Nuestra Fe
Es Cuaresma
Hemos empezado el camino de la Cuaresma y durante
estos dÃas les invitamos a seguir siete pasos en este camino que nos llevarán a
un mejor y mayor encuentro con Jesús.
1- La Oración: Permanezcamos
orantes. En la oración, descubrimos que es importante velar por las necesidades
de los demás. Oremos por los hermanos de los paÃses en conflicto, los
emigrantes, los pobres, los enfermos, los ancianos, los que no tienen trabajo, por
los niños que sufren hambre, maltrato o son vÃctimas de la guerra, oremos por nuestra
Iglesia, nuestras familias, los amigos, oremos por aquellos tristes del alma y
por todo aquel que esté necesitado de nuestra oración.
2. La Penitencia:
Pidamos disculpas a quienes hayamos agraviado, busquemos limar asperezas dentro
de nuestras familias y en nuestros lugares de trabajo, renunciemos en este
tiempo a lo que más nos guste, aceptemos las tareas del trabajo o la casa con espÃritu
humilde y ayudemos en todo lo que podamos ayudar.
3. Sacrificio: En
este tiempo de Cuaresma ofrecer sacrificio no sólo es ayunar, podemos
sacrificar aquello que más nos guste, como por ejemplo si somos amantes del
café, no tomar durante la Cuaresma, si somos locos con los chocolates, no
comerlos y asà puede ser otra actividad como la televisión, el celular, la
computadora, la música o aquellas actividades que pueden hacernos pecar.
4. Ayuno: Mediante el ayuno
vemos cómo el EspÃritu Santo obra en nosotros y nos ayuda a reconocer a Cristo
en las necesidades del mundo, llevándonos al compromiso personal de actuar
dando limosna. El ayuno requiere que el católico desde los 18 y hasta los 59
años reduzca la cantidad de comida usual. Este ayuno es obligatorio
el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. El
ayuno se rompe si se come entre comidas o se consume algún lÃquido
considerado como nutritivo (especialmente batidos, pero no leche). Lo
importante es asumir que este acto se realiza para acercarnos al tiempo
más importante para los católicos: la Pasión y
la Resurrección de Jesús.
5. Limosna:
Junto al ayuno y la oración son fundamentales en la Cuaresma. Cuando damos limosna
compartimos con el Jesús que sufre por nuestros hermanos más necesitados. Este tiempo
nos sirve para reflexionar sobre los males y las necesidades del mundo hoy,
somos llamados para ayudar dando y compartiendo de lo que tenemos, no lo que
nos sobre, lo que tenemos a quienes más lo necesitan.
6. Perdón: El perdón más que un consejo es un mandato como nos muestra la Biblia. Lo que más nos cuesta es perdonarnos a nosotros mismos. Debemos
perdonarnos no ser perfectos, porque la gente nos quiere asÃ. Nuestros hermanos
nos aceptan como somos, por eso es necesario perdonarnos a nosotros mismos primero,
para poder empezar a sentirnos bien en nuestras vidas y poder saborear todo lo
bueno que nos estamos auto negando porque no nos perdonamos. El perdón es una necesidad. Si no
perdonamos, terminamos enfermando, pues el perdón también es un problema psicológico,
es un peso que debemos sacarnos de encima porque nos genera strees que vamos guardando
y se convierte en odio, rabia, ira, que nos aleja de lo importante en nuestras
vidas y puede llevarnos a cometer errores. El perdón nos hace más comprensivos, más adaptables a las situaciones que vivimos, hace que podamos reÃrnos de
nosotros mismos, que aceptemos lo imperfectos que somos, y nos hace ver por
ende lo imperfecto de los que nos rodean y aceptamos sus imperfecciones. El
perdón es medicinal, el perdón es liberador en todas sus direcciones. Tanto si
yo decido perdonar al que me está haciendo sufrir como si recibo el perdón de
quien yo pensaba que nunca me perdonarÃa.
7.
Conversión: La Cuaresma es
el tiempo en que nos preparamos con la oración, el ayuno, la penitencia, el
sacrificio, el perdón para alcanzar la conversión y asà ser creyentes y
divulgadores del Evangelio y llamar también a nuestros hermanos a la conversión
para alcanzar el Reino de Dios. La conversión es necesaria porque muchas veces
olvidamos que Dios es nuestro Padre y que todos somos hermanos. A veces nos
dejamos llevar por los afanes del mundo, que los podemos resumir en tres:
poder, poseer y placer. Estos afanes se pueden convertir en Ãdolos y hacer que
perdamos de vista el amor a Dios, el amor al prójimo, y nuestro fin último: la
vida eterna que nos ofrece el camino de seguir a Jesús.
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