Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Hoy hemos visto maravillas
Lunes de la 2a semana
de Adviento / Lucas 5, 17-26
Evangelio: Lucas 5, 17-26
Un dÃa, estaba
Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos
de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba
con él para realizar curaciones.
En esto,
llegaron unos hombres que traÃan en una camilla a un hombre paralÃtico y
trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde
introducirlo a causa del gentÃo, subieron a la azotea, lo descolgaron con la
camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él,
viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus
pecados están perdonados».
Entonces se
pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es este
que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?». Pero
Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis
pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil: decir “Tus pecados te son
perdonados”, o decir “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el
Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al
paralÃtico—: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, punto, tomó la camilla donde
habÃa estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
El asombro se
apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decÃan:
«Hoy hemos
visto maravillas».
Comentario
Jesús, «viendo
la fe de ellos, dijo: “Hombre, tus pecados están perdonados”». Lo que mueve a
Jesús a perdonar no es la fe del paralÃtico, sino la de sus amigos. TenÃan fe
en que Jesús podÃa salvar a su amigo.
Quizá el
adviento sea también eso: disponer no sólo nuestra vida para que pueda entrar
Dios en ella, sino también la vida de nuestros amigos. De hecho, si Dios entra
en la vida de nuestros amigos está entrando en nuestra vida; porque nuestra
vida son nuestros amigos y si Dios está en sus vidas, estará en las nuestras.
La alegrÃa de nuestros amigos es también nuestra.
Puede ser que
nuestros amigos por su capacidad o por su falta de fe parezcan paralizados.
Pero forma parte de nuestro adviento que hacer todo lo posible, incluso
levantar tejas y descolgar gente del techo. Lo que sea necesario para que
nuestros amigos acaben «delante de Jesús», lo suficientemente cerca como para
que puedan escuchar «tus pecados están perdonados». Pues al saberse perdonados
por Dios, al conocer el amor infinito que Dios les tiene, podrán vivir todas
sus dificultades, incluso las más graves. El perdón de Dios vuelve suave y
ligera hasta la camilla de un paralÃtico.
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