Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Se le pedirá cuenta de la sangre de
los profetas, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías
Jueves de la 28ª
semana del tiempo ordinario / Lucas 11, 47-54
Evangelio: Lucas 11, 47-54
En aquel
tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de
vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros
padres!
Así sois
testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los
mataron, y vosotros les edificáis mausoleos.
Por eso dijo la
Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos de ellos los
matarán y perseguirán”; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la
sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la
sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el
santuario. Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de
vosotros, maestros de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la
ciencia: vosotros, no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis
impedido!».
Al salir de
allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle
de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo
con alguna palabra de su boca.
Comentario
Para los
primeros cristianos era difícil mirar el signo de la cruz. Era demasiado
doloroso. Habían visto morir a sus amigos y familiares. La cruz era el signo de
la tortura. No podían usarla con superficialidad.
Para nosotros
ya no es así. Ha pasado tanto tiempo de eso que ya no nos afecta en ese sentido
negativo. Podríamos decir que la mayoría de veces no nos afecta ni siquiera por
dentro. Hacemos la señal de la Cruz. Tenemos las paredes con símbolos, incluso
es muy probable que tengamos la cruz colgada del pecho. Pero en la mayoría de casos
son signos puramente externos, que no llegan a invocar en nosotros la salvación
por medio de la Cruz.
Eso es
precisamente lo que critica Jesús: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a
los profetas, a quienes mataron vuestros padres! Así sois testigos de lo que
hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros
les edificáis mausoleos». Los judíos hacían mausoleos y leían los textos de los
profetas que sus antepasados mataron. Los honran externamente, en la distancia.
Es posible, incluso, los tengan en gran consideración desde un punto de vista
intelectual o religioso. Pero sus predicaciones no llegan a alcanzarles en lo
íntimo de su corazón, provocando su conversión.
En ese sentido,
los profetas llegan a servirles de pretexto, como a nosotros la cruz. ¿De qué
sirve la cruz si nos mueve otra cosa por dentro? ¿Qué es la cruz si nos urgen
otros amores más que la caridad de Cristo?
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