• Noticias

    martes, 23 de septiembre de 2025

    ¿Sabías que hubo evangelios considerados heréticos?


    A Debate | Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

     


    ¿Sabías que hubo evangelios considerados heréticos?

     

    Los evangelios apócrifos abundaron en la Iglesia primitiva, pero se cayeron del canon oficial por no proceder de los apóstoles y por contener doctrinas controvertidas

     

    El Evangelio de los hebreos y el de Bernabé, también el Evangelio de Felipe, el de Tomás y el de María Magdalena, además del Evangelio de Judas o el de Pedro. Y así hasta 50 son los textos elaborados en los primeros tiempos del cristianismo que se denominaban a sí mismos con el nombre de «evangelio» y que circularon en mayor o menor medida por las comunidades cristianas de los primeros siglos, contando diferentes aspectos de la vida de Jesús. Son los llamados evangelios apócrifos, una palabra que en griego significa literalmente «secretos».

     

    ¿Por qué llamar a una narración de la vida del Señor evangelio secreto? «Una posible explicación sería que los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento eran ya conocidos, por lo que se habrían presentado entonces nuevas narraciones, ante la demanda de los lectores por saber más de la vida de Cristo», responde Pablo Edo, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad de Navarra y autor de El Evangelio de Pedro, sobre uno de estos apócrifos.

     

    Criterios de fiabilidad

    Edo cuenta que estos libros, junto con otros hechos de apóstoles, cartas y apocalipsis también apócrifos, no fueron incluidos en el Nuevo Testamento porque no cumplían varias notas características que sí tienen los textos canónicos: «Origen apostólico, recta doctrina y lectura pública en todas las iglesias». A ellas habría que añadir una cuarta razón que solo se puede aceptar por la fe: «La Iglesia sostiene que los cuatro Evangelios están inspirados por el Espíritu Santo y todos los demás no». 

    Especialmente decisivo es el hecho de que los cristianos de la Iglesia primitiva consideraron más fiables aquellas narraciones cuya autoría se sabía que procedía directamente de un apóstol, como Mateo o Juan, o de un discípulo de un apóstol, como Marcos y Lucas. Por eso, estos cuatro Evangelios «pronto se impusieron solos y se empezaron a leer en todas las iglesias, como recuerdos verdaderos de los testigos oculares de la vida de Jesús». 

     

    En cambio, los demás textos de estilo evangélico no tenían este bagaje de fiabilidad, por lo que resultaba difícil saber qué material provenía de tradición verificada y qué era un añadido posterior. «Además, a veces los añadidos consistían en variantes doctrinales ajenas a la tradición de fe recibida y a la vida de Jesús», incluso a veces «con un claro sesgo herético inaceptable para la Iglesia». Por ello, si bien algunos de estos evangelios tuvieron cierta fama, «ninguno se impuso como lectura en todas las iglesias», precisa Edo. 

     

    Nombres

    A pesar de que el término apócrifo fue adquiriendo con el tiempo un sentido peyorativo, no todo su contenido era necesariamente engañoso o ajeno a la fe cristiana. «A un apócrifo debemos la piadosa tradición de los nombres de Joaquín y Ana, padres de la Virgen María; en otro hallamos el número tradicional de Reyes Magos y sus conocidos nombres; y otro testimonia una escena no narrada en los cuatro Evangelios, pero admitida en el arte cristiano y la liturgia, como la presentación de María en el Templo de Jerusalén», cuenta Pablo Edo.

     

    Como ejemplo de todo ellos, el profesor de la UNAV menciona que el Protoevangelio de Santiago cuenta que, en el momento del nacimiento de Jesús, a una partera le arde el brazo por dudar de la virginidad de María; el Evangelio de Pedro muestra a Jesús saliendo del sepulcro ante muchos testigos, conducido por dos hombres de dimensiones monstruosas y seguido de una cruz que habla en su nombre; y los Hechos de Juan dicen que en realidad Jesús no padeció los sufrimientos de su Pasión y que todo era pura apariencia. 

     

    «Por eso, la imagen de Jesús que transmiten no ofrece garantías de historicidad, aunque pueda contener algunos elementos de tradición auténticos», dice Pablo Edo. De ahí que «difícilmente pueden aportar un sustrato adecuado para forjar la propia piedad o el trato personal con Jesús», como sí sucede con los cuatro Evangelios canónicos. De hecho, añade que «cuanto más se estudian los evangelios apócrifos, más brillan por sí mismos los canónicos».

     

    Alfa&Omega.es







    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...

    Para Vivir Mejor


    Entradas Recientes



    La Familia


    Amigo del Hogar | Revista

    Orientada esencialmente a la familia desde una visión humano-cristiana, la Revista Amigo del Hogar nace en el año 1942, como obra evangelizadora de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).

    ¿Quiénes Somos?

    Somos una comunidad religiosa fundada por el P. Julio Chevalier en el año 1854, en Issoudun, Francia. El proyecto al que buscamos ser fieles es, desde el Corazón misericordioso de Jesús, anunciar el amor de Dios al mundo.

    Temas de Salud


    Entradas populares