Reportajes | Salvatore Cernuzio y Sebastián Sansón
El Papa en el G7: La
inteligencia artificial no es objetiva ni neutral
El Pontífice
pronunció su discurso durante la sesión conjunta de la cumbre del G7 en Borgo
Egnazia, Apulia, al sur de Italia, centrado en las oportunidades y los riesgos
de la inteligencia artificial. En su alocución, llamó a la adopción de una
"sana política" para el bien común.
El escenario parece distópico, pero
el riesgo es tan real como siempre: "Ninguna máquina debería elegir jamás
quitar la vida a un ser humano". Francisco intervino, en la tarde de este
viernes 14 de junio, en la sesión conjunta de la cumbre del G7 en Borgo
Egnazia, Apulia, al sur de Italia. Es el primer Papa que participa en una
cumbre de los "Grandes de la Tierra" y habló de la inteligencia
artificial (IA): una "herramienta fascinante" pero al mismo tiempo
"tremenda", expresó, dado que es capaz de aportar beneficios o causar
daños como todas las "herramientas" creadas por el hombre desde el
principio de los tiempos.
La llegada a Apulia
Veinte minutos antes de lo
previsto, el helicóptero del Papa aterrizó a las 12:10 en el campo de deportes
de Borgo Egnazia, en una extensión de olivos. Dando la bienvenida al Pontífice
estaba la Presidenta del Consejo de Ministros de la República Italiana, Giorgia
Meloni. Con ella hubo un apretón de manos y algunas bromas: "Todavía
vivos", dijo la premier. "Somos dos", respondió Francisco. Y
Meloni contestó: "Será un día largo pero hermoso". Juntos, en un
coche de golf, se dirigieron a la residencia privada donde, pasadas las 12:30
horas, comenzaron los cuatro primeros encuentros bilaterales con Kristalina
Georgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional, y el presidente
ucraniano Zelensky, el Presidente francés, Emmanuel Macron, y el Primer
Ministro canadiense Justin Trudeau. A las 14.00 horas, el Papa Francisco se
trasladó a la Sala Arena, donde se turnó para estrechar la mano de todos los
sentados en la mesa circular.
Urge replantearse
el desarrollo y el uso de "armas autónomas letales"
Meloni introdujo el discurso del
Papa, explicando en primer lugar la elección de Apulia como tierra que
"históricamente ha representado un puente entre Oriente y Occidente, un
lugar de diálogo, un mar de por medio con África y Oriente Medio". A
continuación dio las gracias a "Su Santidad", cuya participación,
remarcó, "hace inevitablemente histórico este encuentro".
Sentado a la mesa con los líderes
mundiales, el Papa compartió sus reflexiones sobre la Inteligencia Artificial,
tema al que ya había dedicado su Mensaje para la 58ª Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales. Ante los hombres y mujeres con importantes cargos en
la toma de decisiones, el Obispo de Roma se refirió a las oportunidades de esta
herramienta, pero también alertó sobre sus riesgos y efectos sobre el futuro de
la humanidad. Su mirada se fijó sobre todo en esta guerra con sus
"piezas" cada vez más unificadas.
“En un drama
como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la
utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ para
prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para
introducir un control humano cada vez mayor y significativo.”
El potencial humano
El Papa aclaró cómo no hay
prejuicios sobre el progreso científico y tecnológico, sino miedo a una deriva:
“La ciencia y la tecnología son, por lo tanto, producto extraordinario del
potencial creativo que poseemos los seres humanos”, manifestó Bergoglio. Un
“instrumento extremadamente poderoso”, subrayó Francisco, y explicó que este
instrumento es empleado en numerosas áreas de la actividad humana: de la
medicina al mundo laboral, de la cultura al ámbito de la comunicación, de la
educación a la política. “Y es lícito suponer, entonces, aseveró, que su uso
influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales
y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como
seres humanos”.
El ser humano debe tomar la decisión
Así, por un lado, entusiasman las
posibilidades que ofrece la IA; por otro, generan temor por las consecuencias
que presagian. Para Francisco, hay que distinguir bien entre una máquina que
“puede, en algunas formas y con estos nuevos medios, elegir por medio de
algoritmos” y, por tanto, “una elección técnica entre varias posibilidades”.
“El ser humano, en cambio, no solo elige, sino que en su corazón es capaz de
decidir”, matizó el Sucesor de Pedro.
“Frente a los
prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente,
debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión,
incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en
nuestra vida”.
La dignidad humana en riesgo
La advertencia de Bergoglio fue
contundente: "Condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si
quitáramos a las personas la capacidad de decidir por sí mismas y por sus
vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas. Necesitamos
garantizar y proteger un espacio de control significativo del ser humano sobre
el proceso de elección utilizado por los programas de inteligencia artificial. Está en juego
la misma dignidad humana".
Revolución cognitivo-industrial
En definitiva, no estamos hablando
sólo de progreso científico, sino que nos enfrentamos a “una auténtica
revolución cognitiva-industrial, que -sostuvo el Papa Francisco- contribuirá a
la creación de un nuevo sistema social caracterizado por complejas
transformaciones de época”.
“La
inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al
saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad
de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo,
podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en
vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales
oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del
encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte”.
Ética y "algorética"
A continuación, el Papa mencionó
favorablemente la firma del "Llamamiento de Roma" por la Ética de la
IA y el apoyo a esa forma de moderación ética de los algoritmos condensada
en el neologismo "algorético".
“Si nos cuesta
definir un solo conjunto de valores globales, podemos encontrar principios
compartidos con los cuales afrontar y disminuir eventuales dilemas y conflictos
de la vida”.
¿Puede funcionar el mundo sin política?
Entre los diversos riesgos, el Papa
teme también el de un paradigma tecnocrático. Es precisamente aquí, dijo, donde
la “acción política” se hace “urgente”. Política... para muchos hoy "una
mala palabra" que recuerda “errores”, “corrupción”, “ineficiencia de
algunos políticos” a la que se añaden “estrategias que buscan debilitarla,
sustituirla con la economía o dominarla con alguna ideología". Sin
embargo, “¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz
hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?”, se
pregunta el Papa. “¡No! ¡La política sirve!”, es la respuesta. “Siempre existe
la tentación de uniformizarlo todo”, añadió de manera espontánea. Luego,
recomendó “una famosa novela de principios del siglo XX”, El Señor del
Mundo, el libro de Richard Hugh Benson ya citado varias veces en el pasado:
“Una novela inglesa que muestra el futuro sin política, un futuro uniformador.
Es bueno leerla, es interesante”, aseveró el Pontífice.
La urgencia de la implementación de una "sana política"
Por último, ante los escenarios
descritos, el Santo Padre enfatizó la urgencia de una "sana política"
que nos haga mirar nuestro futuro con esperanza y confianza. En efecto,
"hay cosas que deben cambiar con redefiniciones fundamentales y
transformaciones importantes" y "solo una sana política podría abrir
el camino, implicando a los más diversos sectores y saberes", asegura el
Papa. "De este modo", añade, "una economía integrada en un
proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede
“abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la
creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces
nuevos”.
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