Matrimonio y Familia | Kevin Farrell
“Una Caro”, Farrell: La
pertenencia entre cónyuges no es posesión, sino respeto
El cardenal
Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida,
subraya la importancia teologica y pastoral de la Nota doctrinal: es un
instrumento valioso para formar en el respeto mutuo entre hombre y mujer y
alejar el riesgo de formas graves de violencia y posesión.
La Nota doctrinal Una Caro. Elogio de la monogamia. Nota doctrinal sobre el
valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca es un instrumento precioso para el Dicasterio para los Laicos, la
Familia y la Vida: nos permitirá ofrecer a los obispos, a los movimientos
eclesiales, a las asociaciones de fieles y a los animadores de la pastoral
juvenil y familiar importantes líneas de reflexión teológica y pastoral sobre
la plenitud del amor humano.
Esta plenitud se cumple en la
unidad y la exclusividad del matrimonio entre un hombre y una mujer, y hay que
acompañar a los esposos en la comprensión de lo que es una «vocación para dos»
en el mundo y en la Iglesia.
Hoy en día no es fácil transmitir
este mensaje, que se inscribe en un contexto en el que la «cultura de lo
provisional» —como la llamaba el Papa Francisco— degrada el «para siempre» del
matrimonio: a muchos les cuesta comprender no solo el valor del sacramento,
sino también el de cualquier vínculo indisoluble.
Por este motivo, a nivel pastoral,
es decisivo saber invertir en itinerarios formativos que ayuden a comprender la
riqueza de una relación exclusiva, que necesitará toda una vida para crecer en
plenitud.
Un aspecto del documento que me
parece significativo y que será importante profundizar en todos los contextos
culturales y geográficos del mundo es el aspecto de la pertenencia
recíproca entre los cónyuges, que en la experiencia existencial no
puede ni debe desembocar nunca en la posesión del otro: es una
pertenencia-no pertenencia, una unidad entre los dos que debe construirse
siempre respetando las dos dignidades y las dos libertades, que no anulan la
diferencia y la individualidad de cada uno.
Esta temática tiene repercusiones
pastorales que nos interpelan a formar en el respeto recíproco entre el hombre
y la mujer, para alejar el riesgo de formas graves de violencia y posesión, que
hoy requieren una acción pedagógica más decidida también por parte de la
Iglesia.
En efecto, es urgente educar en una
sana unidad conyugal, que pueda ser realmente un camino de crecimiento y
plenitud existencial para ambos cónyuges. Hay que ayudarles a comprender que no
es bueno encerrarse en su amor mutuo, sino que es necesario abrirse para que la
pareja sea generativa, no solo dentro de la familia, sino también en la
comunidad en la que viven y en la que pueden convertirse en instrumentos de
acogida y cuidado de los más frágiles, haciendo aún más fecundo su amor.


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