La Familia | Alexis
Cifuentes
El síndrome del nido lleno
“Ya se nos va la más
pequeña aún en casa, finalmente nos quedamos solos”, comenta una pareja en una
sesión de la pastoral Familia y Vida. En el fondo, la gran satisfacción por una
etapa recorrida y las metas que apuntan a nuevos logros y realizaciones. Ahora
en el hogar quedarán papá y mamá, que es posible experimenten el “Síndrome del
nido vacío”, como explicaba la psicóloga.
Papá y mamá deben
prepararse temprano para asumir la realidad: los hijos un día se van, abandonan
el hogar. Y en esa nueva etapa, la sensación del síndrome del nido vacío que
produce a los padres tristeza, anhelo, pérdida y dolor cuando los hijos se
independizan del hogar familiar. La tristeza, que es la principal sensación,
puede llegar a causar depresión y es más frecuente en mujeres solteras, aunque
afecta ambos sexos.
Pero existe otra realidad,
como la otra cara de la moneda que también acecha: es el “Síndrome del nido
lleno”, que sufren muchos matrimonios cuando los hijos mayores regresan a vivir
con ellos, con muchas consecuencias para la vida de la pareja. Los padres
pueden sentir la sensación de fracaso, la incomodidad de organizar la vida
nuevamente, el peso de los hijos en aspectos como la economía o el ritmo del
hogar.
Cuando los hijos se han
ido la pareja también entra en una nueva realidad. Gozan, por ejemplo, de
independencia para organizar sus vidas a partir de su relación como pareja, si
se habían preparado no será traumático. Pero el regreso de los hijos traerá ahora
el desafío al síndrome del nido lleno.
Diferentes situaciones
Para los padres es una
situación penosa que enfrentan por los hijos que deben regresar al hogar por
diversas circunstancias. Ellos esperan que sus hijos construyan su futuro y que
alcancen a ser autónomos en cuanto al rumbo de sus vidas. Verlos regresar
resulta muy duro, cuando ya daban por seguro que sus vidas estaban estables y
no dependerían de sus padres nuevamente.
Para los hijos tampoco es
cómodo ni lo más deseable el retorno al hogar de sus padres, con la sensación
de fracaso o dependencia, al no poder hacerse cargo de sus propias vidas.
Vuelven al hogar donde una vez fueron niños y ahora mantenían un vínculo
familiar ya como personas adultas con la feliz sensación de visitar sus padres,
pero no en estas condiciones. Esta situación crea un cuadro familiar donde
todos están afectados por la nueva realidad que comparten.
"sobre todo si ya son
mayores de 35 o 40 años. Volver con los padres a menudo les hace sentir
fracasados, porque sienten que no son capaces de pagarse su propia vida. Es una
dependencia que, si se prolonga en el tiempo, puede provocar cuadros de
ansiedad e incluso depresión, y al mismo tiempo es probable que genere también
graves tensiones familiares".
En todo caso, las
constantes para esta vuelta al hogar y el síndrome del nido lleno, giran
alrededor del factor económico, el fracaso de los proyectos familiares propios
o la dependencia de muchos hijos que sigan infantiles y no pueden desvincular
del círculo familiar y hacer su propia vida.
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