modernas, la colonización y
la explotación de los recursos", de ahà la llamada de atención del
cardenal sobre "la destrucción de enormes extensiones de bosques, pulmones
de nuestro planeta en esas regiones, y el aumento de la violencia contra estos
pueblos indÃgenas".
“Asia es la cuna de las principales religiones del
mundo, y fue en esta región donde arraigó por primera vez el mensaje de Jesús.
La Iglesia asiática se ha enfrentado a diversos retos a lo largo de la
historia; sin embargo, sigue siendo vibrante y joven. Nuestro camino de fe en
Asia no está exento de dificultades, pero este encuentro sinodal nos ha llenado
de energÃa para volver a los grandes dÃas de la evangelización de los
Apóstoles”
Además, el cardenal Bo, instó a acoger "con
optimismo la invitación a Asia a convertirse en el siglo XXI para Cristo,
inspirada en el viaje sinodal de la Iglesia mundial".
Caminar por la
sanación del mundo
Considerando los retos a los que se enfrentan los
cristianos asiáticos, el pensamiento del arzobispo de Rangún se dirigió a
Myanmar, donde los creyentes están dispersos "debido a los desastres
naturales y a las crisis provocadas por el hombre, que causan crisis
multidimensionales e inmensos sufrimientos", donde "los hogares han
desaparecido, las iglesias han soportado el peso de la crueldad".
Pero "la Iglesia en Myanmar y Asia invierte en la
esperanza de la reconciliación", concluyó el cardenal, animando a la gente
a continuar el viaje sinodal y a rezar "para que la Iglesia católica, bajo
el liderazgo del Papa Francisco, guÃe a toda la familia humana en el largo
viaje de sanar nuestro mundo y nuestro planeta, conduciéndonos en última
instancia a un nuevo cielo y una nueva tierra".
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