Lectura Orante | P. Marcos Plante, msc
Pablo en Éfeso
Léase
atentamente el texto de Hechos 19, 1-7, destacando las palabras claves y la
gran sorpresa del acontecimiento final.
1° Interpretación:
Un judío llamado Apolo empezó una primera evangelización
en Éfeso. Priscila y Áquila, viendo su entusiasmo por anunciar el mensaje, lo
llevaron aparte para instruirlo sobre el camino de Dios pues, Apolo conocía
solamente el bautismo de Juan. Una vez instruido, Apolo quiso pasar a Corinto y
los hermanos de Éfeso le entregaron una carta de recomendación para los
creyentes de Corinto. En esto, Pablo llegó a Éfeso y quiso complementar la obra
iniciada por Apolo. Preguntó a los creyentes: ¿Recibieron ustedes el Espíritu
Santo? Contestaron: No sabemos nada del Espíritu Santo; sólo recibimos el
bautismo de Juan. Pablo les indicó que Juan bautizaba para que creyeran en él
que vendría después, es decir, en Jesús. Al oír esto, quisieron bautizarse en
el nombre del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo. Entonces se vieron todos inspirados por el Espíritu
hablando en lenguas extrañas y comunicando mensajes proféticos. Concluye el
relato diciendo que eran unos doce hombres. El número doce conlleva mucho simbolismo,
por la semejanza a las doce tribus de Israel; así, en Éfeso, se inauguraba otro
Israel pueblo de Dios. Además, doce represente una pequeña comunidad que
presagia un gran pueblo de Dios allí en Éfeso.
2° Meditación:
Pablo prosigue su misión de pueblo en pueblo. Después
de un pequeño descanso en Antioquía cruza la región montañosa de Turquía,
antiguamente Asia, y llega a Éfeso donde evangelizará en los años 52-53. La
fuerza espiritual de Pablo le viene del Espíritu Santo que lo apoya en su obra.
Al imponer las manos sobre los bautizados, estos se llenan a su vez del
Espíritu Santo y todo concluye en una gran ovación a Dios. En lenguas extrañas
se alaba al Señor y la comunidad se edifica con mensajes inspirados. Recordamos
nosotros que también nuestra fuerza está en la presencia del Espíritu Santo
permanente en toda obra de bien a favor de los hermanos. ¡Qué el Espíritu Santo
actúe siempre en todo lo que obremos!
3° Oración:
¡Bendito sea el Señor, mi Roca! Él es quien me entrena
y me prepara para el combate de la fe; él es mi amigo fiel, mi lugar de protección,
mi libertador; él es mi escudo, y con él me protejo. Señor ¿qué es el hombre,
para que pienses en él? ¿Qué es el ser humano, para que tanto lo estimes? Salmo
144, 1-3. Señor, yo reconozco que tú actúas en mí con la fuerza de tu Espíritu
Santo, para que esté siempre atento a las necesidades de la creación.
4° Contemplación:
Quiero llegar con Pablo a Éfeso donde él dejó tantos
recuerdos. Allí él encuentra una pequeña comunidad de doce hombres y esto basta
para que logre una comunidad numerosa de creyentes. Es que la fuerza de Pablo
está en el Espíritu Santo que lo apoya y que él lo sabe transmitir a la
comunidad de los bautizados. Veo el gozo de los bautizados al recibir el don
del Espíritu Santo y todos expresan sus alabanzas en lenguas extrañas y en
profecías edificantes. ADH 840
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