Evangelización | Tiziana Campisi
El Papa en la catequesis: La
fraternidad es la respuesta a la anti-civilidad
En la
audiencia general, Francisco volvió sobre los pasos de su 45º Viaje Apostólico,
que tuvo lugar del 2 al 13 de septiembre en Indonesia, Papúa Nueva Guinea,
Timor Oriental y Singapur, y dijo a los fieles que habÃa encontrado una Iglesia
grande y viva, que no hace proselitismo, sino que crece por «atracción». La
compasión es el camino para dar testimonio de Cristo, afirmó el PontÃfice. En
Papúa Nueva Guinea un modelo de desarrollo integral, animado por la «levadura»
del Evangelio.
El Papa
Francisco comenzó su catequesis de la Audiencia General en la Plaza de San
Pedro con una breve alusión: anunció a los fieles que dos lectores contraerán
matrimonio el próximo sábado y exclamó que «es hermoso ver cuando el amor nos
hace avanzar para formar una nueva familia: por eso he querido presentar a
estos dos, para dar gracias al Señor».
Compartió
luego sus reflexiones personales, sus emociones y todo lo que le quedó en el
corazón tras su viaje a Asia y OceanÃa, «viaje apostólico porque no es un viaje
turÃstico» - aclaró – sino «para llevar la Palabra del Señor, para hacer
conocer al Señor, también para conocer el alma de los pueblos». Como acostumbra
a hacer al regreso de sus visitas apostólicas, el PontÃfice reveló a los fieles
sus impresiones de cada etapa, y explicó que quiso seguir el ejemplo de Pablo
VI, que en 1970 visitó «largamente Filipinas y Australia, pero también haciendo
escala en varios paÃses asiáticos y en las islas Samoa», mientras que fue San
Juan XXIII quien salió por primera vez del Vaticano para ir «en tren a AsÃs».
«Un viaje memorable» el de Papa Montini, que Bergoglio ha intentado seguir,
limitándose a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, «pero
con algunos años más», bromeó, dando gracias a Dios por haberle «permitido
hacer ya de anciano Papa» lo que a él «le hubiera gustado hacer de joven jesuita».
A
continuación, una reflexión franca:
Una primera
reflexión que surge espontáneamente tras este viaje es que, al pensar en la
Iglesia, seguimos siendo demasiado eurocéntricos o, como se suele decir,
«occidentales». En realidad, ¡la Iglesia es mucho más grande y – me permito
decir - está más viva en esos paÃses! Lo experimenté con emoción cuando conocÃ
esas comunidades, escuchando los testimonios de sacerdotes, monjas, laicos,
especialmente catequistas – los catequistas son aquellos que llevan adelante la
civilización. Iglesias que no hacen proselitismo, sino que crecen por
«atracción», como decÃa sabiamente Benedicto XVI.
La compasión, camino de los cristianos
El PontÃfice
habló en primer lugar de Indonesia, donde «los cristianos son alrededor del
10%, y los católicos el 3%», y sin embargo, la Iglesia es «viva, dinámica, capaz
de vivir y transmitir el Evangelio». Una nación «que tiene una cultura muy
noble, capaz de armonizar la diversidad» y que cuenta con «la mayor presencia
de musulmanes del mundo».
En ese
contexto, tuve la confirmación de cómo la compasión es el camino por el que los
cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y
encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y
culturales.
Y, a propósito
de la compasión, el Papa invitó a no olvidar las tres caracterÃsticas del
Señor: «cercanÃa, misericordia y compasión», y añadió que «si un
cristiano no tiene compasión, no sirve para nada».
La fraternidad es el futuro
Es a través de
«fe, fraternidad, compasión» -palabras, por cierto, elegidas como lema de la
visita al paÃs- como el Evangelio entra en la vida cotidiana de los indonesios,
explicó Francisco.
Allà vi que la
fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas
diabólicas del odio y la guerra, también del sectarismo.
Un modelo de desarrollo integral
En Papúa Nueva
Guinea, donde «las diferentes etnias hablan más de ochocientas lenguas», - un
ambiente, por tanto, «ideal para el EspÃritu Santo, que ama hacer resonar el
mensaje del Amor en la sinfonÃa de los lenguajes», porque «el EspÃritu Santo es
sinfonÃa, es armonÃa»- el Papa dijo haber redescubierto la belleza de la
«Iglesia misionera en salida», donde misioneros y catequistas están
comprometidos.
Me alegró el
corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me
conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un
futuro nuevo, sin violencias tribales, sin dependencias, sin colonialismos
económicos o ideológicos; un futuro de fraternidad y de cuidado del maravilloso
ambiente natural. Papúa Nueva Guinea puede ser un «laboratorio» de este modelo
de desarrollo integral, animado por el «fermento» del Evangelio.
Luego
Francisco se detuvo en un bonito recuerdo que le quedó de la visita a Vanimo,
donde los misioneros están entre el mar y las selvas. «Entran en la
selva para buscar a las tribus más escondidas».
Cuando la fe se hace cultura
«Promoción
humana y social del mensaje cristiano» son los rasgos que, en cambio, el Papa
encontró en Timor Oriental, un paÃs en el que «la Iglesia ha compartido el
proceso de independencia con todo el pueblo, orientándolo siempre hacia la paz
y la reconciliación». Pero sin ideologizar la fe, «es la fe la que se convierte
cultura y al mismo tiempo la ilumina, la purifica y la eleva», subrayó el Papa,
«porque la fe debe ser inculturada y las culturas, evangelizadas».
Pero sobre
todo me impresionó la belleza de ese pueblo: un pueblo probado pero alegre, un
pueblo sabio en el sufrimiento. Un pueblo que no sólo genera muchos niños, -
habÃa un mar de niños, ¡muchos! - sino que les enseña a sonreÃr. No olvidaré
jamás la sonrisa de los niños de esa patria, de esa región. SonrÃen siempre los
niños allÃ, y hay muchos. A ellos esa fe les enseña a sonreÃr, y esto es una
garantÃa para el futuro. En resumen, en Timor Oriental vi la juventud de la
Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida
consagrada. ¡Respiré «aire de primavera»!
Una Iglesia que genera armonÃa
Por último, en
Singapur, «una ciudad-Estado muy moderna», donde «los cristianos son una
minorÃa», hay «una Iglesia viva, comprometida en generar armonÃa y fraternidad
entre las diferentes etnias, culturas y religiones». En este rico paÃs, quienes
siguen el Evangelio se convierten en «sal y luz», subrayó Francisco, siendo
testigos de «una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos
pueden garantizar».
Concluyendo la
catequesis, el PontÃfice dirigió su gratitud a los pueblos que lo recibieron
con tanto calor, con tanto amor, y también «a las autoridades civiles y a las
Iglesias locales» que tanto lo ayudaron para que las distintas etapas de su
cuadragésimo quinto viaje apostólico se «realizasen en orden y sin problemas»,
y renovó a todos su reconocimiento.
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