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    domingo, 16 de mayo de 2021

    El "síndrome del nido lleno"


    La Familia | Alexis Cifuentes



     

    El síndrome del nido lleno

     

    “Ya se nos va la más pequeña aún en casa, finalmente nos quedamos solos”, comenta una pareja en una sesión de la pastoral Familia y Vida. En el fondo, la gran satisfacción por una etapa recorrida y las metas que apuntan a nuevos logros y realizaciones. Ahora en el hogar quedarán papá y mamá, que es posible experimenten el “Síndrome del nido vacío”, como explicaba la psicóloga.

     

    Papá y mamá deben prepararse temprano para asumir la realidad: los hijos un día se van, abandonan el hogar. Y en esa nueva etapa, la sensación del síndrome del nido vacío que produce a los padres tristeza, anhelo, pérdida y dolor cuando los hijos se independizan del hogar familiar. La tristeza, que es la principal sensación, puede llegar a causar depresión y es más frecuente en mujeres solteras, aunque afecta ambos sexos.

     

    Pero existe otra realidad, como la otra cara de la moneda que también acecha: es el “Síndrome del nido lleno”, que sufren muchos matrimonios cuando los hijos mayores regresan a vivir con ellos, con muchas consecuencias para la vida de la pareja. Los padres pueden sentir la sensación de fracaso, la incomodidad de organizar la vida nuevamente, el peso de los hijos en aspectos como la economía o el ritmo del hogar.

     

    Cuando los hijos se han ido la pareja también entra en una nueva realidad. Gozan, por ejemplo, de independencia para organizar sus vidas a partir de su relación como pareja, si se habían preparado no será traumático. Pero el regreso de los hijos traerá ahora el desafío al síndrome del nido lleno.

     

    Diferentes situaciones

    Para los padres es una situación penosa que enfrentan por los hijos que deben regresar al hogar por diversas circunstancias. Ellos esperan que sus hijos construyan su futuro y que alcancen a ser autónomos en cuanto al rumbo de sus vidas. Verlos regresar resulta muy duro, cuando ya daban por seguro que sus vidas estaban estables y no dependerían de sus padres nuevamente.

     

    Para los hijos tampoco es cómodo ni lo más deseable el retorno al hogar de sus padres, con la sensación de fracaso o dependencia, al no poder hacerse cargo de sus propias vidas. Vuelven al hogar donde una vez fueron niños y ahora mantenían un vínculo familiar ya como personas adultas con la feliz sensación de visitar sus padres, pero no en estas condiciones. Esta situación crea un cuadro familiar donde todos están afectados por la nueva realidad que comparten.

     

    "sobre todo si ya son mayores de 35 o 40 años. Volver con los padres a menudo les hace sentir fracasados, porque sienten que no son capaces de pagarse su propia vida. Es una dependencia que, si se prolonga en el tiempo, puede provocar cuadros de ansiedad e incluso depresión, y al mismo tiempo es probable que genere también graves tensiones familiares".


    En todo caso, las constantes para esta vuelta al hogar y el síndrome del nido lleno, giran alrededor del factor económico, el fracaso de los proyectos familiares propios o la dependencia de muchos hijos que sigan infantiles y no pueden desvincular del círculo familiar y hacer su propia vida.



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