Evangelización | Carlos Pérez Laporta
Intentaron detenerlo, pero se les
escabulló de las manos
Viernes de la 5ª semana de Cuaresma / Juan 10, 31-42
Evangelio: Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para
apedrear a Jesús. Él les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi
Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una
blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois
dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de
Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al
mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!”. Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si
no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me
creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está
en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló
de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes
había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo
de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.
Comentario
No quieren matar a Jesús por sus milagros ni por sus
palabras de consuelo. Quieren matarle por decir que es Hijo de Dios: «No te
apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un
hombre, te haces Dios». De hecho, la demostración de que no es Dios será para
ellos la muerte: Dios —piensan ellos— no puede morir, porque la muerte es lo
opuesto a la vida, y Dios es la Fuente de la Vida.
En realidad, ellos no pueden matarle. Una y otra vez
sortea sus intentos. «Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de
las manos». No pueden acabar con Dios porque Dios tiene poder sobre la vida y
la muerte. Será, en todo caso Él quien entregue su vida. Y esa será la mayor
obra del Padre: en la muerte de Jesús se mostrará que su vida era Amor del
Padre; si persiste al agotamiento de su vida terrenal se desvelará que su vida
no solo provenía de la naturaleza, sino que venía del mismo Dios. «Si no
hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis
a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí,
y yo en el Padre».
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