
Sobre los engreídos, petulantes y altaneros.
Los taínos fumaban e inhalaban unas sustancias que les producían fuertes alteraciones en su ánimo y su conducta. En contexto religioso asociaban los efectos producidos por la droga con una mayor cercanía de la divinidad. Desde aquellas lejanas épocas se han inventado numerosísimos productos adictivos. Todos con un denominador común: acostumbran el organismo a la sustancia en cuestión y el individuo no puede hacer a menos de ella.
Se da el caso de que no todas las sustancias adictivas tienen la apariencia de polvos, resinas, líquidos, hojas o pastillas. Algunas son incluso inmateriales. Justamente las que irradian los vapores más sutiles y perniciosos. Tanto es así que los interesados ni siquiera advierten inicialmente las consecuencias. No tienen conciencia alguna de culpabilidad.
Artículo completo en ADH 733 MARZO 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...