Navidad | VN
Navidad: compromiso con la
vida, reconciliación y transformación social
Más allá de
luces y regalos, la Navidad es un llamado a la acción y a la transformación.
Desde la Catedral Basílica Santa María la Antigua, el Arzobispo de Panamá,
monseñor José Domingo Ulloa, invitó a que estas fiestas sean una oportunidad
para fortalecer la vida, promover la reconciliación y luchar por la justicia
social, recordando que el nacimiento de Jesús interpela directamente la
realidad del país y exige coherencia entre fe y acción
Desde el
corazón espiritual de Panamá, la Catedral Basílica Santa María la Antigua,
resonó un llamado claro y profundamente evangélico: la Navidad no puede
quedarse en una emoción pasajera ni en una tradición decorativa. Debe
convertirse en un compromiso real con la vida, la justicia, la reconciliación y
la transformación social. Así lo afirmó el Arzobispo Metropolitano de Panamá,
monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, durante la Eucaristía del IV Domingo de
Adviento, celebrada ayer 21 de diciembre.
El pesebre: presencia viva que nos interpela
A las puertas
de la Navidad, el arzobispo invitó a mirar el pesebre no como un recuerdo del
pasado, sino como una presencia viva que interpela el hoy del país. “La Navidad
es la respuesta de Dios al clamor profundo de la humanidad”, afirmó, recordando
que Dios entra en la historia concreta, marcada por la violencia, la
desigualdad, la corrupción, la injusticia y la pérdida de la fraternidad,
realidades que también hieren a la sociedad panameña en lo social, familiar y
personal.
La verdadera fuerza no es dominar sino amar
Frente a este
panorama doloroso, monseñor Ulloa subrayó que Dios no responde con imposiciones
ni con demostraciones de poder, sino con la fragilidad y la ternura de un Niño.
En el pesebre se revela una verdad contracultural: la verdadera fuerza no está
en dominar, sino en amar; no en imponer, sino en hacerse cercano. Por eso,
proclamó con esperanza, Cristo no trae una paz superficial ni frágil, sino que
Él mismo es nuestra paz, porque reconcilia al ser humano consigo mismo, con los
demás y con Dios.
Celebrar la navidad con coherencia de vida
El Arzobispo
fue contundente al afirmar que celebrar la Navidad implica coherencia de vida.
No es posible —dijo— adorar al Niño en el pesebre y permanecer indiferentes
ante el sufrimiento del hermano. La Navidad exige dejar que el Evangelio
transforme la vida personal, familiar y social, rompiendo los ciclos de
violencia, egoísmo e indiferencia que oscurecen la dignidad humana.
Tener fe es confiar plenamente en Dios
En su homilía,
monseñor Ulloa presentó a María y José como modelos luminosos de fe y
confianza. Ellos no lo entendieron todo, pero se abandonaron humildemente al
plan de Dios. Su testimonio recuerda que la fe no consiste en tener todas las
respuestas, sino en confiar en que Dios guía la historia con amor y sabiduría.
Así también hoy, los cristianos están llamados a abrir el corazón, a confiar en
la Providencia y a asumir con responsabilidad su compromiso con la historia.
Bendición de las madres gestantes
Un momento
especialmente significativo de la celebración fue la bendición de las madres
gestantes, signo elocuente del valor sagrado de la vida. En cada vientre
—expresó el Arzobispo— se contempla el milagro de la vida que crece y la
confianza que Dios sigue depositando en el corazón de una madre. Al elevar una
oración especial por ellas, pidió salud, fortaleza, paz interior y el
acompañamiento cercano de sus familias y de la comunidad, recordando que
ninguna madre debe sentirse sola y que cada una es un santuario vivo donde Dios
continúa obrando.
Bendición de las estatuillas del Niño Dios
Asimismo, se
realizó la bendición de las imágenes del Niño Dios que serán colocadas en los
hogares. Monseñor Ulloa recordó que el belén no es un simple adorno navideño,
sino una verdadera escuela de fe y humanidad. Colocar al Niño en el centro del
hogar es proclamar que Cristo es el centro de la familia, de la historia y de
la esperanza, y es expresar el deseo de que Él ilumine las decisiones y
transforme las relaciones cotidianas.
Que esta navidad no pase sin transformarnos
En su llamado
final, el Arzobispo exhortó a vivir una Navidad que pase del pesebre a la vida
diaria: defendiendo la vida desde su concepción hasta su fin natural,
acompañando a las madres gestantes, protegiendo a niños y adolescentes,
rechazando la pobreza, la exclusión y la desigualdad, y trabajando por
oportunidades reales de educación, salud y trabajo digno. Invitó también a
poner en el centro a los enfermos, los adultos mayores, los migrantes, los
privados de libertad y quienes viven en soledad.
“Que esta
Navidad no pase sin transformarnos”, exhortó monseñor Ulloa, llamando a
construir un país donde nadie sea descartado, donde todos tengan un lugar, una
voz y una esperanza. Porque la Navidad auténtica no se mide por luces ni
celebraciones, sino por vidas reconciliadas, corazones convertidos y una
sociedad más justa y fraterna.


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