Espiritualidad del Corazón |
María Armenteros Malla, CSCV
"Les daré un corazón nuevo"
Próxima la Fiesta de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, el último sábado de mayo, la autora se fija en María al pie de la cruz y lo que supone el gesto amoroso del Hijo como fuente de la Espiritualidad del Corazón.
Desde el Antiguo Testamento Dios promete, a través
de los Profetas, que dará a su pueblo un corazón nuevo, un espíritu nuevo, (Ez
36, 25-30) que pactará una Nueva Alianza con nosotros y pondrá Su Ley en
nuestro corazón para que lo podamos reconocer como nuestro Dios (Jr 31,36-44).
La promesa nos da la certeza de una experiencia
personal con Dios que nos hará volver a Él, nos cambiará, nos renovará y
transformará.
La Carta a los Hebreos nos enseña que esa Nueva
Alianza se realiza en Cristo, por medio de Su Sangre derramada en la Cruz. “En
Cristo Dios se ha acercado definitivamente a todos los hombres” nos ha dicho
San JPII en su Encíclica Redemptor Hominis.
En el Calvario se nos revela el Corazón Traspasado
por la lanza como la Fuente de Vida Nueva que se abre para no cerrarse nunca
más y a la que todos podemos acercarnos para beber del Agua que mana para la
Vida Eterna.
El Corazón Traspasado es la Puerta Abierta del
Corazón de Dios, manifestado en Jesucristo, que ya nada ni nadie podrá cerrar.
La madre de pie junto al calvario
María Santísima, de pie junto al Calvario, fue
testigo de que de ese Divino Corazón brotó la vida para todos nosotros. En el
agua que junto a la sangre manó del Costado abierto de Jesús, hemos visto el
don del Espíritu prometido por Dios y que se derramaba haciendo un mundo nuevo.
Allí en el Calvario nació la Iglesia. En el
Cenáculo, con el derramamiento del Divino Espíritu sobre María y los Apóstoles,
esta Iglesia se manifestó.
Allí, con la presencia de María en medio de ellos
acompañándolos e intercediendo, recibieron el cumplimiento de la Promesa del
Padre que envió el Espíritu Santo como fuerza de Dios, que los habilitó para
ser testigos con poder hasta los Confines de la Tierra. Fue como un fuego
ardiente que los llenó de valor para ser testigos de Jesús Resucitado.
Hoy seguimos escuchando la palabra del Apóstol
Pedro respondiendo a la sorpresa de los judíos en Pentecostés:
“Conviértanse y háganse bautizar cada uno de
ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados sean perdonados. Y
Dios les dará el Espíritu Santo; porque la promesa es para ustedes y para sus
hijos y para todos los extranjeros a los que el Señor llame”.
– Hch 2, 38-39
Nuestra Señora del Sagrado Corazón nos da el
ejemplo de la mujer de fe, abierta al Espíritu, nos enseña a no quitar nuestros
ojos de Jesús y a serle fiel en todo momento, nos acompaña en medio de las
dificultades intercediendo por nosotros, y como lo hizo en el Cenáculo, pide
para que se realice en cada uno de nosotros la promesa de un nuevo corazón,
transformado por la acción del Espíritu que nos hace renacer al Hombre Nuevo,
ese que fue creado a imagen de Jesucristo, en verdadera justicia y santidad. (Ef
4,22-24)
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, ¡ruega por
nosotros!
Escrito por: María Armenteros Malla, CSCV
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