Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Repartió a los que estaban sentados
todo lo que quisieron
Viernes de la 2ª semana de Pascua / Juan 6, 1‐15
Evangelio: Juan 6, 1‐15
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del
mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los
signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con
sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús
entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba
a hacer, Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada
uno le toque un pedazo». Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón
Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada
y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?». Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo
los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los
repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se
pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los
pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La
gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al
mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo
rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Comentario
La liturgia pone ante nosotros las lecturas que tratan
de la eucaristía. Narran acontecimientos que han sucedido antes del muerte y
resurrección de Jesús. Pero al leerlas hoy tienen un gusto nuevo. Es como si la
iglesia releyera su memoria después de la muerte de Jesús como si volviese a
recordar todos lo sucedido después de su resurrección. Hay que imaginar a los
discípulos pensando en todos aquellos milagros después de la muerte y
resurrección. Eso mismo hace la iglesia hoy rememora la vida de Jesús a la luz
de su Pascua, a la luz de su resurrección. Aquellos milagros que vieron con sus
ojos durante la vida de Jesús tienen sentido ahora. El pan multiplicado
mostraba su divinidad capaz de superar la muerte. Pero no se trata solo de un
ejercicio memorístico. los discípulos siguieron bendiciendo el pan como lo
hacía Jesús. al hacerlo después de la muerte de Jesús percibían un exceso.
Cenaban juntos bendecían el pan y el vino pero, no solo era eso. A comer el pan
tenían la sensación de una multiplicación, experimentaban que aquello que vivía
en este día de mucho todos sus comportamientos. Era misterioso, pero era como
si aquel pan que comían hubiese servido para alimentar a miles de personas como
en los milagros de Jesús. Aquel pan bendecido en nombre de Jesús por aquellos
que seguían esperándole tenía regusto a 1000 vidas, sabía a vida eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...