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La petición de León XIII a
Julio Chevalier: Crear una ‘Iglesia local’ en Papúa Nueva Guinea
En vista del
Viaje Apostólico del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea en septiembre próximo
y en colaboración con los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC), compartimos el
reportaje de los misioneros sobre el anuncio del Evangelio entre las tribus
papús, el nacimiento de la Iglesia católica en la Isla y los frutos que han
nacido de la inculturación de la Buena Noticia.
En 1881, el Papa León XIII propone al padre Julio Chevalier, fundador de la congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC), enviar algunos miembros de su institución a las lejanas tierras de Melanesia y Micronesia. Trece meses tardan en llegar desde Barcelona (España) los primeros misioneros, con el padre André Navarre al frente, que pisan la isla de Matupit, Nueva Bretaña, en 1882. Las condiciones son tan duras y difíciles que no consiguen establecerse.
El segundo
intento se hace en 1885, los padres Verius, Gasbarra y Marconi llegan a la isla
de Yule y el 4 de julio celebran la primera Eucaristía. Con gran esfuerzo
establecen algunas misiones en la costa sur, entre las tribus Roro y Mekeo,
comenzando así la evangelización de un lugar donde nunca antes se oyó hablar de
Cristo.
En aquel
momento, los enfrentamientos entre tribus de la isla son constantes y el
canibalismo una práctica habitual. Crear un ambiente de paz es primordial. La
ocurrencia ingeniosa de los misioneros es situar la misión entre poblados, para
poder ejercer de mediadores. En Papúa Nueva Guinea había más de seiscientas
tribus y ochocientos idiomas distintos, un 12% de las del planeta.
La inculturación del Evangelio
Las
tradiciones son netamente tribales, con creencias basadas en supersticiones, y
la brujería está omnipresente y domina la vida cotidiana. Con este panorama, la
evangelización se centra en crear una Iglesia local integrada con la sociedad.
Adaptan e introducen los principios cristianos con la cosmovisión melanesia y,
poco a poco, construyen iglesias y centros comunitarios, que se convierten en
los pilares de la vida social y espiritual de las comunidades. Ejemplo de esta
transición al cristianismo, es el hecho de que el primer sacerdote nativo,
ordenado obispo en 1970, monseñor Louis Vangeke, msc, proviene de una familia
de hechiceros. Y es que, el trabajo estrecho con los líderes locales hace que
las iniciativas de los misioneros sean aceptadas culturalmente, puesto que se
actúa siempre desde el respeto a las tradiciones y valores de las comunidades.
De hecho, aprenden sus lenguas y costumbres. El padre Xavier Vergés, msc
tradujo a la lengua Mekeo todos los textos litúrgicos.
Las primeras vocaciones nativas
Con el paso
del tiempo, llegan las primeras vocaciones. Sacerdotes, religiosas, obispos,
hasta un cardenal son nativos de Papúa Nueva Guinea y la participación de
laicos es significativa. Tal ha sido la integración y el reconocimiento a los
misioneros por parte de los papús, que a monseñor Alain de Boismenú, msc,
obispo en 1899, le tallaron un tótem conmemorativo en 1966 reconociéndole como
‘Koibia Aua’ (‘Jefe hombre’ en lengua Kuni). El mismo reconocimiento le dieron
al padre Díaz, msc, a su regreso. Destaca también, que el primer beato nativo,
Peter ToRot, Beato Mártir MSC, es familiar del actual Obispo de Bereina (PNG),
monseñor Rochus Tatamai, msc.
Gracias a
aquel encargo de León XIII, Papúa Nueva Guinea tiene hoy una Iglesia local
propia.
Publicación en
colaboración con la Oficina de Comunicación de los Misioneros del Sagrado
Corazón.
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