Reflexión | P. Ciprián Hilario, msc
Fiesta de San Esteban, Protomártir
(Homilía
26 de diciembre 2025 | Lecturas Hechos de los Apóstoles 6,8-10,7,54-60. Salmo
30,3-17 y Mateo 10,17-22)
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo:
En
este día siguiente a la Navidad, cuando aún resuena en nuestros corazones el
gozo del nacimiento del Niño Dios en Belén, la Iglesia nos invita a celebrar la
fiesta de San Esteban, el primer mártir de la fe cristiana. Parece un
contraste: ayer la ternura del pesebre, hoy la crudeza de las piedras
del martirio. Pero precisamente aquí radica la profundidad del misterio de
la Encarnación: el Niño que nace es el mismo que entregará su vida en la
Cruz por nuestra salvación. Navidad y martirio están unidos, porque seguir
a Cristo implica cargar la cruz con amor.
Las
lecturas de hoy nos iluminan este vínculo profundo.
1.
San Esteban, lleno del Espíritu Santo (Hechos 6,8-10; 7,54-60)
Esteban
no era uno de los apóstoles, sino uno de los siete diáconos elegidos para el
servicio de las mesas. Pero estaba lleno de gracia y de poder, realizaba
prodigios y signos, y hablaba con una sabiduría que nadie podía resistir. Sus
opositores, enfurecidos, lo arrastran ante el Sanedrín, y allí Esteban
pronuncia un valiente discurso recordando la historia de salvación, culminando
en Cristo.
Al
final, lo lapidan. Pero en medio del horror, Esteban mira al cielo abierto,
ve la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha del Padre. Y, como
Cristo en la Cruz, ora: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» y
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Perdona a sus verdugos. ¡Qué
imitación perfecta de Jesús! Esteban no muere con odio, sino con amor y
confianza total en Dios.
2.
La confianza en el Señor ante la persecución (Salmo 30/31)
El
salmo responsorial nos pone en los labios de Esteban las palabras de entrega: «En tus
manos encomiendo mi espíritu». Es un grito de confianza absoluta: Dios es mi
roca, mi refugio, mi liberación. Aunque vengan enemigos y persecuciones, el
Señor hace resplandecer su rostro sobre su siervo. ¡Cuán grande es la bondad de
Dios reservada para los que le temen! Este salmo nos recuerda que, en medio de
la prueba, Dios no abandona a sus fieles.
3.
Las advertencias de Jesús cumplidas en Esteban (Mateo 10,17-22)
En
el Evangelio, Jesús prepara a sus discípulos para lo que vendrá: seréis
entregados a tribunales, azotados en sinagogas, llevados ante gobernadores y
reyes por mi causa, para dar testimonio. Seréis odiados por todos por mi nombre.
Pero no os preocupéis: el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Y la
promesa: «El que persevere hasta el fin, se salvará».
Todo
esto se cumple literalmente en Esteban: discutido en la sinagoga, llevado al
tribunal, apedreado por su testimonio valiente. Y, efectivamente, el Espíritu
habla en él con sabiduría irresistible.
Elementos
principales que podemos destacar para nuestra vida:
1.-
El testimonio valiente: Esteban no calla su fe, aunque sabe el costo.
Hoy, en un mundo que a veces margina o ridiculiza la fe cristiana, estamos
llamados a dar testimonio con palabras y obras, llenos del Espíritu Santo.
2.-
El perdón a los enemigos: Como Jesús y como Esteban, el cristiano no
responde al odio con odio. El martirio de Esteban convierte incluso a Saulo (el
futuro San Pablo), que aprueba su muerte. Nuestro perdón puede ser semilla de
conversión.
3.-
La perseverancia en la prueba: Jesús promete que el Espíritu nos
asistirá. No temamos las dificultades familiares, sociales o incluso
persecuciones abiertas que aún sufren muchos cristianos en el mundo hoy.
Perseverar hasta el fin nos lleva a la salvación.
4.-
Navidad y Cruz unidas: Celebrar a Esteban justo después de Navidad nos
recuerda que el amor de Dios nacido en Belén es un amor que va hasta el
extremo, hasta dar la vida. No hay fe auténtica sin cruz, pero tampoco cruz sin
la esperanza de la resurrección.
Hermanos, pidamos hoy a
San Esteban que interceda por nosotros, para que seamos testigos fieles de
Cristo en nuestro tiempo. Que, como él, sepamos mirar al cielo abierto en las
pruebas, perdonar siempre y perseverar con alegría. Que la Virgen María, Madre
del Salvador, nos acompañe en este camino.
¡Feliz
fiesta de San Esteban! Que el Señor nos bendiga y nos haga valientes en el
amor.
Amén.


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