Casa de Luz | Dr. Juan Rafael Pacheco
La joven que tenía cuatro novios
Había una vez una joven que tenía
cuatro novios. Al cuarto lo amaba muchísimo: le regalaba elegantes trajes, le
servía deliciosas comidas
Al tercero también lo amaba mucho.
Iban de paseo a los mejores resorts, pero temía que algún día la abandonara.
El segundo era su confidente.
Confiaba en él. La ayudaba a salir de las dificultades.
El primer novio era muy leal. Hacía
grandes esfuerzos por ayudarla. Ella apenas le hacía caso, a pesar de que él la
amaba profundamente.
Un día cayó enferma. Le quedaba poco
tiempo. Pensó en su vida de lujos y que al morir estaría sola.
Entonces dijo al cuarto: “Te he
amado mucho y cuidado grandemente. Estoy
muriendo. ¿Te irías conmigo?”.
“¡Ni soñarlo!”—y se alejó
rápidamente. Ella sintió un cuchillo en su corazón.
Preguntó al tercero: “Te he amado
toda mi vida. Estoy muriendo. ¿Te irías
conmigo?”
“¡No! La vida es demasiado buena.
Cuando mueras, me iré con otra”. Ella
quedó devastada.
Al segundo le dijo: “Siempre me has
apoyado. Cuando muera, ¿me acompañarás?”
“Lo lamento. Tan sólo hasta la
tumba.” Fue como si le cayera un rayo.
Entonces oyó una voz que le decía:
“Yo iré contigo. Te seguiré donde vayas.” Vio que era su primer novio, bien
delgado porque sufría de malnutrición y descuido.
Sorprendida, le contestó: “¡Debí
haberte cuidado mucho mejor cuando podía!”
Y es que todos tenemos cuatro
novios, o cuatro novias, según sea el caso.
El cuarto es tu cuerpo. Por más que
lo cuides, te dejará cuando mueras.
El tercero son tus bienes. Al morir
pasarán a otros.
El segundo son la familia y los
amigos. Por mucho que les hayas dado, te
acompañarán solamente hasta la tumba.
El primero, el alma. Siempre
maltrecha por tú perseguir riquezas, poder y placeres.
Es lo único que tendrás donde vayas.
Cultívala, fortalécela, dale cariño. Será la única que te seguirá hasta el
trono de Dios y continuará contigo por toda la eternidad.
Ser feliz no significa que todo está
perfecto, sino que tú has decidido ver más allá de las imperfecciones.
“Hoy puedo quejarme porque el día
está lluvioso, o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo
regadas por el agua.
Hoy puedo quejarme de mi salud, o
puedo regocijarme que estoy vivo.
Hoy puedo lamentarme de todo lo que
mis padres no me dieron mientras crecía, o puedo sentirme agradecido que me
permitieran nacer.
Hoy puedo llorar porque las rosas
tienen espinas, o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo auto compadecerme por no
tener muchos amigos, o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de
descubrir nuevas relaciones.
Hoy puedo quejarme porque tengo que
ir a trabajar, o puedo gritar de alegría porque tengo trabajo.
Hoy puedo quejarme porque tengo que
ir a la escuela, o puedo abrir mi mente y llenarla con nuevos conocimientos.
Hoy puedo murmurar amargamente
porque tengo que hacer los quehaceres domésticos, o puedo sentirme contento
porque tengo un techo.”
Vive tu vida con los pies puestos en la tierra, pero
con los ojos y el corazón bien puestos en el cielo.
Cuando el mundo te obliga a
arrodillarte, es cuando estás en la posición perfecta para orar.
Y di con el Apóstol Pablo: “Yo lo puedo todo en Cristo
que me fortalece”. Y así permanecerás
confiado y en paz.
Bendiciones y paz.
Mis cuentos aparecen publicados en Catholic.net
Este cuento aparece publicado en la página 163 de mi libro “¡Descúbrete! Historias y cuentos para ser
feliz”. Disponible en Papelería Villa Olga, teléfono 809 583
4165, Santiago; Librerías Paulinas, La Sirena y Librería Cuesta.
ADH 852
Excelente mensaje, para aprender que es lo más importante y a que debemos darle primacía en nuestra vida, Dios nos permita tener un alma pura y bien cuidada en obediencia permanente a Él.
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