Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Amad a vuestros enemigos
Martes de la 11ª semana de tiempo ordinario / Mateo 5,
43-48
Evangelio: Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discÃpulos:
«Habéis oÃdo que se dijo: “Amarás a tu prójimo y
aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad
por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo
también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed
perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Comentario
«Yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen». Sólo porque Él lo dice. Sólo porque estas palabras salen de
su boca. No hay más razón para amar a un enemigo, a alguien que desea y procura
nuestro mal. Nuestro amor no nace de la bondad del sujeto pasivo del enemigo
amado, ni del activo que somos nosotros, sino de la bondad de Cristo que nos ha
amado primero y ha provocado que le amemos. Sólo podemos amar al enemigo amando
a Cristo. Amar al enemigo es amar la voz de Cristo y entregar nuestra vida en
la dirección en la que Él manda. Y sentir asà que al entregarnos en esa
dirección estamos unidos a Él, y tenemos su mismo amor. Es ese amor gratuito
que nada pide a cambio, que es todo entrega. Es el amor con el que hemos sido
hechos, con el que Dios nos ha pensado desde toda la eternidad antes de que
existiéramos. Es el amor que no necesitó que fuéramos un bien ni hiciéramos un
bien para crearnos. Es el amor que aceptó la posibilidad de que hiciéramos el
mal, con tal de tenernos. Es el amor que Dios mismo es, y con el que Dios mismo
se prodiga a todos los hombres: amad asà «para que seáis hijos de vuestro Padre
celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a
justos e injustos».
Es asà como somos «perfectos, como vuestro Padre
celestial es perfecto». No se trata, en primer lugar, de ser perfectos en un
sentido moral. Sino de llegar a la perfección. Perfectos significa aquÃ
completamente realizados, haber alcanzado nuestra finalidad (teleioi). Aunque parezca que la venganza ante el
enemigo es lo que satisface el ánimo, es el amor el que nos llena. La venganza
vacÃa el corazón, el perdón y el amor completan la vida y sacian el alma.
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