Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio
Jueves
de la 3ª semana del tiempo ordinario. La Conversión de San Pablo / Marcos 16,
15-18
Evangelio: Marcos 16, 15-18
En
aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El
que crea y sea bautice se salvará; el que no crea será condenado.
A
los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre,
hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno
mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán
sanos».
Comentario
«Id
al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». ¿Qué significa
esta proclamación? ¿Cómo puede un anuncio de un hecho cambiar el curso de la
historia de una persona y de todos los pueblos y de «toda la creación»?
Quizá
lo único que puede cambiarnos por completo sea precisamente lo que le ocurre a
San Pablo. «Yo perseguà a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la
cárcel a hombres y mujeres»; vivÃa «respirando todavÃa amenazas de muerte
contra los discÃpulos del Señor». ¿Qué le sucedió?
—«¿Quién
eres, Señor?».
—
«Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues».
Lo
que tiene que suceder en la predicación no puede ser menos que esto. Si no nos
deslumbra su luz aún no hemos llegado a su presencia, y no podremos
convertirnos. Si no nos vemos ante una presencia imponente que preguntemos
entre titubeos «¿Quién eres, Señor?», aún no podremos convertirnos. Y si no nos
responde «Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues», todavÃa no le
habremos encontrado y no podremos cambiar toda la vida por Él. Y seguiremos
persiguiéndole con nuestros actos y deseos, aún sin encontrarle. Si no se da
este tú a Tú a través de la predicación, todo serán meras palabras incapaces de
cambiar nada.
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