Matrimonio y Familia | Noelito de León Mercedes, MSC
Consejos para los matrimonios
jóvenes, desde la perspectiva del Papa Francisco
Los
jóvenes en su proceso de noviazgo deben ser acompañados por la pastoral
familiar para que sigan descubriendo el valor y la riqueza del matrimonio. Un
acompañamiento que garantice una visión realista y positiva de la unión
matrimonial, que no vean el casamiento como el final del camino, sino que lo
asuman como una vocación. La pastoral prematrimonial debe aportar elementos que
ayuden a los novios a poder enfrentar los momentos difíciles del compromiso. No
se puede olvidar la propuesta de la reconciliación sacramental, que permite
poner los pecados y los errores en la mano misericordiosa de Dios.
Es necesario un dinamismo, el agua estancada se corrompe, es necesario la danza hacia delante, una danza de amor
Existen
diferentes modos de preparación para la celebración del matrimonio: las
invitaciones, vestimentas, los invitados. Se pone mucho énfasis a estos
detalles, en lugar de prepararse como pareja para el paso que van a dar de
vivir juntos. Es necesario preparar a los novios para vivir los gestos de la
celebración litúrgica. La unión de los cuerpos cuando se trata de dos
bautizados que consuman el matrimonio, se interpreta como signo del amor del
Hijo de Dios hecho carne y unido con su Iglesia. Hay que ayudar a los jóvenes a
valorar el sentido del consentimiento, el cual muestra que la fidelidad y la
libertad no se oponen, sino que se sostienen mutuamente.
El Papa
propone el acompañamiento en los primeros años de la vida matrimonial, insiste
en que la unión es real, es irrevocable, es un sacramento. Al unirse los
esposos se convierten en los dueños de su historia. Es necesario un dinamismo,
el agua estancada se corrompe, es necesario la danza hacia delante, una danza
de amor. Este camino implica diferentes etapas: la etapa inicial caracterizada
por una atracción sensible, el gusto por la pertenencia, la comprensión de la
vida entera, el gozo de ver el matrimonio como un bien para la sociedad. Se
debe orientar a los esposos a ser generosos en la comunicación de la vida. Cada
matrimonio es una historia de salvación.
Es
necesario destacar la importancia del sentido espiritual, de la oración, y de
la participación en la Eucaristía. Celebrar el aniversario de bodas en la
Eucaristía. El amor necesita tiempo y disponibilidad. Hay que forjar la rutina
propia, darse un beso en la mañana, bendecirse por la noche, tener salidas
juntos, celebrar en familia, estos gestos renuevan la alegría del amor. Es
preciso crecer en la fe, participar de la confesión, de retiro, dirección
espiritual. Las comunidades cristianas deben de animar y darle participación a
los nuevos esposos. La pastoral familiar debe ser misionera, en salida, cercana
(cfr. AL 205-230).
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