Vocacionales | Bezawit Bogale
De no católica a fundadora
del primer convento católico de Etiopía
Con una visión
moldeada por la experiencia internacional y un profundo deseo de rezar en el
idioma local mientras sirve a la comunidad, Emahoy Haregeweine creía que su
vocación se extendía más allá de su vida religiosa personal. Estaba decidida a
crear un convento que no solo abrazara las tradiciones locales, sino que
también respondiera a la llamada a servir a los pobres y necesitados,
convirtiéndola en pionera en la historia de la Etiopía católica.
“Quiero ser
una monja católica etíope”. Con esta audaz declaración, Emahoy Haregeweine, una
monja pionera en Etiopía, fundó el primer convento local dentro de la Iglesia
católica etíope, el convento benedictino de la Santísima Trinidad.
A los miembros
del convento se les da el título de “Emahoy”, una palabra amárica que significa
“Mi Madre”. Este título refleja la creencia de que todas las mujeres son
madres: algunas se convierten en madres biológicas, mientras que otras, como
las monjas, dedican su vida a convertirse en madres espirituales de todos.
De la inspiración litúrgica al liderazgo monástico
Emahoy, nacida
en Addis Abeba, Etiopía, estudió en la Lycée Gebremariam French School, donde
conoció diferentes culturas e idiomas. A la edad de 16 años, después de asistir
a su primera Santa Misa en la Parroquia de San Francisco con un amigo católico,
se sintió profundamente conmovida por la liturgia, que despertó en ella el
deseo de fortalecer su relación con Cristo. A pesar de su origen ortodoxo, se
sentía atraída por el catolicismo y comenzó a asistir a misa con regularidad y
aspiraba a convertirse en monja. Su fe se profundizó tras ver una imagen de San
Francisco, que consolidó su compromiso con su vocación.
Guiada por la
oración y el acompañamiento espiritual, Emahoy Haregeweine superó los desafíos
y se unió a las Hermanitas de Jesús (fundadas por San Carlos de Foucauld). Ha
emprendido la formación religiosa en varios países, entre ellos Nigeria, Kenia,
Egipto, Francia e Italia, mientras buscaba continuamente respuestas a sus
preguntas espirituales. En 2007, mientras asistía a un seminario sobre las
tradiciones monásticas etíopes, sintió que había encontrado las respuestas que
estaba buscando. Este momento marcó el inicio de su misión de fundar un
convento católico que reflejara la identidad espiritual y cultural única de
Etiopía.
En 2018,
cumplió su sueño fundando el primer convento católico de Etiopía, el “Convento
benedictino de la Santísima Trinidad”. Durante su estancia en Francia con el
apoyo de los benedictinos, utilizó su tiempo libre para recaudar fondos
vendiendo recuerdos hechos a mano. Con esto pudo comprar una pequeña casa en
Addis Abeba. Más tarde, con el apoyo de los benedictinos franceses, compró un
terreno en Holeta, a 40 km de la capital. Con la bendición y aprobación del
cardenal Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba y presidente de la
Conferencia Episcopal Católica de Etiopía, se le concedió el privilegio de
fundar el convento. Vestida con su nuevo hábito monástico y ofreciendo
oraciones en el idioma local, sintió que por fin había descubierto las respuestas
a las lagunas de su viaje religioso.
Una misión en línea con las iniciativas agrícolas
Emahoy
Haregeweine apoya la integración de la fe en la cultura local al tiempo que
promueve la autosuficiencia financiera en su convento. Ha puesto en marcha
iniciativas agrícolas, como la producción de gallinas y huevos y la cría de
ganado para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Inspirada por el
llamamiento del Papa Francisco al cuidado del medio ambiente, ha adoptado
prácticas ecológicas, incluida la agricultura ecológica, en beneficio tanto del
convento como de la comunidad.
Su visión se
extiende más allá del convento y ha iniciado un programa de guardería que
conecta a su comunidad con los habitantes de los pueblos. A través de sus
proyectos educativos y agrícolas, Emahoy promueve fuertes vínculos con los
habitantes de los pueblos, proporcionando orientación sobre la crianza de los
hijos y la preparación de alimentos orgánicos. Considera este programa como una
oportunidad divina para allanar el camino a las futuras escuelas de la zona y
subraya la importancia de la autosuficiencia local, alentando a las comunidades
a financiar de forma autónoma las actividades pastorales en lugar de depender
exclusivamente del apoyo externo.
La vida monástica y la llamada a la santidad
Emahoy imagina
el convento como un santuario pacífico donde los fieles pueden unirse a las
monjas en oración, reflexión y consultas espirituales en sus lenguas locales.
Su objetivo es crear un espacio en el que la fe y la comunidad florezcan
juntas, promoviendo una profunda conexión con Dios y entre ellas. Anima a las
parejas casadas a tener más hijos y a cultivar familias orantes, exhortando a
quienes disciernen sus vocaciones a pasar tiempo en oración y a escuchar las
indicaciones de Dios. A la luz de la evangelización mediática, espera
establecer un sitio web para el convento para difundir mensajes vocacionales.
Para ella, la santidad no se limita a la vida religiosa, sino que es una
llamada universal, subrayando que la Iglesia solo durará si estamos dispuestos
a sacrificarnos por amor a Jesucristo.
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