Papa León XIV | Sebastián Sansón Ferrari
El Papa en el Ángelus: El
perdón es una fuerza más auténtica que la de las armas
En su
alocución previa a la oración mariana en la fiesta de San Esteban, protomártir,
el Pontífice reflexiona sobre el martirio como un "nacer a la luz" y
exhorta a los fieles a no pasar indiferentes ante la historia, afrontando las
incertidumbres del mundo actual con la tenacidad de la fraternidad y el cuidado
del prójimo.
“El cristiano
no tiene enemigos, sino hermanos y hermanas, que siguen siéndolo incluso cuando
no se comprenden entre ellos”. Con esta contundencia se expresó el Papa León
XIV este viernes 26 de diciembre desde la ventana del Palacio Apostólico. Ante
una Plaza de San Pedro colmada de peregrinos, el Pontífice reflexionó sobre la
figura de san Esteban, protomártir, cuya fiesta se celebra hoy, día festivo en
Italia y en el Vaticano.
El martirio como nacer al cielo
El Papa
comenzó explicando que, para los primeros cristianos, el martirio era el
verdadero nacimiento. “El martirio es un nacer al cielo: en efecto, una mirada
de fe, incluso en la muerte, ya no advierte sólo oscuridad”, afirmó. Al
referirse al testimonio de Esteban, León XIV destacó que su rostro
"parecía el de un ángel" porque no pasó indiferente por la historia,
sino que decidió "afrontarla con amor".
“Venimos al
mundo sin decidirlo, pero luego pasamos por muchas experiencias en las que se
nos pide cada vez más conscientemente ‘venir a la luz’, elegir la luz”, subrayó
el Santo Padre, vinculando la entrega de Esteban con el misterio del nacimiento
de Jesús.
La “belleza
rechazada” de la paz
Durante su
alocución, el Pontífice se refirió a las dificultades que enfrentan quienes
buscan la justicia en la actualidad. Advirtió que la coherencia cristiana es
una “belleza rechazada” por quienes temen perder cuotas de poder.
“Quienes hoy
creen en la paz y han elegido el camino desarmado de Jesús y de los mártires,
son a menudo ridiculizados, excluidos del debate público y, no pocas veces,
acusados de favorecer a adversarios y enemigos”, denunció León XIV. Sin
embargo, contrapuso a esta exclusión la figura del perdón: “Esteban murió
perdonando, como Jesús: por una fuerza más auténtica que la de las armas”.
Una alegría que disipa el temor
El Papa
insistió en que la esperanza cristiana no es un sentimiento ingenuo, sino una
fuerza que brota cuando se reconoce la dignidad del prójimo. “Es una fuerza
gratuita, presente en el corazón de todos, que se reactiva y se comunica de
manera irresistible cuando alguien comienza a mirar a su prójimo de otra
manera, a ofrecerle atención y reconocimiento”, manifestó.
Al concluir,
invocó la protección de la Virgen María para que ella guíe a la Iglesia hacia
una alegría que “disipa todo temor y toda amenaza, así como la nieve se derrite
al sol”.


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