Salud | Melania Emeterio R.
Día Mundial de la Salud
Mental
Cada 10 de octubre, junto a la
Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la
Salud, los Estados, y la sociedad en general, conmemoran el Dia Mundial de la
Salud Mental. Generalmente cuando se determina una fecha
conmemorativa de un carácter tan amplio, es porque se trata de algo que reviste
relevancia y mucha urgencia y, en consecuencia, los Estados deben dar respuesta
a esta situación o problema. En este caso se alude a la salud mental del
conglomerado social de cada país. Hay que decir que, en estos tiempos, la
importancia de la salud mental, afortunadamente, no está en discusión.
Para hablar de cuán serio es el asunto de la
salud mental, hagamos una comparación con la salud física, y obsérvese que,
cuando esta comienza a deteriorarse, aparece la solidaridad espontánea del
medio social y comunitario: vaya a tal sitio, consulte a tal o cual
especialista, ingiera o úntese tal o cual cosa y un largo etc., pero en el caso
de la salud mental, no ocurre igual. Los problemas o trastornos mentales
presentan otras complejidades y tratamientos, son pues de otra naturaleza. La
gente no se hace cercana, más bien rehúye acercarse a quien tenga este
padecimiento. Si hay una persona que necesita la compasión y la solidaridad
afectiva y efectiva es aquella que padece de trastornos mentales.
Hoy, en esta fecha, no sabemos el diagnóstico que
sobre la salud mental del país, tienen el Ministerio de Salud Pública y
su Dirección de Salud Mental, de cara a la ciudadanía, pero no hay que
tener esos números en las manos para saber cómo está de deteriorada la
salud mental en la República Dominicana, pues es un asunto generalizado,
avasallante y multicausal, por eso salta a la vista. En el momento en el que
llega el 10 de octubre apelamos a que las autoridades dominicanas que rigen lo
concerniente a la salud, no tomen esta fecha para lamentarse o disculparse,
para prometer la agenda de acciones, o justificarse por aquello de que en el mundo
entero hay problemas de salud mental pues, aunque esto sea cierto, cada
Estado tiene que encargarse de lo que le corresponde.
Hace varios años que la Sociedad Dominicana está
presentando indicadores de profundo deterioro en su salud mental, y en este
particular no hay diferencia de género, edad, o niveles sociales. Son
muy reiterados los casos donde se ha dado muerte a personas, pero con un
evidente sadismo y crueldad extrema, incluidos muchos de los feminicidios. Con
cierta frecuencia se incendian, como forma de venganza, viviendas habitadas.
Casos se han dado en los que, madres castigan con saña a sus hijos e hijas,
incluso de pocos años de edad, causándoles la muerte o traumatismos físicos
severos, además de las heridas emocionales. Los innumerables casos de incesto
de parte de los padres contra sus hijas e hijos parecen florecer. Como si todo
esto no fuera suficiente, están las familias que, envueltas en riñas, dejan
saldos de muertes, heridas, y relaciones primarias totalmente rotas.
Finalmente está la intolerancia, no solo en el
tránsito terrestre, sino en cualquier discusión, en la música a todo volumen,
sin importar el sufrimiento causado a su vecindad. Estas son solo algunas
de las expresiones cotidianas que dejan ver rasgos de deficiencia en los
niveles de razonamiento y estado de la mente en nuestro país.
No siempre tenemos claridad sobre medidas tomadas
por la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, pues
decisiones han tomado que, buscando la integración de los enfermos mentales a
la familia y a la comunidad, estos han salido a las calles convirtiéndose en un
peligro público para la gente, pero ellos también corren el riesgo de ser
objetos de agresión. Son muchos los que deambulan en mal estado por las calles,
y nadie quiere acercárseles. Por lo que, más que lanzarlos a las calles,
deberían seguir recluidos bajo control médico y buena asistencia social.
Si en otros países tal decisión ha dado resultados favorables, en Rep.
Dom. no lo parece. Normalmente son personas que vienen de la pobreza, o no
tienen familia para atenderlos debidamente. Lanzarlos a las calles, más bien
parece un descargo de responsabilidad, y un debilitamiento de la sensibilidad
frente a este tipo de enfermos y enfermas. En este día, todo esto debe
evaluarse, y poner delante la defensa de la dignidad de estas personas
afectadas de este mal.
En el ambiente nacional se sienten las carencias
de planes y programas masivos al servicio de la prevención y tratamiento de los
trastornos mentales. A nuestro país le llueven a cántaros los motivos para
la afectación mental. Basta con hacer algunas preguntas obligadas, como estas:
¿Cómo estará el estado mental de niñas, niños, adolescentes y jóvenes huérfanos
de madre y de padre, cuando este último cometió feminicidio contra su madre, y
luego se suicidó? ¿Cuál será el estado mental de los niños, niñas y
adolescentes cuando los rostros de sus padres han salido en la prensa como
desfalcadores del Estado, traficantes, mafiosos, o violadores sexuales de sus
propios hijos o hijas? ¿Cuál será el estado de salud mental de tantas personas
a las cuales la policía u otros delincuentes incontrolables, dieron muerte a
hermanos, padres, hijos, hijas, y cualquier otro pariente, pero que, en lugar
de ver el asomo de la justicia, lo que presienten es la táctica dilatoria y
el camino hacia la impunidad?
Todo el país recuerda el caso del joven enfermo
mental que conmovió en el mes de julio del presente año, era diagnosticado como
esquizofrénico, protagonizó una escena de violencia con un saldo de una
persona muerta y otras heridas. Sobre el caso, algunos psiquiatras se
refirieron a la cantidad importante de esquizofrénicos que hay en el país, pero
que no están diagnosticados. No sabemos qué estará haciendo el Ministerio de
Salud al respecto, pero esa realidad es muy grave, y crea mucha inseguridad
social.
El deterioro de la salud mental viene por
múltiples canales: relaciones familiares, el medio social, orígenes
genéticos, y otros. Las preguntas formuladas son solo una forma de acercamiento
a la Dirección de Salud Mental por lo urgente y necesario que es tener
respuestas institucionales frente a este mal que tenemos a la vista.
El 10 de octubre viene a ser una alerta para revisar lo que, como país, estamos
haciendo y lo que deberíamos, con urgencia hacer.
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