Documentos | Johan Pacheco
Carta apostólica del Papa
León XIV: “Una fidelidad que genera futuro”
“Para
reconsiderar juntos la identidad y la función del ministerio ordenado a la luz
de lo que el Señor pide hoy a la Iglesia”, presenta el Papa León XIV su Carta
apostólica con motivo del 60 aniversario de los decretos conciliares Optatam
totius y Presbyterorum ordinis.
En el LX aniversario de los
decretos conciliares Optatam totius y Presbyterorum ordinis, promulgados
respectivamente el 28 de octubre y el 7 de diciembre de 1965, el Papa León XIV
publica la Carta Apostólica “Una fidelidad que genera futuro”, reflexionando
sobre la fidelidad en el servicio, la fraternidad, la sinodalidad, la misión y
el futuro.
“Una fidelidad que genera futuro es
a lo que los presbíteros están llamados también hoy, en la conciencia de que
perseverar en la misión apostólica nos ofrece la posibilidad de interrogarnos
sobre el futuro del ministerio y de ayudar a otros a percibir la alegría de la
vocación presbiteral”, expresa el Pontífice al inicio de la Carta que se
difunde este lunes 22 de diciembre.
Señala el Papa que los Decretos
Optatam totius y Presbyterorum
ordinis, “son dos
textos nacidos de una única inspiración de la Iglesia, que se siente llamada a
ser signo e instrumento de unidad para todos los pueblos e interpelada a
renovarse, consciente de que la anhelada renovación de toda la Iglesia depende
en gran parte del ministerio de los sacerdotes, animado por el espíritu de
Cristo”.
Estos decretos, afirma el Papa,
“constituyen un hito fundamental de la reflexión acerca de la naturaleza y la
misión del ministerio pastoral, así como de la preparación para el mismo,
conservando con el paso del tiempo una gran frescura y actualidad”.
“Es necesario -exhorta León XIV-,
por tanto, hacer de ellos una memoria viva, respondiendo a la llamada a acoger
el mandato que estos Decretos han confiado a toda la Iglesia: revitalizar
siempre y cada día el ministerio presbiteral, extrayendo fuerza de su raíz, que
es el vínculo entre Cristo y la Iglesia, para ser, junto con todos los fieles y
a su servicio, discípulos misioneros según su Corazón”.
El Santo Padre invita con esta
Carta apostólica a “reconsiderar juntos la identidad y la función del
ministerio ordenado a la luz de lo que el Señor pide hoy a la Iglesia,
prolongando la gran obra de actualización del Concilio Vaticano II”.
El Papa León XIV también expresa su
gratitud a los sacerdotes por su testimonio y entrega, “que, en todas partes
del mundo, ofrecen su vida, celebran el sacrificio de Cristo en la Eucaristía,
anuncian la Palabra, absuelven los pecados y se dedican día tras día con
generosidad a los hermanos y hermanas, sirviendo a la comunión y a la unidad, y
cuidando, en particular, de quienes más sufren y pasan necesidad”.
La fidelidad y el servicio
Y reflexionando sobre la fidelidad
y el servicio el Papa advierte que “especialmente en el tiempo de la prueba y
de la tentación, se fortalece cuando no olvidamos esa voz, cuando somos capaces
de recordar con pasión el sonido de la voz del Señor que nos ama nos elige y
nos llama, confiándonos también al indispensable acompañamiento de quienes son
expertos en la vida del Espíritu”.
El Papa también acentúa la
importancia de la formación permanente de los sacerdotes, “en este sentido se
comprende lo que Optatam totius indica respecto a la formación
sacerdotal, deseando que no se detenga en el tiempo del Seminario (cf. n. 22),
abriendo el camino a una formación continua, permanente, de modo que constituya
un dinamismo de constante renovación humana, espiritual, intelectual y
pastoral”. Y que asegure también “el crecimiento y la madurez humana de los
candidatos al presbiterado, junto con una rica y sólida vida espiritual”,
incluso ante la crisis de confianza en la Iglesia provocada por los abusos
cometidos por miembros del clero.
Asimismo, para el Papa el tema
formativo resulta central para afrontar “el fenómeno de quienes, después de
algunos años o incluso decenios, abandonan el ministerio”. Situación “que exige
mirar con atención y compasión la historia de estos hermanos y las múltiples
razones que pudieron conducirlos a tal decisión”.
Se trata, por tanto, de custodiar y hacer crecer la vocación en un camino constante de conversión y de renovada fidelidad, que nunca es un recorrido meramente individual, sino que nos compromete a cuidarnos unos a otros
Fidelidad y fraternidad
Y reflexionando sobre la fidelidad
y la fraternidad el Papa cita el Decreto Presbyterorum ordinis:
«Los sacerdotes del Nuevo Testamento, aunque por razón del sacramento del Orden
ejercen el ministerio de padre y de maestro, importantísimo y necesario en el
pueblo y para el pueblo de Dios, sin embargo, son, juntamente con todos los
fieles cristianos, discípulos del Señor, hechos partícipes de su Reino por la
gracia de Dios que llama. Con todos los regenerados en la fuente del bautismo
los presbíteros son hermanos entre los hermanos, puesto que son miembros de un
mismo Cuerpo de Cristo, cuya edificación se exige a todos».
“La fraternidad presbiteral, por lo
tanto -dice el Papa-, antes que ser una tarea que hay que realizar, es un don
inherente a la gracia de la Ordenación. Hay que reconocer que este don nos
precede: no se construye sólo con la buena voluntad y en virtud de un esfuerzo
colectivo, sino que es un don de la Gracia, que nos hace partícipes del
ministerio del obispo y se realiza en la comunión con él y con los hermanos”.
Insiste el Pontífice en que “la
fraternidad presbiteral debe considerarse, por lo tanto, como un elemento
constitutivo de la identidad de los ministros, no sólo como un ideal o un
eslogan, sino como un aspecto en el que comprometerse con renovado vigor”.
En un tiempo de gran fragilidad, todos los ministros ordenados están llamados a vivir la comunión volviendo a lo esencial y acercándose a las personas, para custodiar la esperanza que se hace realidad en el servicio humilde y concreto
Fidelidad y sinodalidad
Luego al hablar de la identidad de
los sacerdotes, destaca los señalado por el Decreto Presbyterorum
ordinis sobre el vínculo con el sacerdocio y la misión de Jesucristo
(cf. n. 2) y señala luego tres coordenadas fundamentales: la relación con el
obispo, la comunión sacramental y la fraternidad con los demás presbíteros; y
la relación con los fieles laicos. De esta manera invita también a vivir la
fidelidad junto al ejercicio de la sinodalidad. “El impulso del proceso sinodal
es una fuerte invitación del Espíritu Santo a dar pasos decididos en esta
dirección”.
“En una Iglesia cada vez más
sinodal y misionera, el ministerio sacerdotal no pierde nada de su importancia
y actualidad, sino que, por el contrario, podrá centrarse más en sus tareas
propias y específicas”, dice el Pontífice.
Para implementar cada vez mejor una eclesiología de comunión, es necesario que el ministerio del presbítero supere el modelo de un liderazgo exclusivo, que determina la centralización de la vida pastoral y la carga de todas las responsabilidades confiadas sólo a él, tendiendo hacia una conducción cada vez más colegiada, en la cooperación entre los presbíteros, los diáconos y todo el Pueblo de Dios, en ese enriquecimiento mutuo que es fruto de la variedad de carismas suscitados por el Espíritu Santo
Fidelidad y misión
“La identidad de los presbíteros se
constituye en torno a su ser para y es inseparable de su misión”, dice el Papa
reflexionando sobre la fidelidad y la misión. Como una “vocación sacerdotal se
desarrolla entre las alegrías y las fatigas de un servicio humilde a los
hermanos, que el mundo a menudo desconoce, pero del que tiene una profunda sed:
encontrar testigos creyentes y creíbles del Amor de Dios, fiel y
misericordioso, constituye una vía primordial de evangelización”.
Y advierte sobre dos tentaciones
contra la fidelidad a la misión, en un mundo acelerado e hiperconectados. La
primera es “una mentalidad eficientista según la cual el valor de cada uno se
mide por el rendimiento, es decir, por la cantidad de actividades y proyectos
realizados”. Y en segundo lugar “una especie de quietismo: asustados por el
contexto, nos encerramos en nosotros mismos, rechazando el desafío de la
evangelización y adoptando un enfoque perezoso y derrotista”.
Para vencer estas dos tentaciones y vivir un ministerio gozoso y fecundo, cada sacerdote debe permanecer fiel a la misión que ha recibido, es decir, al don de la gracia transmitido por el obispo durante la Ordenación sacerdotal
Fidelidad y futuro
Mirando al futuro el Papa León XIV
desea que “la celebración del aniversario de los dos Decretos conciliares y el
camino que estamos llamados a compartir para concretarlos y actualizarlos se
traduzcan en un renovado Pentecostés vocacional en la Iglesia, suscitando
santas, numerosas y perseverantes vocaciones al sacerdocio ministerial, para
que nunca falten obreros para la mies del Señor”.
Junto con la oración, la escasez de vocaciones al sacerdocio —especialmente en algunas regiones del mundo— exige que todos revisemos la capacidad generativa de las prácticas pastorales de la Iglesia
Concluye el Papa agradeciendo al
Señor que siempre está cercano y camino con su pueblo a través del sacerdote,
“y doy las gracias a todos ustedes, pastores y fieles laicos, que abren su
mente y corazón al mensaje profético de los Decretos conciliares Presbyterorum
ordinis y Optatam totius y se disponen, juntos, a nutrirse y estimularse
mutuamente para el camino de la Iglesia".


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