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    jueves, 13 de mayo de 2021

    El ser humano y su salvación


    Pascua | Redacción ADH




    Resurrección: el ser humano y su salvación

     

    La Resurrección es el acontecimiento pascual que nos sitúa ante el perfil del Dios cristiano que resucitó a Jesús, quien es el camino definitivo para conocer al Dios de la vida, que es amor. Jesús resucitado y su Espíritu nos dice acerca de nosotros mismos, es decir, nos descubre lo que los seres humanos más profundamente somos según el plan salvífico de Dios, al mostrarnos nuestra vocación última de resucitados.

     

    La resurrección nos revela la realidad del ser humano y su salvación, por eso es buena noticia para la humanidad y para el mundo, al que Dios ha amado y enviado a su hijo

     

    Si entendemos la resurrección con un acontecimiento ya concluido, del pasado que ocurrió a Jesús, entonces hemos ignorado su dinámica expansión salvífica que alcanza a todos los seres humanos. La resurrección es la buena noticia para toda la humanidad, por eso salimos a dar testimonio de ella y anunciarla con nuestro estilo de vida.


    Como dice Pablo “si de Cristo se proclama que resucitó de la muerte, ¿Cómo dicen algunos que no hay resurrección de los muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha resucitado…Pero de hecho Cristo ha resucitado de la muerte, como primer fruto de los que duermen, pues, si un hombre trajo la resurrección de los muertos; es decir, lo mismo que por Adán todos mueren, así también por Cristo todos recibirán la vida” (1 Cor 15, 12-13. 20-22).


    'Al tercer día' de entre los muertos parece ser expresión de esta significación salvífica de la resurrección de Jesús y no una afirmación de carácter cronológico


    La resurrección de Jesús nos descubre a los seres humanos nuestra condición de llamados últimamente a la plenitud de la vida. Por eso ha sido y es comprendida como la anticipación de una resurrección de alcance universal.

     

    Pasado, presente y futuro

    La mejor tradición teológica cristiana, desde Tomás de Aquino a Karl Barth, asigna a la resurrección una triple dimensión: pasada, en tanto acontecimiento real que se dio en Jesús; presente,  puesto que la resurrección de Jesús suscita hoy el envío del Espíritu que nos hace ya pasar de la muerte a la vida, es decir, que hace al ser humano excéntrico y pro-existente y lo sitúa en camino, en búsqueda permanente, en éxodo; futura, porque nos proyecta hacia un término de plenitud o consumación final.

     

    No se puede desligar la resurrección de Jesús de su alcance para la salvación de los seres humanos. Así nos dice Julio Lois: “Esta vinculación esencial entre el señorío universal de Jesús resucitado y la realidad de la salvación dirigida a los seres humanos es fundamental para situarnos ante el verdadero alcance significativo de la resurrección”.

     

    Al tercer día resucitó

    Esta frase no pretende situar a Jesús en el calendario temporal. No es ubicar la resurrección en el calendario. Precisamente, la confesión primera de que Cristo fue resucitado “al tercer día” de entre los muertos parece ser expresión de esta significación salvífica de la resurrección de Jesús y no una afirmación de carácter cronológico, dice el teólogo.

     

    En realidad, como subrayan muchos teólogos actualmente, la muerte de Jesús fue un adentrarse en Dios, un arribar a Él, lo cual equivale a prescindir de esa especie de “hiato temporal” que una interpretación cronológica de los “tres días” se veía obligada a introducir.

     

    Dos teólogos: Hans Kung y Lorenzen

    Para H. Kung, por ejemplo, “muerte y resurrección constituyen una unidad diferenciada”. Por eso “resucitar es morir hacia el interior de Dios…La resurrección se efectúa con la muerte, en la muerte, de la muerte. Así lo expresan con todo énfasis los primitivos himnos prepaulinos, en los que la elevación de Jesús significa al mismo tiempo su crucifixión y su glorificación y ambas expresan la vuelta única de Jesús al Padre. 

    Lorenzen fundamenta esa significación salvífica y no cronológica de los “tres días” recordando que en la Biblia “la referencia al tercer día” tenía un dinamismo soteriológico importante. Según Os 6,2 por ejemplo, Dios restablecería a la nación enferma al tercer día; Jonás fue liberado del pez tras tres días y tres noches (Jon 1, 17); Moisés se encontró con Dios en el monte Sinaí al tercer día” (Ex 19, 16)”.

     

     

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