(Antoine de Saint-Exupéry, El Principito)
Algunos dÃas antes del adviento, llegó a nuestra casa un principito negro, frágil y luminoso. ParecÃa haber caÃdo de otro planeta. Poco a poco él se transformó en la persona más importante de nuestra gran familia. Se llama Laston, tiene siete meses de vida; el planeta de donde viene se llama "muerte y miseria".
Hace tres años, su abuela perdió una nuera quien falleció unos dÃas después de haber dado a luz a un muchachito. La comunidad del pueblecito de Munema donde vivÃa la difunta, me pidió buscar un lugar para el bebé. Las hermanas de Madre Teresa de Calcuta respondieron positivamente a mi llamado y se prepararon a recibir al niñito. Pero cuando ya estaba de camino para Munema, me avisaron que la abuela del bebé habÃa decidido guardarlo. Unos meses después, supe que desgraciadamente el bebé se habÃa muerto. El 24 de abril de este año, la hija de la misma abuela dio a luz a mellizos: nuestro Laston y una niñita. Diez dÃas después la madre murió y la abuela se encargó de los dos bebés. Al poco tiempo falleció la niña. La abuela se esforzó de mantener en vida al varoncito pero por falta de recursos, parecÃa que la criatura iba a seguir el mismo camino que su madre y su hermanita. Frente a este cuadro de miseria y de muerte, la comunidad del lugar me pidió recibir al bebé en nuestra casa. En un primer momento. la abuela se opuso rotundamente. Entonces, la lÃder de la comunidad llamó al padre del bebé. Después de la muerte de su esposa, él se habÃa retirado a su tierra natal, cerca de Livingston a unos 600 kilómetros de Munema. Convencido de que su suegra no tenÃa los recursos para atender a Laston, él dio su acuerdo para que su hijito viniese a nuestro hogar. Con malas ganas, la abuela tuvo que aceptar. Como nuestra casa se encuentra cerca de Munema (más o menos una hora de caminata), ella nos prometió visitar a su nieto de vez en cuando.
Las Flores de Sol
Al llegar a nuestro centro de las Flores de Sol, Laston lucÃa muy apagado: pesaba solamente siete libras; su cabello amarillo, sus ojos muy hondos y su barriga hinchada eran señales claras de malnutrición. Obviamente, este niño no estaba acostumbrado a beber leche y tenÃa que contentarse con un poco de harina de maÃz diluida en agua tibia. Si bien, todos los muchachos y muchachas de la casa se alegraron con la llegada del bebe, Natasha se sintió desplazada y expresó sus sentimientos con unos gritos regados por lágrimas. Cuando yo le pregunté lo que le pasaba, me miró a los ojos y en lugar de llamarme "papa" como siempre, me dijo "boss" (jefe). La tomé en mis brazos y traté de explicarle que el nuevo llegado era su hermanito y que le tocaba darle mucho cariño. Entonces le puse al bebe en los brazos y mirándolo ella se puso a sonreÃr.
Todos y todas, tuvimos que organizarnos de otra manera para asegurar que Laston se sintiese en casa y pudiese superar la malnutrición. Mama Alice quien hacÃa dos años perdió el último hijo mordido mortalmente por una vÃbora, se encargó de coordinar los esfuerzos. Dos muchachas y dos muchachos se turnaron para alimentar al niño, bañarlo y cambiarlo. El fue instalado en la habitación de los pequeñitos, junto con Natasha, Elvis y Mapalo. Me encargué de comprar la leche y todo lo que un bebe necesita para crecer. Dos dÃas después de su llegada, lo llevamos al hospital de la ciudad de Kabwe. Un médico lo examinó y decretó lo que todos sabÃamos: "Malnutrición". Regresamos a casa y seguimos lo mejor posible todos los consejos del médico. Pero al dÃa siguiente, en la madrugada, mama Alice me anunció que el bebe habÃa tenido diarrea toda la noche. Sin esperar un minuto más, tomamos de nuevo el camino de Kabwe y. después de ver al médico, dejamos a Laston en las manos de las hermanas de Madre Teresa de Calcuta por unos cuatro dÃas.
Hace dos semanas, la famosa abuela llegó para ver a su nieto. Una gran sonrisa iluminó su cara cuando se dio cuenta que el muchachito habÃa doblado de peso y que todos los habitantes de la casa lo cuidaban con mucho cariño. Lastón ha cambiado nuestra vida, él es la prioridad de todos nosotros, le dedicamos mucho tiempo. El es como la rosa del principito del autor francés Antoine de Saint-Exupéry quien, en su libro, expresa el por qué una persona llega a ser tan importante para otra; "Es el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hace tan importante."
La navidad 2015, tuvo un sabor muy especial: En este bebe huérfano, Dios se hacÃa presente entre nosotros; en los ojos negritos y brillantes de Laston, él nos decÃa una vez más que la alegrÃa verdadera sólo se consigue cuando uno se pone a los pies de los más débiles. ¡Allà y sólo allà nos encontramos con Dios! Allà y sólo allà podemos vivir en paz! ¡Allà y sólo allÃ, podemos celebrar la navidad! Al iniciar este nuevo año, mirando a nuestro último llegado, no me canso de pensar que Dios siempre nos regala personas especiales quien alimentan nuestra esperanza y nos recuerdan que lo esencial es invisible para los ojos. ADH 797.
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