La Iglesia Hoy | Patricia Ynestroza
La mujer contemplativa da a la Iglesia
lecciones de silencio, misión y mística
La mujer contemplativa da a la Iglesia esas tres
lecciones. Francisco recibió a los participantes en el congreso sobre la
venerable María de Ágreda, promovido por la Pontifica Academia Mariana
Internacional. “Una mujer excepcional definida enamorada de la Escritura,
mística mariana y evangelizadora de América”.
La pontificia Academia Mariana Internacional organizó
un Congreso Internacional en torno a María de Jesús de Ágreda, un evento que se
celebra en el marco de la cátedra de Santa Beatriz de Silva, de la
orden Inmaculada concepción.
Esta cátedra, instituida por la Pontificia Academia
Mariana Internacional, dijo Francisco, es una hermosa iniciativa, no sólo por
lo que representa en favor del estudio del misterio de la Inmaculada
Concepción, sino también por nacer bajo el impulso de una Orden contemplativa
femenina. Francisco, al respecto, saludó a las hermanas contemplativas venidas
con este motivo.
Y hablando de Madre Ágreda el Papa recordó que fue una
mujer excepcional definida por la Congregación como “enamorada de la
Escritura”, “mística mariana” y “evangelizadora de América”. A partir de allí
el Santo Padre, reflexionó sobre las tres lecciones que la mujer contemplativa
puede dar a la Iglesia: Silencio, mística y misión.
La primera
lección el silencio:
Con esta actitud de escucha, para acoger en el corazón
la voz del Amado, Palabra eterna del Padre, es una actitud de todos, dijo el
Papa pero especialmente femenina. La mujer sabe escuchar y tiene una especial
vocacional escucha.
La segunda
lección es la mística
Al respecto, Francisco dijo que es un trato con
Dios que nace de esa actitud de escucha, de esa lectura encarnada de la Sagrada
Escritura.
"Una experiencia, podemos decir, extática, sí,
pero entendiendo que “éxtasis” quiere decir salir de sí, salir de nuestras
comodidades, del yo egoísta que busca siempre dominarnos. Se trata de hacer
espacio a Dios, para que, dóciles al Espíritu Santo, el aposentador del Rey,
podamos recibirlo en nuestra casa. Ese es el ejemplo de María, que lo acogió en
su Corazón inmaculado antes que en su seno virginal".
En este sentido, el Pontífice señaló que los
contemplativos nos enseñan, a través de un camino de ascesis, abandono y
fidelidad, el gozo de vivir sólo para Dios. Y a veces la contemplación, se hace
en silencio, delante del Señor, que contrasta con este mundo que siempre
está lleno de palabras, de noticias, es toda una industria de la comunicación
externa, en cambio, dijo el Papa, la comunicación interna, en silencio es
tan necesaria.
La tercera
lección es la misión
Madre Ágreda y las religiosas concepcionistas, que
fueron las primeras claustrales en llegar a América, nos dan prueba de este
espíritu misionero de la vida contemplativa, afirmó, que más tarde pondrá de
relieve santa Teresa del Niño Jesús. No es casual que otra gran mística, santa
Rosa de Lima, sea la primera santa del continente.
De allí que fuera comprensible, enfatizó por último,
que la Madre Ágreda sintiera el llamado del Señor de rezar por aquellas almas
que aún no lo conocían, y que esta oración fuese fecunda en el alma de aquellos
que, al decir de los misioneros, se encontraron bien dispuestos a recibir el
bautismo.
"Normalmente no somos conscientes de la fuerza de
la oración de intercesión en nuestras vidas, como se dice que los indios lo
fueron de la intervención de Madre Ágreda. Pero, como María nos enseña en las
bodas de Caná, también nosotros podemos reconocer de donde viene el vino nuevo
a través de los que nos sostienen con su oración y nos edifican con su ejemplo.
Y no se olviden del gran gesto de María, que nos revela las bodas de Caná,
María nunca hace así, María señala al Hijo, ¡Hagan lo que Él les diga! Ella nos
lleva a Jesús, lo engendra en nosotros, y esa actitud tan linda tenemos que
imitarla nosotros, también señalando al Señor."
El Papa expresó su sorpresa como, "incluso sin
una formación específica, algunas hermanas alcanzaron un notable conocimiento
de la Escritura y, en la escuela de la oración, han bebido de ella como de una
fuente viva. Por eso, llamarlas “enamoradas” de la Escritura es una expresión
que va más allá que alabar el uso de la misma en sus escritos, es ver a Cristo
mismo que les habla y nos habla a través de su Palabra, pidiéndonos que a
ejemplo de María conservemos todo en nuestro corazón
(cf. Lc 2,51)".
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