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    sábado, 31 de octubre de 2020

    Trabajar por la paz

    Comentario | Vicente Martínez


    Trabajar por la paz

    Domingo 31. Ciclo A

    La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa (El Talmud).

    Mt 5, 1-12. Dichosos los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios (v9)

    Trabajar con todo cuanto existe en el universo:

    Con cuantos Seres Vivos pueblan hoy nuestro menesteroso Planeta, que nos pide la limosna de no deteriorarlo más de lo que ya está.

    Con el Medio Ambiente en general, no estropeándolo al arrojar cosas que perjudican su salud física.

    Con el Aire, que nada pueda lesionar su bienestar.

    Con el Agua que desciende de las nubes, las de las fuentes ríos y mares, para que no la contaminen.

    Con los árboles del bosque, para que sus troncos poderosos y las hojas verdes de sus ramas crezcan normalmente.

    Con todos los Seres que hoy poblamos este mundo, para que no nos vayamos antes del tiempo fijado por la Madre Naturaleza, que con tanto cariño nos contempla, lo que, como Jesús dijo en el Sermón de La Montaña, nos hará dichosos.

    Dicho Sermón, es la Carta Magna del nuevo pueblo de Dios, que se ha de leer con el Monte Sinaí y Moisés de fondo como se recuerda en Éxodo 19. 

    Encabezan el discurso del Monte las Bienaventuranzas, que constituyen el nuevo programa del reinado de Dios: son enunciados de valor, no mandatos como el decálogo del Sinaí, una invitación a superarse constantemente; una denuncia de mezquindades; una oferta de misericordia de Dios y den del gozo incontenible que nos trae.

    Las palabras de Jesús son, en primer lugar, un convite a vivir la pobreza, la aflicción, el desprendimiento el hambre y la sed de justicia como bienaventuranza, y así la pobreza material de espíritu se transforma en pobreza de corazón o apertura y confiada a la voluntad y providencia del Padre; la aflicción, en consuelo mesiánico, el único capaz de dar sentido al sufrimiento y a la muerte; el desprendimiento, en posesión de la herencia de la tierra, y el hambre y la sed de justicia, en la esperanza radical que traerá la Buena Noticia.

    Estas cuatro primeras bienaventuranzas podrán dar la impresión de una fácil y falsa espiritualización de la dura realidad humana con la esperanza pasiva de una reivindicación de un reinado; pero no es así, a estas cuatro actitudes del corazón, siguen las otras cuatro bienaventuranzas del compromiso y del empeño por cambiar la realidad y hacer presente el reinado de Dios aquí y ahora: el compromiso de la misericordia y solidaridad; el empeño de una vida honrada y limpia; el trabajo por la paz y la reconciliación.

    En estas bienaventuranzas, Jesús anuncia el comienzo que ya está sucediendo en la praxis de los pobres; y es en la práctica de los pobres donde despunta, aunque de lejos, la nueva creación donde se construye en torno a sus ejes básicos: la posesión compartida de la tierra, ausencia de males que hacen sufrir y llorar, práctica de la justicia y de la solidaridad.

    De mi libro Yo amo el planeta

    DESPERTAR DE LA NATURALEZA

    Que los vientos -espíritus de vida-
    soplen sobre las cuerdas de mi Oriente 
    y las hagan sonar hasta Occidente 
    con ámbito de Pascua florecida.

    Sueño el suave siseo de la fuente
    -ayer tan excitada y hoy dormida-
    en cuyo centro vigilante anida,
    el manso resurgir del Medioambiente.

    Un despertar de la Naturaleza,
    que, avivando el fuego de los sueños, 
    enciende de colores su corteza.

    Tu enternecida piel entonces reza 
    y entona villancicos navideños
    agradeciendo a Dios tanta riqueza

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