Evangelización | Carlos Pérez Laporta
¿Está permitido en sábado salvarle la
vida a un hombre o dejarlo morir?
Miércoles de la 2ª
semana del tiempo ordinario / Marcos 3, 1-6
Evangelio: Marcos 3, 1-6
En aquel
tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía
una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y
acusarlo.
Entonces le
dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y
ponte ahí en medio». Y a ellos les preguntó:
«¿Qué está
permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre
o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido
por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la
mano».
La extendió y
su mano quedó restablecida.
En cuanto
salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
Comentario
Jesús «entró
otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada».
Sus contrincantes «lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y
acusarlo». Es bonito, porque en el fondo saben lo que conmueve el corazón
humano de Jesús. Los que le odian conocen su debilidad porque conocen su amor:
saben que la fragilidad humana es su punto débil. Ellos saben por dónde
pillarle porque su compasión le hace transparente.
Pero ese no es
un defecto de Jesús. De hecho, pretende volver el mundo así de traslúcido. Por
eso, sitúa en el centro de todos a este hombre, para que todo se pueda ver:
«Levántate y ponte ahí en medio», le dice. Poner en medio la debilidad debe
dilucidar todos los corazones. Por lo mismo, las preguntas que hace van
dirigidas a esclarecer la verdad de la realidad, a volverla transparente ante
nuestros ojos: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?,
¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».
Las normas, si
no se usan como instrumento sino como fin, tapan la realidad. La norma debería
ser siempre sobrepasada para llegar a la verdad. Porque en la Ley no está
contenida la realidad. La ley es una llave que abre la puerta de la realidad y
nos permite entrar en ella. Si nos quedamos en la Ley, lo real y vivo
desaparece, y solo quedan las formas muertas.
De ahí que
Jesús plantee la cuestión de un modo radical: vida o muerte; bien o mal. Y esa
elección coincide con lo que «está permitido en sábado». La labor curativa no
desdice la prohibición sabática del trabajo, sino que cumple su función: pues,
el descanso normativo del sábado no hace sino prefigurar la vida eterna de los
que descansan en Dios.
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