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    martes, 10 de noviembre de 2020

    La soledad compartida

    Para vivir mejor | Dra. Miguelina Justo



    La soledad compartida

    La soledad ha sido protagonista de mĂșltiples textos, canciones, poemas, incluso, tratados filosĂłficos. Canciones populares muestran a la soledad como una reacciĂłn ante la pĂ©rdida de quien se ha querido.  Un ejemplo de esto es la pieza “Sola con mi soledad”, escrita por el argentino AnĂ­bal Pastor, popularizada por Marisela.  Las letras comunican la profunda tristeza por el abandono sufrido, la persona se encuentra pĂ©rdida sin la compañía del amado. 

    De su lado, el poeta español RamĂłn Campoamor, habla de la sensaciĂłn de estar solo, esa que parece empeorar cuando se experimenta en la presencia de otro ser humano.  Para Campoamor esta serĂĄ mucho peor que el mero hecho de encontrarse solo, asĂ­ lo indican estos versos de su poema La tres rosas: “Sin el amor que encanta,/ la soledad de un ermitaño espanta./ Pero es mĂĄs espantosa todavĂ­a/ la soledad de dos en compañía.”  Campoamor invita a contemplar la soledad como realidad subjetiva, como estado interior, donde el dolor parece hacerse presente tambiĂ©n. 

    La soledad, en cambio, es apreciada por algunos filĂłsofos como un estado fecundo, tal es el caso de Arthur Schopenhauer.  Este gran filĂłsofo alemĂĄn del siglo XIX, presenta la soledad como una conquista, como un requisito para la verdadera libertad y la sabidurĂ­a, como un espacio para crecer.  AsĂ­ escribe: “Las grandes mentes son como las ĂĄguilas, que construyen su nido en alguna elevada soledad.”  El encuentro con el otro se hace desde el reconocimiento de la abundancia personal, no desde la carencia. 

    Al analizar estas ideas, fĂĄcil es comprender que la palabra soledad tiene connotaciones tan distintas, que parecen contradictorias. De ahĂ­ que sea importante ofrecer una definiciĂłn que permita establecer con claridad el camino a explorar, mĂĄs allĂĄ del sentimentalismo que la trivializa o de las banderas que la defienden.  De acuerdo a Hawkley y Cacioppo (2010), la soledad se define como un sentimiento angustioso que acompaña la percepciĂłn de que las necesidades sociales de una persona no estĂĄn siendo satisfechas por la cantidad o, especialmente, la calidad de sus relaciones sociales.  

    Investigaciones han demostrado que la soledad puede afectar tanto la salud fĂ­sica como mental de las personas.  Xia y Li, 2018, afirman que la soledad es un factor de riesgo para la hipertensiĂłn y la arteriosclerosis, y puede ser tan mortal como la obesidad y el fumar.  La soledad puede ser factor de riesgo importante para la demencia, tambiĂ©n, de acuerdo a Sutin, Stephan, Luchetti y Terracciano, 2020.  La relaciĂłn entre la soledad, la depresiĂłn y el insomnio es multidireccional. 

    La soledad puede empeorar la depresiĂłn, y esta puede profundizar el insomnio, lo que, a su vez, favorece a la sensaciĂłn de soledad, tal como establecen Simon y Walker, 2018.  Por otro lado, la soledad puede incrementar el estrĂ©s percibido, el miedo, la ansiedad y la rabia, al tiempo de disminuir el optimismo (Hawkley y Cacioppo, 2010).  El impacto de la soledad parece ser mayor en los hombres, lo cual tiene implicaciones para su prevenciĂłn y abordaje (Rico-Uribe, Caballero, MartĂ­n-MarĂ­a, Cabello, Ayuso-Mateos, Miret, 2018). 

    La conexiĂłn con otros es vital para el sano desarrollo de los seres humanos.  De ahĂ­ que el aislamiento pueda ser considerada una de las formas mĂĄs terribles de tortura o de castigo. El vĂ­nculo social ha permitido la sobrevivencia de la especie y, por lo tanto, pudo haber evolucionado un sistema de alarma para garantizar su satisfacciĂłn.  AsĂ­, cuando una persona se ha sentido sola durante un tiempo, la sensaciĂłn de malestar se activa, tal como el hambre o la sed, indicando que algo debe hacer.  CĂłmo este hombre, esta mujer actĂșe es determinante, asĂ­ como el ambiente que le rodee.  Quienes se sientan acogidos por otros, podrĂ­an estar a salvo, sin embargo, ¿quĂ© pasarĂ­a con quienes no cuenten con otros emocionalmente disponibles?  QuizĂĄs algunos anestesiarĂĄn su malestar con alcohol o con otras drogas, o confundirĂĄn la compañía con el cuerpo que se cambia como sĂĄbana. Otros, anticiparĂĄn la frustraciĂłn y ni siquiera intentarĂĄn acercarse a los demĂĄs.  Tales estrategias podrĂ­an ahondar la sensaciĂłn de soledad. 

    Proteger a quienes pueden estar en mayor riesgo de sentirse solos es necesario, aquellos que se encuentran en las orillas de la sociedad, esos que son sistemĂĄticamente excluidos.  Es importante prestar atenciĂłn a los envejecientes, desempleados, inmigrantes, a las personas que sobreviven en medio de la pobreza y a quienes viven con un problema de salud mental o una discapacidad.  Igualmente, es necesario acompañar a quienes enfrentan pĂ©rdidas o transiciones como el divorcio, el nacimiento de un hijo o la adolescencia (Griffin, 2010).

    El individualismo puede llevar a pensar, errĂłneamente, que la soledad es una experiencia personal, y lo es, sin embargo, no exclusivamente.  El pensar de esta manera, el asumir estar perspectiva solo termina culpabilizando al que ya sufre y minimizando su experiencia.  Recomendaciones como: “Debes hacer un esfuerzo por acercarte a la gente” o “BĂșscate una novia” no reconocen los roles que juegan la sociedad y quienes la componen en la prevenciĂłn y en el abordaje de la soledad.  Los modelos econĂłmicos imperantes han alterado el tejido comunitario.  El “yo” es defendido a expensas del “nosotros”, para dejar un “Ă©l” que no se reconoce como semejante, un “tĂș, igualmente extraño y ajeno. 

    La soledad se deshace ante la conexiĂłn, y esta es posible gracias a la acogida real, esa que es capaz de atravesar distancias emocionales y fĂ­sicas, para que la soledad, al menos sea compartida. 

     

    Referencias

    Campoamor, R.  (s. f.).  Las tres rosas. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.   http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/los-pequenos-poemas--1/html/ff0e8dea-82b1-11df-acc7-002185ce6064_11.htm

    Hawkley, L., & Cacioppo, J. (2010). Loneliness matters: A theoretical and empirical review of consequences and mechanisms. Annals of Behavioral Medicine, 40, 218–227. https://doi:10.1007/s12160-010-9210-8   

    Mental Health Foundation (2010).  The lonely society? https://www.mentalhealth.org.uk/sites/default/files/the_lonely_society_report.pdf

    Rico-Uribe, L., Caballero, F., MartĂ­n-MarĂ­a N., Cabello, M., Ayuso-Mateos J., Miret, M. (2018). Association of loneliness with all-cause mortality: A meta-analysis. PLoS ONE 13(1): e0190033. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0190033

    Schopenhauer, A. (2018).  Counsels and Maxims de The Essays of Arthur Schopenhauer.  The Project Gutenberg.  https://www.gutenberg.org/files/10715/10715-h/10715-h.htm

    Simon, E. y Walker, M. (2018). Sleep loss causes social withdrawal and loneliness. Nat Commun 9, 3146 https://doi.org/10.1038/s41467-018-05377-0

    Sutin, A. , Stephan, Y., Luchetti, M., Terracciano, A. (2010). Loneliness and Risk of Dementia, The Journals of Gerontology: Serie B, Volumen 75, Issue 7, pĂĄgs. 1414–1422, https://doi.org/10.1093/geronb/gby112

     

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